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Cuando llegó a la “U”, a mediados de 2023, Jorge Fossati encontró un vestuario caído, casi por el suelo, pero un líder nato, capaz de entregar la vida por él. Era Aldo Corzo. “Es un técnico que nos ayudó mucho en lo anímico, nos acogió, nos cuidó”, contó el capitán a fines de 2023, después del título merengue y antes de que el entrenador uruguayo decidiera dejar el club para tomar las riendas de la selección peruana.
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En la Videna, Fossati siempre convocó a Aldo Corzo. No fue titular siempre, pero era el nexo entre el técnico y el nuevo vestuario. Era su líder silencioso. Y cuando volvió a la U este año tras la salida de Fabián Bustos, tomó una decisión que al principio fue criticada: apostó por Aldo antes que por César Inga, el fichaje de Bustos que estaba destacando.
Y la recompensa llegó en el final del Torneo Apertura: Corzo anotó quizá los dos goles más importantes, a Ayacucho y Deportivo Garcilaso. Ambos terminaron en victorias y fueron lejos del Monumental. “Trabajó muy bien durante todo este tiempo, y eso era muy necesario”, destacó el entrenador.
“Es un técnico que sabe ayudar al jugador. Obviamente, en el año, como toda relación, también peleas, chocas, y ahí hemos tenido siempre nuestras cosas. Y él tiene carácter, entonces, ha sido bravo, pero es parte de su manejo. Es un líder que se hace respetar. Yo he visto jugadores en el plantel que tienen un carácter fuerte, pero con él no podía”, contó alguna vez Corzo sobre Fossati. Siempre fue una relación de padres e hijo, de líderes de un vestuario que aprendió a dominar el fútbol peruano como pocas veces se vio.

Una devoción como conexión espiritual
“Quiero agradecer primero a la Virgen María”, declaró entre lágrimas un Aldo Corzo emocionado tras conseguir el título nacional en 2023. Criado en el Santa María Marianistas, un colegio cuya historia obedece a la inquietud de un grupo de padres de familia, cerca de los años 30, en construir un colegio que sea conducido por una congregación religiosa.
Esa devoción del futbolista congenió muy bien con la de Jorge Fossati, quien es devoto de la Virgen de Lourdes, que es una advocación de la Virgen María muy conocida, especialmente por las apariciones a Bernadette Soubirous en Lourdes, Francia, en 1858.
Fossati es un hombre de fe. Cada detalle, cada gesto y cada acción involucra un poco su ferviente hábito católico. No por nada celebra levantando los brazos hacia el cielo o besando uno de sus tantos rosarios que le cuelgan del cuello.

Aquellos rezos y festejos con ribetes religiosos están dedicados a su apreciada Virgen de Lourdes, quien ha dejado una importante huella desde que tiene uso de razón despertando su creencia: “Club Goes, tres cuadras más abajo, iglesia San Miguel Arcángel, padres salesianos y entre esos lugares pasó mi niñez repleta de amigos y allí recibí la gracia de la fe”.
Eso sí, “en mi casa, es la razón de la virgencita, porque mi madre era muy devota no de ella, sino de la Virgen Milagrosa, es de ella, pero con la advocación de la Virgen Milagrosa”. “Simplemente después la Virgen de Lourdes es porque tiene un santuario muy grande y visitado en Montevideo. No concibo nada de lo bueno que me pasa sin su protección, ayuda e intercesión ante Dios nuestro señor”, reflexionó.
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