Aún no asimila el impacto de la medalla. Para él mismo, así como para lo que significa a nuestro país. Pero acaso, alguno de nosotros, ¿podríamos ponernos en sus zapatos para sobrellevar dicha emoción que lo cubre por completo? Difícil saberlo, pues ganar una presea olímpica debe algo único en la vida, algo inconmensurable. Stefano Peschiera llora de felicidad a su llegada a París, para su presencia con el ‘Team Perú’ en la Clausura de los Juegos Olímpicos. La imagen de él en el podio, los recuerdos de la vela en el mar inolvidable de Marsella, así como también las enseñanzas de su abuelo son recuerdos que aparecen como flashes en la mente de nuestro velerista nacional, quien, hace tres días, puso la bandera del Perú en un lugar en donde no estaba hace 32 años. Depor charló con Stefano para sus impresiones por medalla de bronce en París 2024.
Stefano, ya en París, ¿cuéntame cómo estás?
Feliz de estar acá, descansando un poco luego de las celebraciones y compartiendo con el equipo.
Cuéntame un poco sobre tu torneo, hiciste buenas regatas desde el inicio...
Este es un deporte de largo plazo, dura varios días y se van acumulando los puntos. Haces dos pruebas por jornada por cinco días. En total, diez competencias. Anulas tu peor prueba y, con ese puntaje, de tus nueve mejores, pasas a la final. En la final, entran los diez mejores. Al final, gana el que menos puntos tiene. Si quedas primero te dan un punto, si quedas décimo, te dan diez. Quieres quedar primero en todas, pero no es fácil y la consistencia es la que paga. El primer día fui el mejor del día, metí un primero y un sexto lugar. Somos 43 compitiendo, un buen resultado siempre es un top 10, se salva un top 15. Y eso es lo que logré hacer. Metí muchos top 15, top12, top 10.
En los últimos años lograste tener esa consistencia...
En general, creo que soy de los más consistentes, lo vengo probando hace muchos años. Los últimos años han sido de resultados consistentes, muy cerca del top 10. Eso hace que la flota te respete. Si bien de chico, la flota me respetaba y lograba meter esos top 10, a esa edad ni te importa haber cumplido el objetivo, lloras y te diviertes. En mis dos primeras participaciones olímpicas me costó y no disfruté. La verdad es que había mucha presión, generada por mí mismo. Está vez me he demostrado de lo que soy capaz, salí solo a demostrarme de lo que soy capaz. El principal objetivo es tu felicidad, no por las redes, no por los seguidores. Esta medalla es para mi abuelo.
¿Tu abuelo fue una persona muy exigente?
Mi abuelo siempre fue bien duro, exigente y hasta le decía a mi papá porque yo estaba compitiendo en el deporte y no dedicándome a una carrera universitaria. Si bien él me enseñó a navegar, nadie había sido olímpico o competitivo en mi familia. Lo hacíamos por hobby, nos divertíamos. Yo fui el primero de un grupo de 24 primos. Yo lo vi como una manera de desfogar todo.
¿Qué le dirías a tu abuelo si lo tuvieras acá?
Que gracias por las oportunidades que nos dio. El trabajó muchísimo por la familia. Desde los 16 años fue al campo a trabajar en agricultura, formó un imperio con puro ahorro y puro trabajo, hizo colegios en Cañete y hasta el día de hoy tiene muchísimo respeto de la gente de allá. Hoy en día podemos estar aquí y pude optar por este deporte gracias a él.
El trabajo mental fue fundamental...
Yo lo que necesitaba es estar tranquilo. Para ganar una medalla olímpica, tenía que estar bien de la cabeza.
El día que iba a ser la medal race, hubo una primera que se canceló. ¿Crees que te ayudó porque habías empezado no tan bien?
