“El responsable soy yo”, dice Jorge Fossati. “Estamos destrozados. Le pedimos disculpas al hincha”, confiesa Aldo Corzo. “En las buenas y en las malas”, corea la Trinchera Norte. Tras lo visto, las palabras y las excusan sobran. Universitario 0-4 Palmeiras. Epitafio de una ilusión que duró tres minutos y se sufrió hasta los 90+6′.
MIRA: Una goleada que deja casi eliminado a Universitario de la Copa Libertadores: el lado B de una noche para el olvido en el Monumental
Si se tratara solo de cuánto hay que alentar, Universitario hubiese salido airoso ante un Palmeiras estilo europeo al que le queda chico el fútbol brasileño. En la noche más dura en los últimos tiempos, solo se salva la hinchada crema que acompañó en la previa, resistió en cada mazazo brasileño y se retiró del Monumental con el acto decente de regalarle aplausos a ese equipo que en la cancha sufrió un desastroso 4-0 y lució su peor versión en tres años.
¡Gracias por suscribirte a Crema y nata!
Tu inscripción ha sido confirmada. Recibirás nuestro newsletter en tu correo electrónico. ¡Esperamos que disfrutes del contenido!
Lamentamos verte partir.
Tu suscripción ha sido cancelada y ya no recibirás más nuestro newsletter en tu correo electrónico. Si cambias de opinión, siempre serás bienvenido de nuevo.
¡Gracias por habernos acompañado!
Newsletter exclusivo para suscriptores


Tres jugadas definen cómo vivió el partido la ‘U’.
Uno. Con el rápido 2-0 abajo, César Inga se escapa por izquierda. Llega al fondo, aguanta la marca y, en vez de patear al arco, saca un centro al bulto. Despeja Palmeiras.
Dos. Rodrigo Ureña recupera un balón a 10 metros del área contraria. Es una zona de incidencia poblada por ambas camisetas, pero el chileno se tarda tres segundos en decidir. Un atacante replegado de Palmeiras le quita el balón.
Tres. La ‘U’ sale con una mejor actitud en el segundo tiempo. Logra que Palmeiras retroceda cerca a su arco. Riveros confunde la intensidad con agresividad y corta un contraataque con un planchazo a un rival. Es amarilla hasta que el VAR analiza cuadro por cuadro, segundo a segundo, y el paraguayo ve la roja. Y a las duchas.
UnoxUno de Universitario
Sebastián Britos: Lo más cerca que estuvo de evitar uno de los cuatro goles fue en el penal del paraguayo Gómez. En los otros tres desnudó las falencias por las que partidos atrás el hincha comenzó a criticarlo. En suma. Cuatro paradas, ganó un mano a mano a Vitor Roque, pero también solo 12 de 21 pases suyos fueron acertados. De 15 despejes, solo 6 acabaron en los pies de sus compañeros. Lejos del nivel mostrado en el Más Monumental de River Plate.
Williams Riveros: El defensor paraguayo, con más de 100 partidos con la ‘U’, tuvo una actuación para el olvido. Lento en la marca, abusando en exceso de los despejes y desequilibrado en la salida. Sus rechazos parecían invitaciones al contragolpe; sus pasos, anuncios para que los delanteros brasileños busquen el gol una y otra vez. Anoche, Riveros no defendió, cedió territorio y fue protagonista de la roja que rebalsó el vaso de agua. En Sofascore se llevó un vergonzoso 5.8 de calificación.

Aldo Corzo: Ese hombre que es símbolo de compromiso y goles en momentos determinantes, falló en el acto más simple: marcar. Lo buscamos en la deriva del lateral cuando emergía el desequilibrio por su zona; pero no lo vimos. Fue fantasma táctico y sombra defensiva, olvidado en cada centro rival.
Matías Di Benedetto: Va a ser señalado como el primer culpable por el penal que cometió sobre Roque a los 3 minutos. Se deslizó por la cancha como un barco sin timón. Perdiones de balón, dedos apuntando después de los errores, inseguridad. El argentino se perdió en filas y nunca se salvó. Cada velocidad del ‘Verdao’ fue su verdugo silencioso.
Rodrigo Ureña: centro de gravedad del mediocampo crema, emergió afectado. Metido en el triángulo López-Martínez-Evangelista se notó exhausto, ahogado y completamente perdido. Sus pases carecieron de sentido, su conducción fue torpe. El control desapareció, el medio fue un páramo. Cada balón robado fue oportunidad perdida, cada presión rival fue un festival de desorden. Encima se lesionó del gemelo. Se perderá el viaje a Huancayo y la vuelta en Sao Paulo. Le prenden velas para que llegue al clásico del domingo 24.
César Inga: Al acecho del hueco ofensivo, fue ausencia pura. Ni estuvo, ni casi apareció. Cuando tocó la pelota fue para evidenciar su falta de influencia: balones devueltos, esperanzas que no salen, juventud frenada por un ambiente que exigía más. Para el hincha, deja la sensación que fue el que más intentó, pero sus jugadas cayeron en saco roto.

Andy Polo: Quien debería aportar chispa, se notó amputado en su explosión. No desbordó, no desarmó líneas. Fue compañía nula, rumor de lo que debería ser desequilibrio. La banda fue un precipicio para su escasa intención de atacar.
Jairo Concha: Fue nota discordante: apareció poco, y, al aparecer, lo hizo con impotencia. Fue actor en cámara lenta que sabía que no era protagonista. Su creatividad no alumbró vida, y se fue apagando hasta que vio el cartel con su número de cambio.
Martín Pérez Guedes: Carrera y vértigo, sin argumento. Persistentes intentos sin dirección. Se empeñó en actuar como llegador cuando el equipo pedía construcción. Fueron sus llegadas, adornos sin brillo.
Edison Flores: Cuesta creer que el último representante de la vieja llama crema, se apague en cielos nublados. Sus intentos fueron llamados al viento. No inflamó, no iluminó. Solo fue siluetista de lo poco inspirado que se mostró el equipo.
Alex Valera: Finalmente, fue el resumen ofensivo del partido. Presencia en letargo. No existió en la zona decisiva. Su sola sombra fue invitación rival para correr, para atacar con mayor convicción.

**************
¡Tu pasión merece ser premiada! Accede a contenido exclusivo, sorteos, premios y más con la Suscripción del Hincha. Da click aquí para ingresar.
