Ana maneja un taxi desde hace casi cuatro años, aunque vive en Estados Unidos desde que tenía tres. Por momentos, mezcla un perfecto inglés con un igual de sólido español, característica bastante común para buena parte de quienes habitan esta ciudad de San Antonio.
Para pesar de sus pasajeros argentinos, que por estas horas no son pocos ante el inminente posible último partido en la carrera de Manu Ginóbili, Ana viste una camiseta de la selección de Alemania. Precisamente, el modelo 2014, el que llevaba puesto Mario Götze cuando pulverizó la ilusión de Leo Messi y una gran porción de los argentinos de levantar la Copa del Mundo. La elección de la casaca responde simplemente a la cuestión sanguínea: su papá tiene raíces alemanas.
El equipo de Manu Ginóbili palpita una eliminación segura a horas de la fiesta anual de San Antonio
Llegada a estas tierras desde Río Grande Valley, algo más de 400 kilómetros al sur y casi pegado a la frontera con México, la taxista es ferviente seguidora de los Spurs. Es, al cabo, casi un mandato para todos los que se precien de ser sanantonianos de pura cepa: la franquicia de la NBA aquí radicada es la única representación que tiene la ciudad en alguna de las cuatro grandes ligas -hockey sobre hielo, béisbol y fútbol americano son las otras- de los Estados Unidos. Para alentar en las otras, los fanáticos deberían volcarse a equipos como los Dallas Cowboys o los Houston Texans de la NFL.
En una dura semana, los Spurs volvieron a caer y quedaron al borde de la eliminación
Pero aquí, lo dicho, el mandato indica que hay que ser de San Antonio. La relación casi sanguínea de los latinos con Ginóbili -al margen de los anillos y los premios individuales- lleva a que sea el preferido del público. Y no es para menos: siguió un año más, rindió en un alto nivel, dio incluso más de lo que esperaba y, salvo contadas excepciones, siempre estuvo entre los mejores de San Antonio. Por eso, Ana ni lo dudó cuando llevó a casa un perro sin preguntarle qué opinaba a su novio colombiano. Se lo quedó, lo cuidó y hoy lo sigue haciendo. El perrito se llama Ginóbili. "Manu Ginóbili me parecía demasiado, así que lo simplifiqué. Lo llamo 'Gino'", dice.
Ahora, tanto ella como el resto de los hinchas Spurs prenden velas para, al menos, no evitar ser barridos. "Estamos en un momento difícil. Pero somos agradecidos porque estuvimos 20 años en la cima", asegura Jordan, que trabaja en un supermercado. Y avisa: "Volveremos a ser ese equipo". La realidad tal vez sea más compleja, pero no debe haber en la liga equipo con espíritu más luchador que el de Manu y compañía.