Tras su triunfo en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, Donald Trump ha comenzado a delinear algunas de las políticas más polémicas de su próximo mandato, entre las que resalta un plan de deportaciones masivas. Durante su campaña, enfatizó repetidamente que uno de los objetivos centrales de su administración sería la expulsión de todos los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.
En este contexto sobre la situación del país americano, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, manifestó, el pasado 1 de enero en su primer discurso, su inquietud respecto a las intenciones migratorias del nuevo mandatario estadounidense. ¿Qué medidas radicales tomará contra el republicano tras sus próximas decisiones?
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¿Qué país lanzó AMENAZA a Donald Trump tras anunciar deportaciones?
¡Atención! La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha advertido sobre la posibilidad de implementar medidas severas, que incluirían un cambio en las políticas de cooperación militar con Estados Unidos. Esta advertencia surge a raíz de la presencia de la Base Aérea Soto Cano, establecida en el país desde 1982, la cual alberga tanto personal militar como civil estadounidense.
Castro enfatizó que, si el presidente electo, adopta una postura agresiva hacia los migrantes hondureños, la cooperación militar entre ambas naciones carecería de justificación. En este contexto, la base militar se convertiría en un foco de tensión, especialmente si las relaciones bilaterales se ven afectadas por las políticas migratorias.
La mandataria también señaló que, en caso de que se intensifiquen las deportaciones, la permanencia de la base en Honduras podría verse comprometida, lo que implicaría el regreso de los efectivos y el equipo militar a su país de origen.
Consecuencias de las deportaciones y la postura de Honduras
El enfrentamiento entre las políticas migratorias de Estados Unidos y la postura del gobierno de Honduras podría desencadenar una tensión diplomática sin precedentes. La posible cancelación o reconfiguración de la cooperación militar tendría consecuencias significativas para ambos países.
Para Honduras, la pérdida del respaldo militar estadounidense podría traducirse en una reducción de recursos y capacidades para combatir amenazas internas, como el narcotráfico y la violencia de pandillas.
Por su parte, Estados Unidos vería comprometida su base estratégica en la región, lo que complicaría sus operaciones en Centroamérica y limitaría su influencia en el área.