Por Kenyi Peña Andrade:
Mariale Bramont es una guardiana de la bahía. La nadadora peruana de aguas abiertas consiguió hace un mes la medalla de oro en el Campeonato Sudamericano de Deportes Acuáticos en Cali y un sinfín de logros en los últimos años. A pesar de que aún falta para los Juegos Panamericanos Lima 2019, ella se viste de una seriedad impropia de su juventud al mencionarle el tema. Entonces, se refiere a cada brazada como si fuera una bala que no puede desperdiciar y a nuestra condición de local como algo sagrado que quiere hacer respetar frente a los atletas extranjeros que nos visitarán.
— ¿Qué sensación te deja que se conozca poco de la natación de aguas abiertas en nuestro país?
Lamentablemente es así. La natación de aguas abiertas no es tan popular como el fútbol, pero aparte de mí hay muchos chicos que estamos trabajando duro para sacar adelante esta disciplina y cambiar esta situación.
— ¿En qué consiste?
Es nadar en lugares abiertos como el mar, lagos o ríos en vez de hacerlo en una piscina. En comparación con el nado tradicional, se necesita más estrategia y nadas mirando hacia adelante, no solo a los costados. Te exige mucho en lo físico, pero más en lo mental.
— ¿Cuándo comenzaste a nadar?
Comencé a los 3 años. Mi mamá me metió a clases de natación para prevenir el asma. Practiqué vóley, básquet, atletismo y fútbol, pero siempre iba en simultáneo con la natación. Sin embargo, me desmotivé muy rápido por varias situaciones que se presentaron.
— ¿Tuviste un bajón anímico en tus inicios?
En mi colegio se fueron todos los que nadaban y me quedé sin nadie con quien competir. Además, tuvieron que operarme en mi rodilla y estuve un mes afuera, pero no quería dejar de nadar.
— ¿Cómo superaste ese mal momento?
Mis papás me dieron una semana para pensar si quería seguir practicando natación. Antes de que se cumpliera ese plazo, ellos me matricularon a escondidas en un nuevo club. Me dijeron que me había demorado mucho y que ahora tenía que entregar todo para ser la mejor. Eso marcó un punto de quiebre en mi carrera como nadadora.
— ¿Qué pensaste en esa semana?
Temía por mi futuro, pues tenía en claro que vivir de la natación es imposible en nuestro país, significó arriesgar bastante con pocas posibilidades de conseguir logros en una disciplina que tiene poco apoyo, pero no era feliz sin hacerlo, sentía que me faltaba algo.
— ¿En qué momento te das cuenta de que puedes nadar profesionalmente?
Sucedió a los 15 años. Practicaba el nado tradicional y reemplacé a una compañera que nos representaría en una Copa Pacífico en aguas abiertas. Ya estaba seleccionada, pero quise nadar los tres kilómetros que eran necesarios para pertenecer a la selección para demostrarme que viajé por mérito propio y no por una elección a dedo. Gané una medalla de oro en ese torneo.
— Empezaste desde muy temprano a nadar, ¿y el colegio?
Se me complicó en el colegio bastante por los horarios. Sin embargo, siempre hay gente buena dispuesta a ayudar. Los profesores se aliaban con mi mamá y me ayudaron mucho, me decían: “Vete, nada más”. Ahora comienzo la universidad y quiero terminarla. La natación me hizo más responsable en todo.
— Este año participaste en el Campeonato Sudamericano de Deportes Acuáticos Cali 2017.
Gané el oro en los 10 kilómetros juvenil B y logramos el subcampeonato en el colectivo. Competí contra equipos muy fuertes y gané mucha experiencia. Antes campeoné dos veces la Copa Pacífico en el 2015 y el 2016.
— ¿Cuál es el mayor sacrificio que has hecho?
Ha habido muchos. Entre ellos es entrenar literalmente todos los días. La alimentación también es distinta, está formada básicamente por pastas. Descanso poco y eso es muy duro, quisiera dedicar más tiempo a los estudios, pero sé que ya podré ordenarme en algún momento. Me gusta esa presión, me motiva más.
— ¿El consejo más valioso que te dieron?
Sí se puede entrenar duro y estudiar a la par, me lo dijeron alguna vez y luego comprobé que con esfuerzo sí es posible. Además, comprendí que hay amigos que no están al corriente contigo y debes dejarlos ir, los verdaderos permanecerán donde se quedaron.
— ¿Qué pasa por tu cabeza en cada brazada?
Pienso en todos los altibajos y cosas negativas que he pasado. Antes no era nadie en este deporte, ahora salgo en unos cuantos periódicos, pero sé qué puedo dar más. Tengo 17 años, aún tengo para rato. Mi gran objetivo es que la natación crezca.
— Ayer competiste en el Campeonato Mundial de Natación en Hungría...
Es el torneo más importante en el cual me ha tocado competir y quedé a nueve minutos de la ganadora en los 10 kilómetros. Es un Mundial de mayores y la exigencia será distinta en todo sentido. Además, fui la única representante de aguas abiertas de nuestro país y mis ganas de competir fueron mayores a mis temores.
— Falta cada vez menos para los Juegos Panamericanos Lima 2019...
La casa se debe respetar y eso es algo que lo tengo claro, les podemos ganar a las potencias, no tengo duda. Me alegro cuando en las noticias salen deportes que no tratan de fútbol, eso significa que estamos creciendo en otros deportes, eso es bueno para todos.
— ¿La medalla de oro es posible?
Siempre voy a ganar, no somos menos que nadie en esta disciplina. Daré todo por conseguir el oro en los Panamericanos, no solo por mí, sino por todo el país