"Desde niña, siempre me dijeron que le echara ganas a la escuela, porque me aseguraban que no viviría del deporte, pero cuando nos dieron la noticia de que había entrado al Draft para ser elegida como jugadora profesional de la Liga Mexicana de Softbol 2024, mi abuela, Verónica Ayala le dijo a mi mamá: ‘¿no que no iba a vivir del beisbol ni de softbol?’".
Esa anécdota la narra de forma muy divertida la pelotera Marcela Díaz Alfaro, de la escuadra Olmecas de Tabasco, quien el pasado fin de semana en el duelo ante Sultanes Femenil conectó un home run con casa llena, en el estadio Centenario 27 de Febrero, en Villahermosa.
Atrapada por el sentimiento, comparte en entrevista con MILENIO-La Afición, que tenía cuenta de un strike y cero bolas: "Pensaba que tenía que dar un hit para producir, por lo menos, una carrera, pero cuando vi ese pitcheo, sabía que no debía desaprovecharlo, tenía que hacer un swing para poner la bola muy lejos, aunque jamás pensé en dar un home run".
La gente en el estadio celebró el grand slam, además de que ese batazo que se fue por todo el jardín central quedará en la historia debido a que fue el primer cuadrangular que se registró en el Centenario 27 de Febrero en la Liga Mexicana de Softbol.
Al llegar a home, Marce recibió el apoyo y las felicitaciones de sus compañeras. "Los abrazos fueron sumamente emotivos para mí, porque mis seres queridos no han podido estar en todos los juegos, pero tengo a esas amigas que me apoyan y siempre están para mí como una familia".
En casa, desde la Ciudad de México, su papá, su mamá y su hermanita Dany celebraron con lágrimas, gritos y porras ese cuadrangular: "Me mandaron un video del festejo y me dio muchísimo sentimiento", recuerda.
La softbolista, a cuya carrera le antecede la de beisbolista, hizo una pausa en sus estudios para jugar en la LMS.
"Al principio estaba muy nerviosa, pero también emocionada, era una mezcla de ambas, aunque preocupada un poco porque tenía que dejar un rato la escuela, pero gracias a Dios me ayudaron para presentar mi último semestre, y así poderme graduar en la carrera de ingeniería biomédica".
Eso le permitió pisar el campo por primera vez y escuchar su nombre en el line up: "En ese instante todos los nervios y las preocupaciones se fueron ¡porque estoy cumpliendo un sueño!".
Aunque como profesional está consciente de la brecha salarial en este deporte.
"Claramente hay mucha diferencia en la cuestión de los salarios, al final, es la primera temporada que se juega, yo creo que es un buen piloto, todo el mundo espera que demos un buen espectáculo y vaya que lo hemos hecho, debido a que los encuentros han estado muy emocionantes. Espero que conforme vaya avanzando este proyecto se pueda compensar la cuestión salarial".
Primero en el beisbol
¿Cómo fue tu acercamiento al beis?
Empecé jugando beisbol a los cuatro años y medio en la Liga Anáhuac, en realidad es una historia muy cómica, ya que nadie de mi familia lo jugaba, sin embargo, lo veían por la televisión. Un día mi tío Iván Alfaro iba en una combi y por andar de chismoso platicando con una señora, le comentó que iba a llevar a su nieto a entrenar, y él se entusiasmó, así que un día que no teníamos nada que hacer, me llevaron a jugar a la Liga Anáhuac. La primera vez que llegué al campo fue curioso porque como no conocíamos este deporte, mi mamá, Lizet Alfaro, asistió con vestido y mi papá, Daniel Díaz, de traje. Mi primer equipo se llamó Venados, me acuerdo que yo lloraba cuando me ponchaba, mi mamá me tenía prohibidísimo ensuciarme, y pobre de mí si aventaba el bat, porque al final las cosas cuestan. Viendo algunos videos de cuando era niña, confirmamos que corría con el bat en la mano a la primera base, después le pedía tiempo al umpire para dejarlo en su lugar. Hasta la fecha cuando me barro, enseguida me limpio y sacudo para que mi mamá no se enoje.
¿A qué edad empezaste a jugar softbol?
En el beis cuando eres niña solo te dejan jugar hasta los 12 años, entonces me pidieron que me cambiara al softbol, y lo hice en la categoría libre. Me daba mucho miedo la pelota, tanto que me quitaba cuando la lanzaban, pero tuve mucho apoyo del señor Édgar Paredes, coach del equipo The Walls, así como de todas las jugadoras. Al representar a la Liga Anáhuac en un torneo distrital me seleccionaron para ser jugadora de la Ciudad de México, lo fui durante 10 años, pero eso es historia, ahora soy parte de las Olmecas de Tabasco, de la LMS.
¿Alguna vez soñaste con esto?
Honestamente no, ni en mis sueños más locos me imaginé jugando a nivel profesional, siempre tuve la idea de que solo los hombres podían serlo. Pero me da mucho gusto estar cumpliendo el sueño de muchas niñas y mujeres, con toda mi pasión y con todo mi esfuerzo voy a dar el máximo para cumplir con ese anhelo.