El alemán Simon Geschke ganó escapado la primera de las cuatro etapas de los Alpes, pero el interés, por mucho que insistiera la televisión francesa en lo contrario, se concentró atrás, en el grupo de los gallos. Allí, Alberto Contador sufrió una caída en el descenso de Allós, tuvo que cambiar de bicicleta y llegó a la meta de Pra Loup con 2:17 minutos de retraso respecto a Nairo Quintana y Chris Froome. El madrileño desciende a la quinta plaza, a 6:40, por detrás incluso de Geraint Thomas. La otra cara la mostró Alejandro Valverde, que se sube a la tercera posición del podio debido a la retirada de Tejay Van Garderen, enfermo, y distancia a Contador a 2:31.
Contador ya lo avisó en la jornada de descanso: “No me conformo con el podio, he venido aquí a ganar”. Días antes también había confesado que en "un mano a mano” se siente “inferior” a Froome. Unidas ambas ideas, está claro que al madrileño no le quedaba otra que echarle imaginación. Y también valentía. Contador atacó en el Saint Michel, un puerto de segunda categoría, a 73 kilómetros de la meta. Michael Rogers le hizo de lanzador. Y por delante, en la fuga, tenía colocados a Rafal Majka y Peter Sagan, que podían servir de puente en un futuro.
Pero el descaro de Contador no tuvo premio. Las piernas no le van como otras veces. Y por detrás, el Movistar tomó la cabeza en lugar de dejarle la patata caliente al Sky. El equipo telefónico mantuvo a tiro al ‘Pistolero’ y poco después envió a Valverde a su rueda. Valverde y Contador mantienen un pique importante durante este Tour. Cuando el murciano llegó a su altura, no le dio relevos. Y ambos fueron devorados por el grupo de los gallos que, ahora sí, venía encabezado por los chicos de Froome. Acto seguido saltó un tinkoff, Rogers, y a su estela un movistar, Malori. El Sky se frotaba las manos ante semejante marcaje entre sus rivales.
Van Garderen, tercero en la general al inicio de la etapa, no resistió más emociones y abandonó el Tour con lágrimas en los ojos. Enfermo y desolado. El estadounidense se había quedado descolgado en los primeros kilómetros, arropado por compañeros, pero el grupo ralentizó y permitió que enlazara. Fue un espejismo. Cuando los capos volvieron a activarse, Van Garderen no pudo más. Se bajó y dejó la puerta abierta del podio: para Valverde o Contador, los dos picados.
La carrera, un día más, se jugó en dos planos diferentes: la etapa y la general. En el Allós, el Astana aumentó el ritmo con Michele Scarponi en el grupo de los gallos. Vincenzo Nibali, uno de los mejores bajadores del pelotón, subía con el cuchillo entre los dientes. El Tiburón lanzó un primer ataque, que respondió Froome en primera persona. A continuación saltó Nairo. El grupo se redujo a un quinteto: Froome, Nairo, Valverde, Contador y Nibali. Los cuatros fantásticos y el murciano. El líder se encontró por el camino a su compañero Richie Porte, que se había dejado caer de la fuga. El Tour se iba a jugar en la bajada, en el mismo lugar donde Eddy Merckx parecía que iba a sentenciar su sexta victoria, antes de sufrir un desfallecimiento en Pra Loup, que le dejó sin maillot amarillo para siempre.
En ese descenso, Contador se fusionó también con Sagan y Rogers, pero una caída le obligó a cambiar de bicicleta. Primero cogió la de Sagan y luego la sustituyó por otra de recambio. Uno menos para apretar a Froome. Y uno menos en la puja por el podio: Valverde, que ya era tercero virtualmente con la retirada de Van Garderen, se relamía con la nueva situación. Con la presión de la clasificación general sobre Nairo, el murciano se siente liberado en este Tour. Tomó la cabeza del cuarteto y abrió gas en una bajada frenética, con el descolgado Contador entre ceja y ceja. En la escapada rodaba un compañero del madrileño, Majka, pero a nadie se le ocurrió pararle, o alguien le ordenó que lo hiciera y no se dio por aludido. Hay lío en el Tinkoff.
La valentía no fue suficiente para Contador. Al contrario. El madrileño perdió 2:17 respecto a Nairo y Froome. El colombiano apretó al líder en la subida de Pra Loup (6,2 km al 6,5%) y ambos distanciaron a Valverde y Nibali en el tramo final. Nairo Quintana intenta despegar al maillot amarillo, pero el africano siempre resiste. Las tres jornadas alpinas que restan auguran un mano a mano entre ambos. Ya veremos si Contador aún puede inventarse alguna genialidad, aunque en este momento el Tour se asoma como una utopía.
Por delante, en la puja por la victoria, y con más foco en la televisión francesa que el propio maillot amarillo, el alemán Simon Geschke había coronado el Allós (14 km al 5,5%) con 1:10 sobre Thibout Pinot, que no tiene los descensos entre sus puntos fuertes. Una caída confirmó los temores y le metió el miedo en el cuerpo. A partir de ahí descendió cuadrado. Faltaban 21 kilómetros para la meta y el germano tenía la suerte de cara. Talansky y Urán superaron incluso al francés en la bajada. Y en ese orden secundaron a Geschke, vencedor en Pra Loup. Las barbas están de moda.