Existen hegemonías que no se borran con el tiempo. La que mantiene Tigres sobre Pumas es una de ellas. Los del norte refrendaron la supremacía sobre los del Pedregal, misma que les costó perder una Final de Liga hace dos años, la eliminación en Liguilla del torneo anterior, y ahora, el adiós a la ilusión de jugar un Mundial de Clubes. Por marcador de 0-3 en el Olímpico y 1-4 en el global, Universidad quedó fuera de Concacaf Liga de Campeones. De nuevo aparecieron los fantasmas.
Desde el primer minuto, Pumas intentó suplir sus carencias a base de garra y sacrificio. Se veía a Nicolás Castillo, el eje de ataque, presionar desde la salida, así como participar en labores defensivas. Universidad tenía el control de la pelota e intentaba ejercer las mejores acciones; Tigres, replegado, aguardaba por algún descuido ajeno y un desdoble propio.
Transcurría el cronómetro y con él se marchaban algunas opciones en ofensiva: el propio Nicolás Castillo erró un par de ocasiones al momento de definir e incluso Nahuel Guzmán intervino, en el cobro de un tiro libre, para evitar la caída de su marco; Tigres recuperaba terreno poco a poco, aprovechaba los espacios que dejaba el rival y daba ligeros avisos en ataque.
Universidad repetía lo que ha sucedido a lo largo del Clausura 2017: es un equipo que intenta contragolpear, que presiona, pero que falla constantemente y ante esto, el sinodal en turno comienza a ganar metros, a reforzarse en confianza. Anoche ocurrió lo mismo. Al 29', la visita generó su mejor llegada, al combinar toque de primera y poner a Gignac solo ante Alfredo Saldívar.
Y volvieron los fantasmas, las pesadillas. Al 32', en un tiro de esquina, Pumas completó el ciclo que vive a lo largo de cada encuentro en este año. En un remate de Jürgen Damm, cayó el primer tanto de la noche. El Olímpico se tomó un respiro. Tigres había conseguido lo que su rival no. Otra vez, tocaba ir contracorriente. Esta es la esencia del equipo que dirige Paco Palencia.
Con el gol en contra, como ocurrió en la Ida en Monterrey y contra Querétaro y Tijuana en Liga, los ofensivos asumieron mayores riesgos, sobre todo por las bandas, donde Barrera y Gallardo trataron de llegar hasta línea de fondo y ahí buscar un socio dentro del área enemiga. Así se consumió el resto del primer tiempo.
El complemento comenzó a máxima velocidad para Pumas, que tuvo, de nuevo, un par de opciones que incrementaron la expectación de la afición local, pero nada más. Tigres mantendría su guion: aguantar, recuperar y desdoblar. Al 52' Luis Quiñones, bien pegado a la banda derecha, se deshizo de Barrera, después de Cortés y más tarde de Van Rankin, para centrar a los botines de Vargas, que desaprovechó el embate.
Con el segundo tiempo madurando, los Goya se transformaron en un grito de reclamo, que exigía la presencia de Matías Britos... Y en eso estaba la grada, cuando Pumas recibió el segundo tanto de la noche. Al 64', en un contragolpe, de nuevo orquestado por Quiñones, Jürgen Damm puso cifras definitivas: 0-2. El colombiano llegó a línea de fondo, centró y encontró en el espigado volante al autor del segundo gol.
Pumas estaba en la lona y Palencia aprovechó para mandar a Britos, ahora sí, al terreno de juego. El charrúa tendría 20 minutos para encabezar una remontada en CU. Se antojaba imposible. El cuadro del Pedregal no recuperó la esencia aguerrida y menos la pelota. El encuentro se esfumó, como la ilusión del pase a semifinales y un posible Mundial de Clubes, en el frío de la noche. Luis Quiñones, al 87', selló el marcador en el Olímpico Universitario. Hoy, la responsabilidad apunta a Palencia y a los fantasmas del pasado.