Puedo decir que ahí se alineó todo, Diosito nos mandó un milagro y la verdad que no era una buena regata. Yo salí muy tranquilo al agua, he logrado encontrar un estado de flow, mi psicólogo me ayuda muchísimo. En un minuto, estás feliz y, en otro, estás preguntándote porque estás vivo. Tienes que poder estabilizar esos pensamientos. Hay que potenciar lo bueno sin perder el foco. La primera, fue una regata difícil, ya estaba recuperando, pero el viento estaba muy bajo. Entonces yo estaba pidiéndole a los jueces que la anulen. Era como pedir el VAR.
Este tema que les dieron los mismos botes a todos, crees que influyó en el resultado...
Yo creo que sí. Las potencias mundiales cierran fábricas para hacer sus propios botes o hablan con fábricas porque les compran tanto y luego los miden. A veces hasta los abren. Yo nunca he hecho eso. Si bien tengo acceso como top 10 a poder elegir un bote con medidas legales, pero que me favorezcan. Eso ayuda un montón. El hecho que nos den los mismos botes hace que el nivel sea balanceado y justo.
¿Cuándo sentiste que podías ir por la medalla?
Dos semanas antes de los Juegos Olímpicos. Lo más importante es que mi familia, todo mi equipo ha confiado en mí, así como en mi manera de decidir cómo íbamos a gestionar los meses previos. Dos semanas antes, en Italia, con mi entrenador, con mi familia adoptiva de Italia, ahí me di cuenta estoy mentalmente bien, estoy bien físicamente, no tengo porque no poder optar e ir a tentar una medalla.
En Río quedaste en el puesto 31; en Tokio, en el 25; y en París, tercero. ¿A qué se debe ese gran salto?
Creo que es mi cabeza. En Río y Tokio estaba bien físicamente, soy un deportista que tiene buena mano para el timón y, cuando tienes buena mano, puedes ganar medalla de oro a los 21 años. Yo sabía que podía quedar top15 en Río, pero cometí unos errores que nunca había cometido. Siempre he dicho que Río y Tokio han sido las peores competencias de mi vida. Y creo que era porque yo pensaba que eran competencias distintas, me presionaba demasiado. La experiencia de los errores, si no aprendes de ellos, vas a seguir cometiéndolos.
Se habla mucho del apoyo. En tu caso, ¿cómo está el apoyo con el Estado?
Yo creo que lo que la prensa en general quiere que nosotros digamos que no recibimos nada de apoyo y que seamos víctimas, como pasa mucho “los peruanos nos tratamos de hacer las víctimas y nos damos pena a nosotros mismos”. Eso fue lo que me inculcó mi abuelo de que “nunca sientas pena por ti mismo” y busca la manera de resolverlo. Como funciona el apoyo del Estado, es una decisión que vamos a tener con el Estado porque siempre se ha apoyado proporcionalmente a tus resultados y, de repente, ahí es cuando se mojan las familias o tus auspiciadores. Tengo auspiciadores que han estado conmigo desde 2018, 2017, esos son los que han estado conmigo en las buenas y en las malas, yo no tendría esta medalla si ellos no hubiesen confiado en mí. Mucho es mental. Si se te van los auspiciadores, te retiras, pues te quedas solo con lo del IPD. Yo he estado casi en depresión por momentos porque no renovaba contrato.
¿Ya eres consciente de lo que has hecho?
Todavía. Yo he llorado en la llegada y sigo llorando de vez en cuando me llegan imágenes de abuelo y de mi familia emocionada. Nos va a cambiar la vida a todos. Lo más importante es mantener la sencillez, pero todavía no soy consciente.
Ahorita qué estás pensando, tienes la medalla colgada, ¿qué es para ti?
Es mi amuleto, duermo con la medalla, la protejo como mi vida, no voy a ningún lugar sin la medalla. El australiano. que ya ganó un oro. me dijo que la parte divertida será cuando pases por la seguridad en el aeropuerto con la medalla y que vean un pedazo de metal con el que puedes hacerle daño a alguien, pero cuando vean que es una medalla, te celebran.