El día que Ricardo La Volpe se presento en el banquillo del América, en el partido de la Jornada 11 contra Pumas del Torneo Apertura 2016, el entrenador priorizo el resultado; acepto que las formas en las que su equipo había obtenido la victoria por 2-1 no fueron las que el hubiera querido ni las que le gustaban, porque acabo mirando el cronometro y defendiendo a ultranza. Esa noche, La Volpe señaló que dicho juego se debía ganar como fuera, valoro la victoria, a la espera de que con el paso de los días el equipo cogiera una identidad futbolística.
Los discursos posteriores no cambiaron el tono, cuando tenia ocasión, el entrenador echaba por delante el invicto que mantenía con el paso de los juegos. Así se mantuvo hasta la misma Final cuando en el tiempo regular se decreto una igualada ante Tigres y los felinos se llevaron el titulo en los penales.
Pero ahora, el entrenador de las Águilas ha cambiado la interpretación, ahora sostiene que se deben ver las formas, que hay que ver mas allá del resultado, que hay que ir al juego, a las evoluciones que muestra su equipo, esas que a muchos americanistas no a la prensa, sino al aficionado que paga el boleto, no acaban de seducirlo. Ni que decir del resultado, que ahora tampoco lo acompaña.
Tras cinco jornadas disputadas en el Clausura 2017, América ha sumado tres derrotas, partidos en los que equipo de La Volpe no encuentra su esencia, no muestra un juego que convenza, aunque el técnico ha considerado que su escuadra asume una postura de protagonismo.
La última muestra la dio el timonel en el partido pendiente de la Jornada 1 que América perdió el martes pasado ante Jaguares 2-0. Un juego en el que las Águilas transmitieron poco, un cotejo en el que fueron superadas y de nuevo carecieron de capacidad de reacción.
“He visto un gran funcionamiento y así son los partidos el que tiene la pelota, controla y tiene la posesión para concretar y generar y no logras los objetivos pasa lo que pasa… Faltan muchas fechas… Voy a ver el video, veo situaciones cuando toma el protagonismo un equipo y ustedes (prensa) no las ven y discutir con ustedes ya me cansa, y ustedes me tienen que decir cuántas veces llego Valdez, con pelota dominada en mitad de la cancha y tenia mano a mano por afuera con Renato, con el Cepillo (Peralta), con Silvio, con Domínguez y todavía tenía al cambio de frente de Samudio… Lo dije al principio, me gustó la forma, el sistema, el parado, lograr llegar con pelota dominada, pero en México se habla de otras cosas, se habla de resultado y yo como técnico tengo que ver otras cosas”, fueron parte de sus valoraciones.
Es decir, para La Volpe América juega bien, le falla la contundencia y algunos aspectos defensivos y en la creación, pero para él su volumen de juego le tiene, hasta cierto punto, conforme, pero también con muchos matices por trabajar.
El mismo martes, La Volpe señaló que aún queda mucho torneo por delante. Pero lo cierto es que su escuadra no ha logrado meterse en los puestos de Liguilla y que el mismo juego que ha mostrado América no permite verle al día de hoy como un equipo en evolución, porque las Águilas no son un conjunto que transmita el mismo juego que el entrenador ha defendido en otras ocasiones a lo largo de su trayectoria como entrenador.
Y es que en los tres partidos de Liga en los que América ha tropezado, el equipo no ha mostrado una constancia, de hecho, en ninguno se ha puesto por delante en el marcador, lo que lo ha llevado a ir a remolque y ha carecido de capacidad de reacción o una solvencia para decir que mereció algo más.
Desde su óptica, La Volpe ve que hay torneo por delante, los números lo tienen a dos puntos de la zona de Liguilla, un par de semanas buenas lo pueden llevar ahí.
El asunto es que América solo convence a La Volpe, pero al entrenador se le vienen partidos de buen calibre para validar la evolución de su equipo, esta tarde Puebla, luego Coras en la Copa, el Clásico con Chivas en Guadalajara y después Cruz Azul. Más allá de cualquier discurso, la agenda registra tres cuatro citas cruciales, tres semanas y escenarios para crecer en el juego y, sobre todo, compromisos en los que se necesita el resultado.