Cochinillo, madrugón, gimnasio y entrenamiento mañana y tarde. Jackson Martínez tuvo muy llenas sus primeras 24 horas en el Atlético. Vamos, que no paró. Si el martes firmaba en el Calderón y se subía, maleta en mano, a cenar al restaurante José María de Segovia, ayer a las 09:00 ya estaba en el gimnasio con Godín, Giménez y Raúl Jiménez. Los cuatro tienen un plan de entrenamiento específico (Savic no, viene con ritmo de la Fiorentina) y, por eso ayer, nada más acabar en el gimnasio, se calzaban las botas y al césped. El resto de sus compañeros tenían la mañana medio libre. Pero ellos no. Ellos hicieron el test Course-Navette que mide la resistencia (y ya ha hecho toda la plantilla). Y también algo de carrera y balón. Era su primera vez con la rojiblanca.
Por la tarde, ya sí, Jackson vivió la primera sesión con todos. Y fue recibido al estilo Atleti. Es decir, con pasillo de collejas. El colombiano trabajó durante una hora, en la parte que el Cholo ensayó movimientos tácticos ofensivos y córners con sus jugadores divididos por puestos y en parejas (le tocó con Griezmann). Y, mientras ellos jugaban, en la grada, ya se hablaba de su impresionante físico. De sus piernas de gacela y de sus enormes gemelos. Tiene planta Jackson. Un físico a lo Perea, de velocista. Aunque la grada ayer se quedó con las ganas de celebrarle un gol. En la parte de la sesión en la que Jackson estuvo, éste lo marcó Torres. Y fue un golazo por la escuadra, que se llevó la ovación de la tarde.
Después, cuando el Cholo diseñó el que fue su primer partido a todo el campo de la pretemporada, Jackson se quedó en la banda, observando cómo juega su nuevo equipo. Un partido en el que los goles los pusieron Óliver (también golazo), Correa y Vietto, que le pelearán al colombiano el puesto en un “once” que el Cholo, por las pruebas en el stage, parece tener claro (Juanfran, Savic, Monsalve, Siqueira; Saúl, Tiago, Koke, Carrasco; Griezmann y Vietto lo formaban ayer).
Quince minutos antes del fin del entrenamiento, Jackson se subió al autobús. Después hubo tratamiento de aguas y, a las 21:30, la cena con el equipo en el Hotel Náyade. Y también los primeros contactos con la afición, que esperaba a la puerta del hotel su firma, una foto con él, un selfie, lo que fuera. Y había codazos. Siseos. Como en la grada. También por su físico tan imponente. “Mira sus piernas”. “Parece un verdadero atleta”.