19/11/2024

CLAE de Carlos Manrique, la misteriosa historia con los Carasucias cheverengues y cómo Universitario le puso fin [VIDEO]

Hace 4 meses

La mayor estafa financiera en la historia del Perú también llegó al fútbol peruano a inicios de los años noventa y terminó con un chamán, a puñetazos y contra Universitario de Deportes.

Muchos años después, frente a un recorte de periódico, el ahora exfutbolista Francesco Manassero había de recordar aquella tarde remota en que el entrenador le llevó un chamán. Defensor Lima era entonces un club de miles de problemas, intentando trajinar por la temporada con un plantel golpeado por la crisis económica que por esos tiempos azotaba al fútbol peruano y hacía improbable mejores auspicios y por ende, mejores salarios. El histórico cuadro de Breña ya había padecido con el CLAE de Carlos Manrique y luego, alcanzaría la cúspide de la tragedia en el descenso deportivo con una marca auspiciadora que, digamos, por esas ironías de la vida, resumía todas las emociones ajenas a una escena de caída: Erectol.

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Existe un fragmento del escritor colombiano Gabriel García Márquez en el arranque de su famosa novela Cien Años de Soledad que si la adaptamos a esto que Nolberto Solano llama Perusalém, bien podría resumir a nuestro querido país de manera inmejorable: “El Perú era tan increíble, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”.

Para muestra, solo hace falta un repaso por los años noventa.

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Un ejemplo es Carlos Manrique Carreño, un profesor de matemáticas y luego administrador de empresas, que años después inventó el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE), cuyo propósito fue el de captar dinero de la gente desde inicios de los años ochenta y terminó convirtiéndose en la mayor estafa financiera en la historia del Perú, luego de engañar a más de 200 mil personas y hacerse de algo más de 640 millones de dólares sin rendir cuentas al Estado, según refieren las noticias de ese entonces.

Manrique hizo tanta fortuna con la plata de los ahorristas, que encontraría en el fútbol peruano una oportunidad para invertir y, seguramente, sumar más apasionados adeptos a su negocio. Eran inicios de los años noventa y CLAE ya era muy popular. Las familias peruanas, muchas de ellas trabajadoras del sector público, entregaban su futuro a esta casa de inversiones bajo la promesa de tasas de rendimiento muy altas.

Más de tres décadas después, todavía es probable hallarse con las historias de cómo nuestros familiares o algún amigo de un familiar o un vecino del vecino, confió sus ahorros de forma inocente a esta empresa y murió esperando la devolución de su pequeña fortuna. O lo que es peor, se mantiene vivo aferrado a la esperanza inútil de que algún día verá su inversión de vuelta. Como en el fútbol, en las finanzas somos un país que vive de las falsas promesas y sobrevive del optimismo. Mejor dicho, sobrevivimos de las viejas historias y los relatos que, como García Márquez, podrían ser insumo para libros o películas de de lo real maravilloso, entendiéndose esto de maravilloso como algo fantástico, fuera de lo normal, porque de maravilloso en sí, como algo bueno, poco o nada tenía.

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