A más de 3.600 kilómetros de distancia, con apenas 200 fieles seguidores en las gradas y sobre un terreno de juego que parecía haber sido escenario de una batalla de la Segunda Guerra Mundial. Así tuvo que encarar el Manchester United su partido de ida de octavos de final de la Europa League. Tal vez por eso, porque se sentía como un extraterrestre, el cuadro inglés no pudo evidenciar que, hoy por hoy, su potencial y su estatus de club y de equipo está en otra dimensión muy diferente, e infinitamente superior, a la del Rostov.
En realidad, el choque arrancó como se podía esperar, con los diablos rojos dominando y el cuadro ruso esperando acontecimientos. El problema es que, en un campo en el que césped era un bien escaso, el balón resultaba incontrolable en cuanto circulaba a ras de suelo, una circunstancia que el United tardó en digerir y que se tradujo en un sinfín de pases descontrolados y en una lucha sin cuartel por la posesión de un esférico que por momentos parecía un objeto volante no identificado.
Justo cuando el partido invitaba a casi cortarse las venas por la total y absoluta falta de juego coherente, Marouane Fellaini y Zlatan Ibrahimovic firmaron la única acción potable del primer acto y fabricaron un gol que acabó empujando a la red el armenio Henrikh Mkhitaryan, un futbolista que hasta ese momento sólo había llamado la atención por su capacidad para chocar sin control con los defensas rivales. Como cabía esperar, el tanto cambió el discurso del Rostov, que se vio obligado a salir de su caverna y que, al menos, se tomó la molestia de intentar asomarse al área rival en lo que quedaba de una primera parte que, por una simple cuestión de salud mental, merece ser olvidada cuanto antes.
El Rostov cambia de discurso y hace sufrir al United
Consciente de que, por contradictorio que parezca, no iba a encontrar otro escenario mejor para medirse a un rival tan a priori superior, el combinado ruso optó por dar un paso al frente en el arranque del segundo periodo. Su renovado empuje, basado en el balón largo y la segunda jugada, pilló por sorpresa al cuadro británico y acabó dando sus frutos apenas 8 minutos después, tras un pelotazo de Kalachev que Bukharov, tras ganar la espalda a la zaga, empotró de volea en la meta defendida por Sergio Romero.
Aunque siguió discurriendo por cauces poco estéticos, lo cierto es que el choque ganó en emoción tras el empate. El Rostov se dio cuenta de que podía sacar un botín aun mayor y mantuvo una actitud ofensiva que el Manchester no supo frenar y que al menos provocó que el balón se pasease por ambas áreas con mayor frecuencia. Eso sí, ni unos ni otros pudieron sacar rédito a sus acercamientos y el partido acabó muriendo con unas tablas más bien justas que obligarán al United a tomarse el partido de vuelta con la máxima tensión.
El Ajax pincha, el Anderlecht cumple
En el resto de choques que completaban este primer turno destaca, sin duda, la victoria del FC Copenhague ante el Ajax de Ámsterdam. Los daneses se adelantaron en el marcador en el primer minuto del choque gracias a un gol de Falk, y aunque los holandeses lograron igualar antes del descanso (por mediación de Kasper Dolberg), el delantero Andreas Cornelius plasmó la superioridad de los suyos en el segundo acto, y subió el 2-1 definitivo al marcador en el minuto 60. El Anderlecht, por su parte, cumplió con los pronósticos y derrotó al APOEL a domicilio gracias a un solitario tanto del rumano Nicolae Stanciu.
Resultados octavos de final (ida):
Apoel Nicosia 0-1 Anderlecht
FC Copenhague 2-1 Ajax de Ámsterdam
Rostov 1-1 Manchester United