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—Tu papá fue quien te inculcó el amor por el esquí desde pequeño. ¿Puedes contarnos más sobre tus inicios con este deporte?
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Efectivamente fue mi papá el que me lo inculcó. Mis papás son holandeses y les gusta viajar. Todo empezó porque una de las mejores amigas de mi mamá vivía en San Francisco, y cuando íbamos a visitarla íbamos a un centro de esquí cerca, en Lake Tahoe, que se llamaba “Squaw Valley” ahora es “Palisades Tahoe”. Mi papá, que ya esquiaba, siempre tuvo el sueño de esquiar en una pista avanzada, que vendría a ser una “black diamond” con sus hijos -mi hermana y yo-. En uno de esos viajes bajamos una “black diamond” y fue muy emocionante para él. Fue entonces que nos empezó a transmitir su gran amor por el esquí.
Mi mamá también tuvo un rol fundamental. A ella no le gusta el frío, para nada (risas), pero siempre nos acompañó a los viajes en todas las vacaciones, porque sabía que a mi hermana y a mí nos encantaba esquiar. Eso es algo que agradezco mucho.
—¿Cuándo empezaste a dedicarte de manera más seria al esquí? Cuéntanos sobre el proceso previo a una competencia, por ejemplo en la que estuviste recientemente en Chile.
La verdad yo soy más un esquiador “de vacaciones” (risas), pero soy muy deportista en general. Diría que empecé a tomármelo mucho más en serio cuando me mudé a Europa porque ahí obviamente hay más sitios para practicar cerca. Pero lo que más me acercó al deporte fue que hice toda una temporada en la que fui instructor de esquí. Cuando empecé a enseñar empecé también a entender mucho más la técnica, y en paralelo yo esquiaba todos los días por mi cuenta, eso me consolidó aún más.
Tengo un amigo -Jhonny Ecos- que hace snowboard y sandboard. Es instructor en Huacachina, y me puso en contacto con Martín Guerra. De hecho, fue Martín quien empezó toda la movida de esquí en arena acá en el Perú. Él me explicó cómo funciona la modalidad de “free ride” (estilo libre) que recién está tomando viada en Sudamérica y decidimos inscribirnos a alguna competencia donde podamos participar en esa categoría.
Encontramos esta en Chile y aplicamos para un Wild Card (invitación) y, como en la región actualmente están buscando incentivar más el deporte y reclutar gente de otros países que no sean solamente Argentina o Chile -donde se practica más el esquí-, nos aceptaron. Enrumbamos a la competencia con Jhonny. Fue una experiencia increíble.
—¿Consideraste volverte profesional en algún momento?
Ahora es una idea que cruza mi cabeza, podría ser una ruta, pero lo veo muy lejano. Antes de esta competencia en Chile la verdad nunca lo consideré. Cuando tenía 15 años quería ser profesional en fútbol, que también juego hasta el día de hoy, pero me di cuenta de que hay muchas cosas que evaluar y que el talento, en verdad, no estaba. Hablando con mis papás en ese momento me di cuenta de que era una ruta muy difícil para mí y tomé la decisión de irme a Europa.
Me fui a Países Bajos a estudiar y al final me quedé con eso, esquiando como hobby. Pero ahora se ha abierto la posibilidad de competir; ya tengo 29 años, no diría que estoy viejo (risas) y habiendo probado las competencias podría considerarlo. Pero también debo ser realista, no soy un chico que creció en la montaña y compito contra esquiadores en el que la mayoría han crecido con la montaña de esquí al lado. Por ahora igual lo estoy tomando como un pasatiempo bonito, y me ha permitido conocer una comunidad increíble de esquí y snowboard. Entreno en diferentes zonas -voy seguido a la Huacachina a esquiar las dunas, por ejemplo-, me mantengo en forma yendo al gimnasio, entrando al mar, o jugando fútbol, así que tengo que ir viendo.
—Cuéntanos sobre las competencias. ¿Cómo funcionan?
La semana pasada me fui a Argentina a competir de nuevo, fue bastante emocionante. Fui con Jhonny, el amigo que contaba antes, él ya ha sido campeón sudamericano en sandboard, entonces tiene mucha más experiencia en competencia, era una oportunidad interesante.
En el esquí hay diferentes modalidades: esquí alpino, que es lo que se vé mayormente en las Olimpiadas; el esquí de fondo, que son carreras más largas y vas creando tu propia velocidad; también está el esquí freestyle; y el que nosotros practicamos es el “free ride”, una modalidad mucho más abierta donde tú puedes definir tu línea como competidor, es más artística, por así decirlo.
Los niveles de competencia son Qualifier (o clasificatorias), Challenger y Free Ride World Tour, que es ya el nivel recontra profesional. Por ahora yo sigo en la etapa de Qualifier, espero seguir sumando experiencia que me sirvan para otros torneos.
Los participantes se dividen por regiones. La 1 y la 2. La 1 está conformada por Europa, Asia y Oceanía. La 2 por Estados Unidos, Canadá y Sudamérica. Las competencias tienen rankings por estrellas, normalmente uno empieza en el ranking de 1 estrella y vas subiendo de nivel sucesivamente según cómo te vaya en las competencias hasta alcanzar el nivel de 4 estrellas, al menos en Sudamérica.
