Como venía anunciándose en los entrenamientos previos en la primera semana de Rafa Benítez, Gareth Bale, que jugó 56 minutos, arrancó en la mediapunta del ataque del Real Madrid con absoluta libertad de movimientos. El galés, a través de su representante Jonathan Barnett, había insinuado este verano en el club que el jugador cambiase su posición. En su opinión porque, desde otra posición y si sus compañeros le buscaban más, será Balón de Oro. Desde que llegó al Real Madrid, y a las órdenes de Ancelotti, Bale jugó salvo contadas excepciones por la derecha en el 4-3-3, aunque algunas de sus mejores actuaciones las firmó con el 4-4-2 que tan poco, pese al reporoche de la crítica en general, utilizó el italiano.
Según se atisbó ante el Roma, Bale tendrá libertad de movimientos durante la temporada y el Madrid le entrega un papel protagonista del que, sin duda, está obligado a sacar partido. Benítez le da el privilegio de campar a sus anchas por el campo y eso es darle las llaves para que genere el fútbol ofensivo del Madrid. Bale sólo estuvo exigido en el repliegue defensivo. Ahí se colocó paralelo con Cristiano Ronaldo, ya que la intención de Benítez era jugar con un 4-4-2 cuando el equipo se repliegue. No estuvo muy activo en la presión.
Bale disparó una vez a puerta en la primera parte y se encontró con De Sanctis. También facilitó una buena asistencia a Cristiano después de un desmarque diagonal del portugués que evitó Cole. Cayó más a la derecha que a la izquierda y desde su posición original en el Madrid buscó el uno contra uno. Nunca encontró rematador.
A Benítez se le vio hablar con el galés en el túnel de vestuarios antes de empezar la segunda parte. Sólo duró once minutos más pero en ese tiempo le dio tiempo a asociarse con Isco en un par de ocasiones y rozar el gol en un remate de cabeza a la salida de un córner botado por el malagueño.