05/12/2025

Futbol Tapatío en crisis de violencia evidenciada por muerte de Lalito

Hace 1 meses

Futbol Tapatío en crisis de violencia evidenciada por muerte de Lalito

Si bien el asesinato de Lalito es la más reciente tragedia, no es la única ocasionada por la pasión mal entendida del fútbol

Si bien el asesinato de Lalito es la más reciente tragedia, no es la única ocasionada por la pasión mal entendida del fútbol

El fenómeno de las barras de equipos de futbol ha evolucionado: de simples grupos de animación a colectivos con impacto social y económico que satisfacen la necesidad de pertenencia, arropados en colores, logotipos y banderas. Con el tiempo, han pasado a ser objeto de análisis, pero también de alerta. Más de una vez, estas barras han sido generadoras de violencia, impulsada por una rivalidad deportiva.

En entrevista con MILENIO, Gabriel Flores Allende, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y director para América Latina de la Red Estatal de Investigación Aplicada sobre Seguridad Deportiva (Riasfort), explica que existen dos tipos de aficionados: aquellos que pueden ir en grupos pequeños y los que viajan en autobuses. Por un lado, hay un impacto turístico positivo, con derrama económica, hotelería, transporte y souvenirs; pero también están los que pertenecen al segmento que se filtra para generar desmanes.

“No podemos generalizar que una barra sea un 100 por ciento negativa, sino que puede haber un sector que pretende animar, pero hay otros que son instrumentos de alteración del orden”, señala el investigador.

El especialista recuerda que en el Mundial de México 86 salían grupos de animación a incentivar a sus equipos, pero con el tiempo adquirieron otra dimensión y se fueron transformando según la cultura y la región. En Europa, los hooligans tomaron fuerza en el Reino Unido; en América del Sur destaca el caso de Argentina, donde comenzaron los conflictos entre grupos rivales.

En Jalisco, el fenómeno se consolidó con los equipos locales: Chivas y Atlas. 

“El tema de los orígenes de las barras aquí en Jalisco con los dos equipos de la Liga MX… no podemos decir que inició en un mes o en un día particular, sino que fue tomando forma… hay sujetos que encuentran en estos lugares de expresión radical, otros que, ante un contexto social, encuentran estos lugares de cobijo para poder externar frustraciones sociales”.

Violencia que va en aumento

La violencia entre grupos de animación en el futbol mexicano no es un fenómeno nuevo, pero en Jalisco ha encontrado un escenario especialmente tenso con la histórica rivalidad entre las barras de Chivas y Atlas. Lo que comenzó como una competencia deportiva entre ambos equipos se ha transformado con los años en una serie de episodios agresivos y tragedias que han dejado a la afición marcada por el miedo y la desconfianza.

Los enfrentamientos entre la barra de Chivas y la Barra 51 del Atlas se remontan a finales de los años noventa. Desde entonces, el Clásico Tapatío ha sido catalogado como partido de alto riesgo por la Liga MX y las autoridades estatales.

Los primeros incidentes ocurrieron en los alrededores del Estadio Jalisco, con peleas entre grupos rivales, vandalismo y enfrentamientos con la policía. Para los años 2000, la violencia comenzó a escalar y a extenderse a estadios de otros estados donde coincidían ambos clubes.

Uno de los episodios más violentos en la historia de los Clásicos Tapatíos ocurrió el 22 de marzo de 2014, durante el partido disputado en el Estadio Jalisco, luego de que los aficionados agredieran a los policías que se encontraban en el lugar. El saldo final de este episodio dejó ocho policías heridos, dos de ellos de gravedad. Un día después, el recinto fue clausurado por el Ayuntamiento de Guadalajara.

Si bien el asesinato de Lalito es la más reciente tragedia, no es la única ocasionada por la pasión mal entendida del fútbol
Afición de Chivas también ha tenido episodios vergonzosos (Foto: Especial)

En 2015, luego de que Chivas arrasara con el marcador en los cuartos de final del Clausura 2015, un grupo de aficionados del Atlas invadió la cancha y encaró a los jugadores y a su entonces entrenador, Tomás Boy. El enfrentamiento duró alrededor de 20 minutos y dejó un saldo de diez personas retenidas, que fueron puestas a disposición del Ministerio Público, y nueve lesionadas. Días después, la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol levantó un partido de veto al Estadio Jalisco, después de la sanción determinada por la violencia durante el juego entre ambos equipos.

