En una noche que quedará marcada en la temporada del FC Barcelona, Xavi Hernández protagonizó un episodio de furia y pasión desenfrenada que cambió el rumbo del partido ante el Almería y dejó una clara señal a sus jugadores: la pasividad no tiene cabida en su equipo. Según los diarios españoles AS y Mundo Deportivo, la bronca retumbó en el vestuario culé durante el descanso del encuentro, dejando una imagen inédita de un Xavi visceral y fuera de sí. La primera mitad había sido una pesadilla para el Barça, mientras las gradas silbaban y el palco expresaba su descontento. La paciencia del técnico llegó a su límite y decidió que era momento de abandonar las buenas formas y adoptar un tono más enérgico.
El ingreso del entrenador egarense al vestuario ya presagiaba lo que estaba por venir. Con gestos de frustración, patadas a objetos inanimados y golpes al aire, el técnico tomó la pizarra y la golpeó con fuerza mientras exclamaba: “¡No puede ser! ¡No puede ser!”. Fue el inicio de una reprimenda que iría más allá de las palabras.