A veces no necesitas morir para estar en el infierno. Horacio ‘La Pepa’ Baldessari aún se encuentra entre nosotros, en la tierra, pero su vida es triste, sola, apagada y vive su peor momento. Confesó que está separado de su familia y desea regresar a vivir a Argentina “para no dar pena”. Así como él, hay otras ‘figuras’ del fútbol que del ‘cielo cayeron al infierno’. Por el alcohol, las drogas, mujeres, ludopatía y hasta por el abandono de la propia familia. Unos pudieron tener una segunda oportunidad, otros no tuvieron esa suerte.
UNA DAGA EN EL CORAZÓN
Wálter Daga llegó a ser ídolo de Sport Boys, donde debutó en 1968 con apenas 15 años. Terminó viviendo en el abandono, sin trabajo, en su casita humilde y casi destruida en el jirón Paz Soldán. Sus últimos momentos los pasó cerca a la inexpugnable Siberia, barrio bravo del Callao invadido por el maldito vicio de las drogas.
“¿Vas al estadio?”, le preguntaron en una entrevista que le hizo un portal de los hinchas rosados en 1998. “Cuando me regalan una entrada. Me gusta ver los partidos solo”, respondió. “¿Por qué?”, le replicaron. “Bueno, porque de rato en rato me pica la nariz”, dijo sin reparos.
“¿Por qué no guardaste dinero?”, lo interrogaron. “Por las diversiones. El trago, las jermas y otras cosas más me dejaron calato. Tal vez si hubiera tenido una persona que me aconsejara sería otro”, culminó. Daga falleció con apenas 49 años y, quizá, solo le faltó un amigo, un hermano, un buen consejo.
EL HOMBRE QUE FUMABA DÓLARES
Valeriano López lo tuvo todo. Éxito, dinero, mujeres y hasta se dio el lujo de rechazar una oferta del poderoso Real Madrid. El ‘Tanque de Casma’, durante su estadía en Colombia, armaba cigarros con dólares de alta denominación y los fumaba. Tenía billetes de su sueldo y los que le regalaban los hinchas por sus goles.
Pero esta ‘bromita’ le pasó factura. Cuando se retiró del fútbol, sufrió duras carencias económicas. En sus últimos años la pasó internado en el Hospital Carrión del Callao por una afección a los riñones y mal nutrición. Valeriano justificaba su estado de salud por su éxito en la pelotita. “Es por la fama que he tenido. Cuando caminaba por las calles, la gente me detenía. La mayoría me invitaba a tomar un trago. Yo no los podía despreciar. Luego venía otro y otro vaso. Hasta llegar a una verdadera borrachera”, contó una vez. Falleció a un mes de cumplir 69 años.
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LA VIDA NO ES COLOR ROSSI
Alex Rossi es un brasileño muy querido por los hinchas de Universitario de Deportes. Su acción más recordada es un gol a Sporting Cristal, tras una impresionante carrera de área a área que le gana a Jorge Soto. Al colgar los chimpunes cayó en el mundo de las drogas que lo llevó a estar al borde de la muerte.
“He llegado a pasar cuatro días y noches sin dormir, solo fumando ‘crack’ y bebiendo agua. Llegué al fondo del pozo, desesperado, angustiado, no veía manera de salir. Entonces rogué: ‘Mamá, ayúdame, dentro de mí, me voy a morir’”, fue el duro testimonio de Rossi, que tuvo que ser internado 21 días en el Instituto de Salud, Educación y Vida de Ivora (Brasil), para desintoxicarse. Hoy, con 54 años, está saliendo del hoyo, jugando el partido más difícil de su vida.
EL BORRACHO TRISTE
Paul Gascoigne era el símbolo de la selección de Inglaterra, futbolista exitoso, ganador, reconocido y su adicción al alcohol le pasó factura. Durante su carrera no fue sancionado, pero al retirarse su situación empeoró. Llegó a ser detenido y hospitalizado varias veces. Su adicción también incluyó drogas y ahí su salud se agravó. Estuvo a punto del suicidio y en una ocasión llegó al hospital sin signos vitales por lo que tuvieron que reanimarlo los paramédicos y ‘resucitó’ de milagro.
En 2014, Gascoigne fue desalojado de la casa que rentaba, de los lujos que tenía cuando era futbolista pasó a vivir en la calle y las cámaras de TV lo captaron con una bata de baño y una botella de vodka. A partir de ahí comenzó con una rehabilitación. “Sé que soy más feliz cuando no bebo. A veces puedo ser un borracho triste”, explicaba en el podcast Anything Goes de James English.
Hoy tiene 55 años, pero con un aspecto físico de una persona de 80. Gambeteó a la muerte a causa de sus excesos, pero tuvo ayuda y la vida le dio una segunda oportunidad.
“NO MUERAN COMO YO”
Eso fue lo que dijo el legendario jugador del Manchester United, George Best, antes de fallecer. Y es que el alcohol se llevó al conocido ‘Quinto Beatle’. Cinco afecciones por cirrosis y un trasplante de hígado marcaron su vida. Murió por una sobredosis de fármacos inmunosupresores, pero lo que mermó su vida fue la bebida. “He dejado de beber, pero sólo cuando duermo”, decía Best, quien no tuvo una oportunidad como su compatriota Paul Gascoigne.