Otro episodio que será recordado se generó por una manta que algunos aficionados atlistas ingresaron al Estadio Omnilife, en la que se leía “Chi-vas a descender”, durante un encuentro de Copa MX entre Chivas y Tijuana. Esta acción originó que los rojiblancos intentaran golpear a los fanáticos del Atlas. Los portadores de la manta fueron detenidos por la policía de Guadalajara.

Tragedia del Querétaro-Atlas, parteaguas en el futbol nacional

El 5 de marzo de 2022, durante el partido entre Querétaro y Atlas en el estadio La Corregidora, se registró una de las peores tragedias en la historia del futbol mexicano.

En el minuto 62, la violencia se desbordó en las gradas: seguidores de ambos equipos se enfrentaron brutalmente con sillas, cinturones y tubos metálicos. Videos difundidos en redes sociales mostraron a personas golpeadas, semidesnudas y sangrando dentro del estadio, mientras familias intentaban huir del lugar.

La Fiscalía General del Estado de Querétaro reportó oficialmente 26 personas lesionadas y ninguna muerte confirmada. El hecho provocó una crisis institucional en el futbol mexicano. La Liga MX suspendió temporalmente el torneo y anunció una serie de sanciones: el Estadio La Corregidora fue vetado durante un año, por lo que los Gallos no contaron con su público en ese periodo.

Además, sus barras fueron vetadas de sus partidos como local por tres años y uno como visitantes. Mientras tanto, la Barra 51 del Atlas fue suspendida temporalmente y prohibida de ingresar a estadios visitantes. También se ordenó la implementación del sistema de identificación de aficionados, el llamado Fan ID, con el objetivo de controlar el acceso y detectar antecedentes violentos.

Si bien el asesinato de Lalito es la más reciente tragedia, no es la única ocasionada por la pasión mal entendida del fútbol
La pasión bien orientada otorga colorido y más benficios a los encuentros (Foto: Especial)

“Ya no es lo mismo ver el futbol”: reconoce sobreviviente de masacre en Querétaro

A tres años de lo ocurrido en La Corregidora, un joven aficionado del Atlas que estuvo ahí recuerda aquel día que marcó para siempre su forma de ver el futbol. Viajó desde Guadalajara con amigos, en grupo de animación.

Cuando llegaron a Querétaro, asegura que desde un inicio los trataron mal los policías

“Llegamos a las nueve de la mañana y nos empezaron a escoltar y ya no nos dejaron salir del estacionamiento, nos llevaron directo al estadio y ya no nos dejaron salir en camión. Que si queríamos ir a conocer algún lugar de Querétaro o algo por el estilo, teníamos que salir por nuestros propios medios”, cuenta para MILENIO.

El partido era hasta las cinco de la tarde, pero el grupo permaneció retenido por horas. 

“Conforme fue pasando el día, empezaron a llegar más y más gente del Atlas; hubo un operativo muy fuerte donde nos escoltaron todo, nos quitaron muchas pertenencias, fajos, demasiadas cosas y no nos dejaron ingresar al estadio”.

Una vez dentro, todo parecía transcurrir con normalidad. Sin embargo, al minuto 55 recuerda que vieron a una persona brincarse a la cancha y dirigirse justo al área donde estaban él y más aficionados: 

“Toda la gente empieza a alebrestarse y de repente vemos que de la parte de arriba y de la parte de abajo del estadio empiezan a correr por los pasillos hacia nosotros”.

Lo que vino después fue el caos. Unos empezaron a correr hacia la cancha, otros hacia el estacionamiento donde estaban los camiones en los que habían llegado.

“Yo empecé a brincarme por querer estar en la cancha, entonces, al ver que empiezan a ingresarse por los pasillos, me retrocedí y me fui a los camiones. Ahí fue cuando empezó toda la acampada: nos empezaron a aventar botes de basura, de los tambos grandotes, y ya empezamos a ver gente golpeada, tirada”.

En su intento por resguardarse, permaneció varias horas sin poder salir del lugar

“Nos quedamos alrededor de unas cuatro, cinco, seis horas detenidos hasta que empezó a llegar Fiscalía… había gente tirada, pero sí fueron escenas de mucho pánico”.

A tres años de la tragedia, confiesa que su forma de vivir el futbol cambió para siempre. Ya no es lo mismo, pero el fanatismo, dice, sigue igual. 

“Todavía seguimos al pie del cañón, cada que se puede vamos al estadio a alentar”, aunque ya no va con la misma frecuencia.

Su gusto por el futbol empezó desde muy niño, al igual que su amor por el Atlas. 

