A diferencia del Mundial Brasil 2014, Antonella Roccuzzo no estuvo cerca Lionel Messi, su pareja, durante la Copa América 2016 . Mientras la Pulga guiaba a la selección argentina a una nueva final y se revelaba contra los dirigentes de la AFA, ella descansaba junto a sus dos hijos en Rosario. Recién pisó suelo norteamericano poco antes de la definición frente a Chile, cuando el conjunto nacional ya estaba en Nueva Jersey. Paseó por Manhattan, disfrutó de su estadía con los más cercanos y llegó al estadio de la mano de Thiago, el mayor de los herederos.
No hubo un encuentro público de la pareja, pero varios enviados describieron como desgarrador el abrazo que se dieron después de la final. Las lágrimas del hijo potenciaron el llanto de Leo, que había comenzado en el vestuario y que sólo se había detenido para anunciar su adiós a la selección -decisión que quedará sin efecto, según reveló hoy LA NACIÓN-. Él la buscó a ella, su cable a tierra, la persona que más lo entiende, en el momento más difícil de su carrera. Ella sabía qué pensaba, qué sentía. Es cierto que jamás dirá nada en público, aunque una frase al pasar develó mucho más que lo que podría haber hecho una extensa entrevista.
Messi regresó rápidamente a la Argentina en un vuelo privado junto a sus compañeros. Antonella, en cambio, recién emprendió el regreso en la tarde del lunes en un vuelo de línea. Con el avión a punto de despegar para Buenos Aires, y sin quererlo, ella dio una clave de lo que pasaba por la cabeza de su pareja. Cuando una pasajera le dijo que Messi debía seguir adelante sin hacerle caso a esos que no lo apoyaban e insistó en que no escuchara a los "pocos" que lo criticaban, respondió: "Sí, son pocos, pero pesan".
Las críticas, que cada vez son menos para Messi, fueron un factor determinante para que renunciara a la selección. El clamor popular, que se reflejó en innumerables muestras de cariño, también pesó, pero para que regrese pronto.
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