NUEVA YORK.- En ese revés cruzado de Karolina Pliskova que se fue largo se unieron las dos alegrías de Angelique Kerber: conquistar el Abierto de Estados Unidos y alcanzar la cumbre del ranking mundial. La alemana no había podido celebrar así, en un instante de éxtasis, el notición que le había dado la derrota de Serena Williams justo antes de su semifinal, el de que es la mejor tenista del planeta en los últimos 12 meses. Entonces, el fallido tiro ganador de la checa que sentenció el 6-4, 3-6 y 6-4 soltó el frenesí, volteó de alegría a la campeona sobre el cemento verde del Arthur Ashe.
Le costó un buen tiempo a la germana llegar hasta este punto que la sitúa en la historia mayor. Hasta enero de esta temporada era una entre tantas buenas jugadoras que animan el circuito, que amenazan a las grandes, que levantan algunas copas, y no más que eso. Pero el Abierto de Australia le cambió la vida. Melbourne la vio anotar su nombre entre las ganadoras de torneos de Grand Slam, y con una victoria de ésas que sí hacen ruido, contra Serena, la eterna líder del ranking. Angelique acababa de cumplir 28 años.
Pareció que por fin despegaba del todo su carrera. Pero más tarde, dudas: eliminación en el debut de Roland Garros, ya cuando estaba lanzada en la búsqueda de la cima del ranking. Fue sólo una falsa alarma: el Abierto de Francia suele tratar mal a las favoritas. Wimbledon la vio recuperarse y acceder a la final, pero la menor de las Williams se tomó desquite de aquello de principios de año y defendió la cúspide. El gran momento de la chica de Bremen que vive en Polonia se extendió a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde la medalla plateada fue un estupendo premio, aunque a ella le quedó la espina de la derrota en la definición a manos de una desconocida, la portorriqueña Mónica Puig. Otra cita importante, el Masters 1000 de Cincinnati, tuvo a Kerber en el desenlace y le reportó otra decepción, tal vez la peor: caída por 6-3 y 6-1 frente a... Karolina Pliskova, cuando estaba a mano el bendito número 1 del mundo, a sólo una victoria. Ésa que no obtuvo.
Pero el tren pasó de nuevo para ella. La misma checa que le había puesto el piquete en su camino al pináculo del escalafón bajó de las alturas a Serena en Flushing Meadows y encumbró a Angelique, que afrontó esa semifinal con Caroline Wozniacki sabiendo que desde el siguiente lunes su nombre figuraría arriba del resto en la lista. La germana no se desenfocó y superó sin apremios a la danesa -ex N° 1- para pasar a la final. Ideal como para agradecerle a Pliskova el favor reciente... y vengarse del golpe un poco menos reciente.
Es mejor Kerber que la checa. No tiene tanta potencia, y es lógico, porque el 1,85m de Karolina y sus brazos largos le permiten sacudir fuerte la pelota. Pero así como asombra con sus passings (40 tiros ganadores contra 21), falla. Falla bastante: 47 errores no forzados cometió, frente a 17 de la campeona. La hizo correr casi 260 metros más durante las 2 horas y 7 minutos del encuentro, la llevó a un tercer set en el que llegó a estar quiebre arriba. Pero en el tenis gana, además del que acierta más, el que se equivoca menos.
Y Kerber, que no es un dechado de virtudes técnicas, es más completa y más regular. Muestra buenos desplazamientos y es luchadora ante pelotas que parecen casi perdidas. Tiene un golpe muy característico, el de pegar casi en cuclillas para responder los envíos bajos, y le sale bien. Como casi todas sus colegas, la zurda ejecuta de dos manos el revés, sin mayor agresividad. Y cuando podría haber flaqueado en ese 1-3 del set decisivo, con el recuerdo de Cincinnati tan fresco, se sostuvo, estableció un 5-1 en games y consiguió su segundo trofeo de Grand Slam, todavía en la era Serena Williams.
No es muchísimo más joven que la estadounidense (34), y de hecho Kerber es la número 1 que con más edad alcanza esa posición a lo largo de las 41 temporadas del ranking. Los 28 años parecen ser el punto exacto de tope de rendmiento de un tenista, entre lo físico y lo mental. La diferencia de Angelique con las demás líderes es que a ella el sendero le resultó más largo, que se destacó menos cuando joven. Pareció que se había estancado luego de ser 5a en 2012 y terminar 9a, 10a y 10a en los años subsiguientes. Pero... "Muchas cosas cambiaron este año, como mi equipo de trabajo. Mejoré en un montón de cosas: mi físico, mi agresividad, hacer mi juego, ser más positiva mentalmente", explicó sobre su tardía explosión de rendimiento.
"Al llegar acá afronté la presión de que todo el mundo me preguntara por el número 1. Estas dos semanas fueron increíbles", celebró ante los periodistas. Ya había recibido en la cancha el cheque por 3.500.000 dólares y se le había patinado el tono de voz para contener la emoción. Así se abre la era Kerber en el alicaído tenis femenino. Queda por ver qué lugar terminará ocupando en la historia.?ß