—El esquí no es muy conocido en el Perú a pesar de ser un deporte olímpico y haber tenido representantes nacionales en los Juegos Olímpicos de Invierno. Ornella Reyes ha sido una de nuestras mejores abanderadas, por ejemplo. ¿Puedes contarnos sobre el panorama del esquí en el país? En tu caso, ¿te respalda alguna federación?
Acá es recontra complicado. Sobre todo, para los peruanos que quieren desenvolverse en el esquí de nieve, porque no hay lugares. Sí creo que hay una gran oportunidad hacia el futuro en arena, creo que ahí el sandboard y sandski va a crecer mucho.
Actualmente, con el calentamiento global, la nieve ya no es como lo era antes. Hace 30 o 40 años se esquiaba el Pastoruri, acá en el Perú, conozco algunos papás de amigos míos que me cuentan haberlo hecho, pero hoy ya no cae la nieve como en ese entonces, así que ya no es tan accesible.
Para entrenar o competir hay que viajar a países como Chile o Argentina, que es lo más cerca, o vivir en Estados Unidos o Europa donde hay mucha más infraestructura. Viviendo acá, yo voy seguido a Ica, pero me funciona más porque ya tengo una base de esquí en nieve, y no he tenido que empezar de cero.
Federación todavía no hay en el Perú. ¿Podría abrir una, no? (risas) Podría ser un proyecto interesante para seguir apoyando y difundiendo el deporte.
—¿Y no has pensado retomar la enseñanza?
La verdad no, no he pensado en retomar ser instructor. Tengo un trabajo y me enfoco en eso. Además, siento que quiero enfocarme más en mí esquí y en mi ruta hacia lograr más cosas a nivel individual.
—¿Cuáles han sido los principales retos que has tenido que atravesar en estos años que llevas en el esquí?
Creo que el viaje y llevar todos los equipos es un pequeño reto, hay que pasar por los aeropuertos cargando los esquís, es la parte no tan bonita que no solemos mostrar, porque al final enseñamos el resultado (la foto esquiando o el video) y no tanto el proceso. Pero bueno, ya estoy acostumbrado a cargar todo ese peso (risas).
Pero, sin duda, el reto más grande es el financiamiento, no es un deporte barato para nada. Yo he tenido la suerte de tener una familia que me ha podido apoyar. Ahora ya pago todos mis viajes, como estos últimos a las competencias. Hay que pagar pasajes, pases para los lifts, comprar equipos o alquilarlos. Para competir es una inversión aún más importante, ahorita lo hago puramente por pasión pero, de hecho, si quisiera seguir compitiendo tendría que empezar a buscar sponsors.
—¿Y las mayores satisfacciones?
Tuve un momento en la competencia de Chile en que me caí en la parte más fácil, digamos. Me dio un poco de pena, pero justo después de eso logré hacer un truco que sabía que era difícil, salió bien y lo celebré. A pesar de que mi caída me bajó el puntaje, me dio mucha satisfacción caer el truco porque era un reto para mí. Cuando llegué a la meta me felicitaron otros competidores porque era la primera vez que veían a un peruano lograrlo, creo que algunos se sorprendieron un poco (risas).
—En tus redes siempre muestras paisajes hermosos para esquiar. ¿Cuáles son tus destinos favoritos para practicarlo?
Te voy a dar solo uno, que es el que tengo grabado en el corazón: Squaw Valley (ahora Palisades Tahoe) en Lake Tahoe siempre será mi favorito. Me acuerdo cada detalle de ese lugar porque fui desde muy pequeño, hasta me acuerdo todos los nombres de los lifts (telesillas). Pienso en cualquier otro centro de esquí y no me acuerdo los nombres de los lifts. Este es el más importante para mí por toda la historia que tiene en mi vida.
—¿Qué le dirías a las personas que quieren comenzar a practicar esquí en el Perú? Ya sea como deporte profesional o como actividad recreativa.
Que, si tienen la oportunidad de ir afuera, sobre todo a Chile que es lo más cercano y accesible, vayan para aprender. Si no tienen esa oportunidad, como con cualquier otro deporte es meterle tiempo, ganas y sacrificio. Un buen comienzo es que vayan a las dunas de Ica (Huacachina) que es más accesible. ¡Pónganse sus equipos y láncense sin miedo! Hoy hay mucha gente capacitada en Huacachina, y sí es importante que consigan a alguien que los acompañe en ese proceso de aprendizaje. Hay muchos instructores buenos ahí. Y si lo quieres tomar como profesión, creo que lo más importante siempre será entender que hay que ponerle mucha voluntad y dejar muchas distracciones en el camino para lograr objetivos.
—¿Nos puedes compartir un sueño que tengas? Por ejemplo, tu montaña soñada para esquiar.
No tengo una montaña específica, pero lo que sí tengo es un destino soñado: Alaska. Me encantaría poder esquiar ahí algún día. Hay mucho esquí en helicóptero, que no es el que todos conocen, es más extremo. Es una modalidad que no necesariamente es competencia, pero los esquiadores o ‘snowboarders’ son transportados hacia montañas más remotas y los dejan en la cumbre, y de ahí cada uno elige por la zona que quiera bajar. Lo especial de esto es que bajas por partes de la montaña en las que nadie ha esquiado antes, nieve virgen, digamos. Esa manera de esquiar es felicidad en estado puro.
El esquí en el Perú necesita apoyo y difusión. Para más información o contacto, encuentran a Sjoerd en Instagram como @sjo.de.wit.
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