Fue ‘Balón de Oro’ en 1968, pero su adicción al alcohol y las drogas le llevó a la cárcel. En el 2000 recibió un trasplante de hígado, pero falleció cinco años después, apenas a los 59 abriles. Quizá, Best necesitaba ayuda y nadie se la dio, porque entre broma y broma decía: “He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches. El resto lo despilfarré”, como para llamar la atención, como pidiendo que alguien le ponga freno a sus desenfrenos.
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OLVIDADO VIVO Y MUERTO
El brasileño Garrincha le dio, en 1958, el primer Mundial a su país junto a Pelé y Didí. Pero terminó su vida en la miseria, mendigando, pernoctando en las calles. Y cuando falleció a los 49 años, solo lo visitaron el viento y la lluvia. Irónicamente en su lápida dice: ‘Aquí descansa en paz el hombre que fue la alegría del pueblo: Mané Garrincha’.
Garrincha dribleaba a sus rivales, pero no pudo hacer lo mismo con el alcohol. Con el éxito llegaron el dinero y las mujeres, fumaba en exceso y abusaba del trago. Se dice que tuvo cerca de 40 amantes y 13 hijos. A pesar de eso, murió olvidado.
Luego de su retiro, se ‘apoyó’ en la bebida para olvidar los problemas. “La diferencia con Pelé es que yo solo supe driblear los problemas con los pies”, dijo una vez. En la madrugada del 20 de enero de 1983, diez meses antes de cumplir 50 años y luego de haber bebido 20 días seguidos, el genial Garrincha falleció solo, pobre y abandonado en un hospital de Río de Janeiro. El informe médico señaló que Garrincha “murió de congestión pulmonar, pancreatitis y pericarditis, todo dentro de un cuadro de alcoholismo crónico”.
EL JUEGO DE LA MUERTE
Adicto a las drogas, al alcohol y, sobre todo, al juego, el futbolista internacional inglés Paul Merson arruinó su vida y la de su familia apostando. El juego le ha hecho perder todo el dinero que obtuvo durante sus casi dos décadas como profesional, la mitad de ellas con el Arsenal de Inglaterra con el que ganó la Liga inglesa en dos ocasiones, Copa FA, Copa de la Liga, Community Shield y Recopa de Europa. Internacional en 21 ocasiones, con Inglaterra disputó la Eurocopa de 1992 y el Mundial de 1998. Ganó millones de euros y lo perdió todo.
En una entrevista concedida al diario ‘The Sun’ se sinceró: “Perdí todo: casas, automóviles, matrimonios, toda mi pensión y hasta el amor propio”, y reconoció que durante el confinamiento por la pandemia del Covid-19, se acentuó su ludopatía.
Merson apostó los ahorros de su familia, lo perdió todo y pensó en una drástica solución: “Pensé: ‘Solo quiero suicidarme. ¿Cómo hiciste eso? ¿Cómo pudiste quitarles los ahorros?’ Durante la semana siguiente miraba a mis hijos y me odiaba con todas mis fuerzas”.
En setiembre del 2022, Merson, de 54 años, se derrumbó y lloró en una entrevista para la BBC donde reconoció sus errores: “Necesito dejar de apostar. Amo a mi esposa e hijos y estoy muy feliz con ellos. Me odio cuando juego. Lo odio. Por favor, ayúdame Dios. Tengo que devolverles el dinero a todos y conseguir una casa para mi esposa y mis hijos. Dios, ayúdame”.
PERSEGUIDO POR SU PASADO
El español Julio Alberto Moreno empezó a los 17 años en Atlético de Madrid, pasó a Huelva y jugó con Diego Maradona en el Barcelona (1982-1991) ganando La Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España. Pero detrás de su éxito había un pasado que lo llevó a la destrucción.
Cuando era niño, sus padres se separaron. Él fue a vivir a un orfanato y allí fue violado. Tenía apenas 7 años. Después del fútbol cayó en las drogas. Padeció tres sobredosis. Ingresó en coma dos veces. Ha sufrido dos infartos. Tiene una necrosis en el corazón y una minusvalía del 30%. Ha sobrevivido a tres accidentes aéreos. Saltó de un cuarto piso y de un coche en marcha. Hasta fue internado en un hospital psiquiátrico.
En un día llegó a ingerir 25 gramos de cocaína. Se casó y se divorció. Volvió a tener novia y otra separación. Su temperamento se desbocó, tuvo un divorcio traumático, destrozaba habitaciones de los hoteles, le acusaban de robo, se incendió su negocio de motos, fracasó con su discoteca y tras dejar el fútbol en 1991 bajó a los infiernos. Se quedó sin amigos, sin familia y vivió en la calle.
En los últimos años da charlas, ayuda a toxicómanos, tiende la mano a los necesitados llegando a sacar en una ocasión 50 mil euros para repartirlos entre los que no tienen donde vivir. Para él, las segundas oportunidades existen.
Algunos vivieron para contarla. Otros no pudieron. A veces solo falta una mano amiga para salir del hoyo. Así como hoy la necesita Horacio Raúl ‘La Pepa’ Baldessari. Quizá sus errores lo llevaron a este infierno que vive, pero también merece una segunda oportunidad.
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