El Giro de Italia hará historia hoy con un primer arranque fuera de Europa, con una breve contrarreloj individual en Jerusalén, pero todas las miradas empiezan dirigidas al británico Chris Froome.
El ganador en 2017 de su cuarto Tour de Francia y su primera Vuelta a España, afronta el reto de ganar las tres grandes rondas por etapas de manera consecutiva. Con ese sueño acude al Giro, una prueba que ya disputó en los inicios de su carrera. En su última presencia allí, en 2010, Froome era un desconocido y fue excluido por agarrarse a un vehículo.
Ocho años más tarde, todas las miradas se dirigen hacia él. Primero, por su papel en el equipo más fuerte (Sky), pero sobre todo por su control antidopaje “anormal” (en septiembre), según el término jurídico en vigor debido a la tasa de salbutamol detectada. A la espera de la decisión de la instancia antidopaje, en junio, Froome puede seguir corriendo.
Mientras, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, celebró el impacto que puede tener para su país pese al contexto de tensión política.
Washington y Tokio fueron proyectos en su día que no tuvieron éxitos. Jerusalén se ha convertido en una realidad para la salida del Giro que, en más de un siglo, nunca había salido del continente europeo.
“Es un poco tenso en lo referente a la seguridad, pero no hay más miedo que cuando llego a los Campos Elíseos en el Tour de Francia”, dice Tom Dumoulin, vigente campeón. (D)