Larriera vs Fossati: a clash of wisdom, cunning, and styles in the Alianza - 'U' final.

La escuela Larriera

Llegó en reemplazo de Guillermo Salas para agarrar un fierro caliente en Matute y estuvo a la altura de las circunstancias. Mauricio Larriera no le huyó al reto de conseguir el tricampeonato. Si bien ‘Chicho’ había dejado al equipo ganador del Apertura, era obligación del uruguayo asegurar el primer lugar del Acumulado para clasificar directo a la final. Y cumplió ese primer objetivo, mostrando que era posible implantar una idea de juego propositiva en Alianza Lima. El ‘profesor’ dirigió 11 partidos desde su llegada a Matute y obtuvo un 75% de efectividad. Esos sí, no conoce de derrotas.

Con base en los números, Larriera ha conseguido siete triunfos y cuatro empates que le permiten ganar crédito respecto a su trabajo. Pero lo más importante de cara a una final es lo que se ve en el campo. Allí, Alianza Lima muestra un estilo ofensivo que se dibuja en el sistema 4-2-3-1, con dos volantes de contención (Ballón y Castillo) y dos extremos (Aldair y Reyna). Concha es el eje principal de su equipo y Barcos la figura en ataque. El técnico también tiene banca, como Zanelatto, Costa y Cueva, quienes alternan con frecuencia, y atrás ha mostrado solidez con su línea de cuatro.

Pese a tener la escuela uruguaya, los equipos de Larriera se caracterizan por alejarse de aquel estilo. Por eso se ganó el apodo de ‘Pep’, porque es un entrenador de corte ofensivo. Ahora, con Alianza Lima ha encontrado la manera de hacerse fuerte de visita. Ganó cuatro partidos y empató dos; y bajo esa premisa buscará primero dar el golpe en el Monumental para coronarse tricampeón el próximo miércoles en Matute. Es astuto para leer el juego, entender la dinámica y proponer soluciones. A veces no sale bien, pero es parte del fútbol.

La docencia de Fossati

Pocos son los técnicos que llegan al Perú para dejar enseñanza como Jorge Fossati. El uruguayo habla con el ejemplo, transmite con sus acciones y tiene vocación de docente para dirigir a sus equipos. En Universitario no fue la excepción, porque transformó lo que Compagnucci había dejado antes de salir. Convenció al jugador, lo hizo mejor, lo fortaleció mentalmente y a partir de allí sacó el máximo rendimiento de cada uno. Cambió las reglas de juego y fue el primer paso en el camino que la ‘U’ recorrió para llegar a la final nacional.

Sería injusto comparar a Fossati con Larriera por el tiempo que cada uno lleva dirigiendo a su respectivo club, pero los números también reflejan el mérito del ‘Flaco’. Dirigió 31 partidos y logró una efectividad del 72%, registrando 20 triunfos, siete empates y cuatro derrotas. Si bien las cifras describen en frío el momento de la ‘U’, lo más importante es lo que se ve en el campo. Y allí, Fossati insiste con un estilo que todos conocen: jugar con un 3-5-2 que deja pocas sorpresas pero le da resultados. El uruguayo juega con tres stoppers, dos carrileros, un creativo y dos atacantes. Todos conocen su función, los movimientos y la idea de juego del entrenador.

Esa manera de jugar lleva el sello de Fossati y lo ha llevado a disputar la final. Pero es predecible para un rival que lo tiene estudiado. Polo y Cabanillas son las armas por las bandas debido a su velocidad, Ureña es el ancla en el mediocampo y Quispe es el ‘cerebro’ en la conducción. Arriba, Flores le da jerarquía al equipo y Valera es la esperanza de gol. Ese colectivo funciona. Fossati ha sabido engranar sus piezas para un correcto funcionamiento del grupo. Si bien es un técnico formado por la escuela uruguaya, supo reinventarse en el proceso, con conceptos modernos que dan resultado. La experiencia de Jorge también juega y pesa en una final.

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