Área propia, correteo, pique infernal, centro y vuelta. No son los movimientos de una jugada colectiva de la Roja. No. Es Arturo Vidal, el ‘Rey’, en su máximo esplendor.
Ante México el mediocampista de la Juventus estuvo presente en casi todas las jugadas de riesgo. En el Nacional, ‘Celia’ volvió a ser el volante que deslumbró en la Bundesliga y por el que la Vecchia Signora pagó varios millones de dólares.
Atrás quedó la lesión en la rodilla. Lejos parecen estar los días en que los más negativos supusieron, malamente, que el formado en Colo Colo no volvería a ser el mismo. Anoche, el propio jugador lo demostró.
Corrió, metió, luchó, habilitó y hasta se dio mañana para llegar al gol. No una; dos veces. En el minuto 22 le ganó a toda la zaga del Tri por arriba y de cabeza anotó el 1-1 transitorio.
La visita otra vez se puso arriba y cuando la Roja más lo necesitaba contagió a sus compañeros con la entrega que lo caracteriza. Esa que lo tiene en una misma jugada defendiendo en área propia y luego siendo alternativa en ataque.
Así llegó el segundo empate de Chile. Luego de una buena jugada colectiva, el de San Joaquín sacó un centro preciso para la cabeza de Eduardo Vargas, quien no desaprovechó el pase de ‘Celia’ y convirtió el 2-2.
Pero faltaba la coronación del Rey Arturo. Iban 54’ y la selección chilena presionaba y presionaba en busca del tanto que por fin la pusiera arriba en el tanteador. Ahí apareció Vidal, quien se metió casi sin ser visto entre los centrales mexicanos y fue derribado en el área rival.
Penal para Chile y, era que no, el propio jugador tomó la pelota. No se la quería prestar a nadie. Con clase, la misma con la que anotó la pena máxima ante Ecuador, batió a José Corona y puso a su equipo en ventaja. De paso, por sobre Messi y Neymar, se transformó en el goleador momentáneo de la Copa América, con tres festejos.
La noche no pudo ser perfecta porque México logró la igualdad definitiva. Vidal se retiró amargado del Nacional a pesar de su gran partido. “Cada vez me siento mejor”, dijo el volante tras el partido.
Eso lo sabe Jorge Sampaoli, quien a pesar del empate tiene con qué estar tranquilo porque la Roja recuperó a la mejor versión del Rey Arturo. La del guerrero. La del luchador. La del omnipresente.