El caso de Ja Morant, basquetbolista de los Grizzlies que fue suspendido de la NBA por ocho partidos tras salir con un arma de fuego en una transmisión en vivo de Instagram, es el más reciente ejemplo de las consecuencias que tienen que llegar a pagar jugadores que afectan la imagen de la liga y de sus equipos dentro y fuera de la duela.
La NBA, como todas las ligas deportivas profesionales de Estados Unidos, tiene una política de conducta para sus miembros, en busca de reflejar el compromiso que tienen con el respeto y la igualdad. ‘La NBA tiene un estricto código de conducta para jugadores, que incluye la prohibición de discriminación, acoso y otras formas de indisciplina. Jugadores que violan ese código de conducta están sujetos a acciones disciplinarias, que incluyes multas y suspensiones” dicta el art. 35.
“Actos que constituyan violencia domestica, acoso sexual, abuso infantil están prohibidos todo momento y sin importar donde ocurrieron” también dicta parte de su constitución, donde se aclara que es el comisionado en turno, en este caso Adam Silver, quien cuenta con el poder y capacidad para determinar la sanción económica, que puede ir hasta los 50 mil dólares, y el periodo de suspensión.
En el caso de Ja Morant, el jugador fue primero suspendido dos partidos por parte de su equipo, ya que los miembros de la NBA deben informar a sus respectivas franquicias acerca de las armas que tengan registradas a su nombre, mismas que no pueden viajar con ellos durante un viaje relacionado a la liga. Morant pidió perdón de manera pública y al propio comisionado que decidió su castigo. Ya en la temporada 2009-2010, Gilbert Arenas y Javaris Crittenton de los Washington Wizards fueron suspendidos por el resto de la campaña y se perdieron unos 50 partidos.