La capital mexicana se engalana una vez más para recibir a miles de corredores nacionales e internacionales en la edición XL del Maratón de la Ciudad de México. Para ello, el gobierno ha puesto en marcha un megaoperativo que pretende dar la mejor imagen posible ante la relevancia de tal evento.
Denominado con la etiqueta Gold Label Races por la World Athletics —órgano rector—, esta maratón se encuentra entre las mejores carreras de su tipo a nivel mundial y es el resultado de años de continuas reformas y modificaciones en aras de perfeccionarla para ser considerada dentro de las Platinum Label Races, máxima condecoración posible.
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Aunque la historia del Maratón de la Ciudad de México tiene un comienzo oficial en 1983 con la disputa de la primera carrera (ya bajo las normas internacionales), sus orígenes se remontan varias décadas atrás cuando el contexto sociocultural era radicalmente distinto.
En México de principios del siglo XX, el atletismo llegó al país gracias a la influencia de residentes estadounidenses en un fenómeno que significó un cambio en la forma en que se concebía al mexicano como atleta, pues se revalorizó.
Ante el predominio de postulados y teorías en torno a la superioridad y diferenciación de razas, las competencias de atletismo y puntualmente, las carreras de fondo, derrumbaron la idea respecto a la supuesta inferioridad del deportista mexicano frente a otros de origen extranjero.
Maratones y largas distancias, claves para el deportista mexicano
De acuerdo con el investigador y doctor en historia Miguel Ángel Esparza Ontiveros, durante aquellos años (1900-1910) la disputa de competencias de atletismo se convirtió en un foro en el que los mexicanos dieron cuenta de ciertas capacidades que, a su vez, demostraron “desde la perspectiva racial, que no eran menos que otras razas”.
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Conforme la disciplina se consolidó en el país, los representantes nacionales se fortalecieron en cuanto a habilidades a tal grado de que el predominio de atletas estadounidenses y europeos dejó, gradualmente, de ser así. En Por la patria y por la raza. El surgimiento del atletismo y el primer maratón en la Ciudad de México (1892-1910), Esparza explica:
“La idea de organizar la primer carrera de maratón tuvo un uso social: el de explotar las cualidades inherentes de los atletas mexicanos para con ello destacarse y demostrar que el mexicano (...) era un atleta especializado, capaz de realizar esfuerzos físicos intensos y prolongados, y que podía competir e incluso vencer a los representantes de otras sociedades consideradas como superiores”.
De esta forma, el deporte como un todo, fue “racionalizado” por la sociedad mexicana, según analiza el investigador. Es decir, actividades como las carreras de caballos, la pelota vasca y el propio atletismo, adoptaron las normas internacionales y consecuentemente contribuyó a su desarrollo y profesionalización.
Un siglo después, entre la élite mundial
Más de 100 años después y tras 39 ediciones como Maratón de la Ciudad de México, la carrera capitalina se ha consolidado dentro de las mejores en todo el mundo.
Con la denominación de Gold Label Races, sólo comparte lugar con otros 38 eventos para la temporada 2023 y aspira a formar parte del selecto grupo Platinum Label Races que apenas integran 15 ediciones, entre ellas, el Maratón de Boston.
“Este maratón no es cualquier ejercicio, el maratón es una expresión deportiva máxima", dijo Martí Batres, jefe de gobierno de la Ciudad de México, durante la presentación de la XL edición, en la que se calcula participarán 30 mil corredores.
LAFC