“Desde que mi familia me llevaba al estadio me encantaba ver cómo vibraba el estadio Jalisco; nada que ver ahorita, se está acabando poco a poco la pasión, la vibra”.
Con voz pausada, comparte un deseo: “Que cambie la mentalidad de muchos aficionados que lo vean solo como diversión. Tristemente, demasiadas personas quieren divertirse y ya no pueden por el temor de qué les vaya a suceder algo”.

Pasión peligrosa; violencia continúa

A más de tres años de la tragedia de Querétaro y con nuevas víctimas en el presente, el futbol mexicano sigue enfrentando un dilema profundo: cómo contener la violencia sin apagar la pasión. En Guadalajara, los clásicos siguen disputándose bajo un fuerte dispositivo de seguridad y sin barras visitantes, pero los hechos recientes demuestran que las heridas no han cerrado.

Si bien el asesinato de Lalito es la más reciente tragedia, no es la única ocasionada por la pasión mal entendida del fútbol
Se debe encontrar la forma de contener la violencia sin apagar la pasión (Foto: Especial)

El asesinato de José Eduardo Ramírez Ávalos reavivó las alertas sobre la falta de control real en torno a las barras. En redes sociales, su familia y aficionados exigieron justicia.

El adolescente de 16 años era aficionado de Chivas y fue asesinado la madrugada del sábado 25 de octubre, tras culminar la serenata que ofrecieron a los jugadores rojiblancos que estaban hospedados en un hotel de la avenida Mariano Otero, previo al Clásico Tapatío. Según las autoridades, se presume que los responsables del crimen pertenecen a una barra del Atlas.

Desde 2022, la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y la Liga MX han implementado un protocolo de acceso controlado para grupos de animación, que incluye: registro oficial y credencialización de integrantes de barras bajo el sistema Fan ID; accesos separados en los estadios para prevenir contacto entre aficiones rivales; prohibición de ingreso a menores de edad en zonas designadas para barras; suspensión indefinida de visitas de grupos organizados a estadios ajenos; sanciones deportivas y económicas para clubes cuyos aficionados participen en actos violentos; y un convenio firmado entre la FMF y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) para el intercambio de información sobre personas con antecedentes delictivos relacionados con eventos deportivos.

Pero las medidas desde la organización son insuficientes cuando el peligro de la rivalidad está en las calles, tan solo por portar una camiseta del equipo rival.

Que las barras sean espacios de expresión cultural y social

Flores Allende señala que un control adecuado puede convertir a las barras en un activo para los estadios y la comunidad: 

“Cuando el recién llegado como presidente de Leones Negros, el maestro Alberto Castellanos pudo apreciar las consecuencias que conlleva mantener una barra… fue el primer club en la Liga Mexicana en erradicar este tipo de grupos de animación”.

Sobre la violencia, explica que ocurre dentro y fuera de los estadios, y considera que la tragedia reciente abre una oportunidad para replantear el manejo de las barras.

“Muchas veces hablamos siempre de sancionar, de multar, pero es momento de entrarle y buscar las oportunidades que tienen en cuestiones de carácter social y cultural, en el cual las barras pueden ser centros de desarrollo cultural, de actividades educativas, sociales, de trabajo colectivo… un lugar de encuentro para favorecer la inclusión”.

También destaca el valor de la tecnología y la transparencia; de ahí la importancia de hacer auditorías públicas: cuántas barras hay, cuántos sujetos, quiénes las integran; y “crear observatorios independientes sobre estos grupos, con mayor vinculación entre instituciones educativas y entidades públicas para detectar focos de alteración del orden”.

El futbol sigue siendo un juego que debe disfrutarse con respeto, aunque se siguen dando conflictos: “Vemos el impacto psicológico, cognitivo y emocional que hay de parte de una persona… el futbol pareciera que tiene un perfil muy particular donde se presentan este tipo de problemas. Tenemos que incrementar los datos, los conocimientos y las acciones conjuntas… para sensibilizar que el futbol es un juego nada más”.

Para el académico, las barras no van a desaparecer ni pueden ser prohibidas.

“Es un tema en el cual todos los sectores que tenemos que ver con el ámbito deportivo tenemos que dimensionar la palabra juego, convivencia, deporte, recreación, calidad de vida, estilo de vida, y educar desde las diferentes etapas de la vida de un sujeto”.

Así, hace un llamado a la reflexión y a la responsabilidad compartida: “Tenemos que trabajar de manera integral para que el futbol siga siendo un juego y las barras sean espacios de expresión cultural y social, no de violencia”.

OV

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