Los ingredientes que convierten a un boxeador en un ídolo son: el carisma, la humildad y respeto que muestran arriba y abajo del cuadrilátero, algo que entendió bien el ex campeón mexicano José López, quien, gracias a su poderío en el ring, así como su simpatía lo llevó a ser uno de los predilectos del público incluso del ex presidente Adolfo López Mateos, de quien un amigo muy cercano. La fama lo llevó a los excesos y a tener un triste desenlace, por lo que te contaremos la historia de este gladiador, quien incluso alcanzó el nivel del Chango Casanova.
José López Hernández, mejor conocido como el Toluco, apodo con el que se le bautizó en el mundo del pugilismo debido a que a los seis años emigró del municipio dedicado a la minería llamado Real del Oro a la capital del Estado de México. Este mote nació gracias al médico de la Comisión de Boxeo, Bolaños Cacho, quien le gritó: "¡Ese Toluco, pásele! Durante su debut como pugilista profesional a los 21 años".
El Toluco, creció entre la pobreza en el barrio de la Retama Estado de México; a los 7 años de edad, José quedó huérfano, lo que lo llevó a buscarse el pan de cada día por lo que comenzó a trabajar como ayudante de albañil. Al no tener a sus padres, López Hernández tuvo que ganarse el respeto a golpes, por lo que frecuentemente estuvo inmiscuido en pleitos, hasta que el excampeón mexiquense, Marcelo Reyes le vio cualidades al verlo soltar golpes llenos de fuerza y furia, por lo que comenzó a entrenarlo convirtiéndolo en campeón amateur del Estado de México y campeón de los Guantes de Oro del llamado en aquella época Distrito Federal, ahora Ciudad de México.
En su primer año como boxeador, el Toluco ganó seis peleas y perdió dos, pero para 1954, su récord mejoró, ya que de los 16 enfrentamientos que tuvo ganó 14 y perdió dos.
En 1955 le llegó su gran oportunidad de pelear por un título. El ídolo de México, Raúl Ratón Macías renunció a su campeonato, por lo que José López tenía la oportunidad de coronarse campeón Gallo ante Fili Nava, a quien venció por decisión para así inmediatamente convertirse en el gran ídolo, pues sus peleas eran espectaculares.
La llegada del ‘Cuyo’ Hernández
Debido a su popularidad, el Toluco comenzó a llenar todas las arenas donde peleaba, el público lo vitoreaba y lo sacaba en hombros, pero conforme transcurrían sus peleas, los fanáticos exigían un rival de mayor envergadura, por lo que se pactó una pelea en contra de otro de los grandes ídolos, Ricardo Pajarito Moreno, pero surgieron problemas entre Toluco y su manager, por lo que se cayó el enfrentamientos, así que la Comisión de Boxeo intervino y suspendió a José López por incumplimiento de contrato.
Ante esto, Arturo Cuyo Hernández, el ‘gran’ mánager mexicano comenzó a trabajar con el Toluco, así que lo llevó a pelear al extranjero, donde ganaba bolsas de 30 mil dólares y así comenzar una vida de lujos y excesos (sostuvo dos enfrentamientos ante Billy Peacock y Willie Parker).
La vida de ensueño que se estaba dando el Toluco lo hizo perder el piso, dejar de entrenar y a caer ante sus rivales. Las derrotas más dolorosas fueron ante José Medel en 1959 y la revancha en 1961, derrotas que fueron más desastrosas para Medel, ya que por derrotar al Toluco, se ganó la enemistad del público.
La parranda llevó a José López Hernández, quien disputó 124 peleas con un récord de 99 victorias, 63 por la vía del cloroformo, cuatro empates y 20 derrotas, a conocer en la cantina más famosas de Garibaldi, el Tenampa al Rey del Bolero Ranchero, Javier Solís y a Pedro Infante, así como a las actrices María Victoria y Libertad Lamarque; de igual forma sus dotes de bailarín lo acercaron a la Sonora Matancera.
Su propio manager, Cuyo Hernández reconoció que el Toluco tenía un gran talento con los puños, pero era un tipo ‘irresponsable, tonto, con la cabeza llena de estopa’, lo que lo hizo perder todo, incluso se ganó la enemistad de los periodistas, quienes lo llamaban El Niño de la Botella o El Ave tempestuosa.
La última pelea del Toluco López fue en 1963 ante Antonio Sansores, la cual ganó por la vía del nocaut. José López Hernández falleció el 16 de diciembre de 1972 a los 40 años de edad debido a la cirrosis hepática dejando a sus esposa y seis hijos desamparados, ya que su todo su dinero lo perdió y lo único que pudo heredar fue un reloj y una esclava de oro, las cuales estaban grabadas con su nombre, un obsequio que le dio el expresidente Adolfo López Mateos.
DAO