Te acomodas en el asiento trasero del taxi para ir a Souq Waqif, la plaza más importante y tradicional de Doha, en Qatar. El conductor te saluda en un inglés pausado y casi de inmediato pregunta de dónde eres. “México”, es la respuesta y ante el desconocimiento de su ubicación por parte de tu interlocutor, explicas que es un país americano, debajo de Estados Unidos para una mayor referencia.
Siguiendo con la charla de cortesía, te toca preguntarle a la persona del volante su lugar de origen… ninguno dirá Qatar.
En cambio, en las respuestas se nombran países como Pakistán, Libia, Argelia, Egipto, Somalia, etc. Sí, una mezcolanza entre los países árabes que se ubican en Asia y África.
“Llevo cuatro años y soy de Pakistán, vine porque hay mucha oportunidad de trabajo y se gana mejor que en mi país”, te explica el conductor.
Ya en Souq Waqif se amplifica este fenómeno. Te acercas a las tiendas y de inmediato escuchas diferentes lenguas y acentos; eso sí, en la atención al cliente todos dominan el inglés y uno que otro aventurado se atreve a decir algunas palabras en español para convencerte de comprar en su puesto.
Sí, este el Qatar de las diferentes naciones… el país que tiene un 80 por ciento de población extranjera y solo un 20 por ciento de origen nativo.
Un país de extranjeros
“Sí, definitivamente vale mucho la pena. Si alguien tiene la posibilidad, que no lo dude, que venga, es un país muy noble, que te recibe muy bien”, responde Paola Arcos al preguntarle si recomienda vivir en Qatar. La mexicana no lo duda ni un segundo.
Desde hace casi cinco años, Paola vive en Doha. Ella es originaria de Veracruz y una muy buena oportunidad laboral que le surgió a su esposo, motivó para que toda la familia se aventurara a vivir en este país árabe.
“En febrero cumplimos cinco años como familia de vivir acá, mi esposo llegó antes a trabajar. Nos atrajo la oportunidad… el conocer este país, la cultura, tener acceso a una calidad de vida muy diferente”, cuenta.
Así como Paola, hay casi dos millones y medio de personas –de los tres que constituyen la población de Qatar– que son del extranjero y que han llegado al país árabe para trabajar en diferentes rubros.
“Es una sociedad donde la mayoría somos de fuera, el 80 por ciento y el otro 20 solo es la gente local. Son abiertos y tolerantes, digamos que se convive bien. La seguridad es muchísima, se vive tranquilo y a mí me gusta ver como convivimos personas de tantos lugares distintos, es muy bonito escuchar de todos los idiomas”, agrega Paola
Sí, en la sede mundialista ha habido un crecimiento exponencial muy grande en estos últimos 20 años. Por ejemplo, en el 2000 apenas había una población que superaba el medio millón de habitantes, pero ya para 2007 la cifra se duplicaba. En 2011, cuando se le dio la sede para la Copa del Mundo, ya había casi dos millones de personas viviendo en el país asiático. Y justo para este 2022, en pleno año mundialista se alcanzó la cifra de los tres millones.
Sin embargo, se espera que durante el Mundial, Qatar tenga una cifra récord de personas en su territorio. Los cálculos más conservadores prevén un millón 200 mil turistas; sí, para hacer más latente la mezcla cultural y de nacionalidades.
Una comunidad de 600 mexicanos
La familia de Paola forma parte de la comunidad de 600 mexicanos que hay en Qatar. La gran mayoría se conoce entre sí y suelen tener eventos de convivencia organizados por la embajada mexicana. Y aunque la veracruzana recomienda la experiencia de vivir o solo visitar el país árabe, también admite lo difícil que es entrar en esta cultura.
“Para mí sí fue difícil porque todo es diferente: el idioma, la comida, el clima, el ambiente social, entonces sí me tomó un tiempo. Como mujer también es diferente, más que nada por la vestimenta en ciertos lugares; es un país que por el Islam usan el código de vestimenta de vestir modestamente, que significa no mostrar tanta piel, no utilizar escote o la ropa muy ajustada, no llamar la atención, pero hay ciertos lugares donde son más abiertos o más cerrados, como en el Souq donde se concentra más gente local, ahí sí te puedes exponer a que te llamen la atención”.
Paola cuenta que uno de los motivos por los que le gusta mucho Qatar es la seguridad. “Puedo venir a hacer el súper y dejar el coche encendido por el tema del aire acondicionado, debido a las altas temperaturas, y ahí seguirá con todas mis cosas”.
La mayoría de mexicanos trabajan en la industria gastronómica, aérea, de hidrocarburos, ventas y actividades culturales. Varios tienen su proyecto de vida ya muy establecido, como es el caso de Paola, quien pide que no se estigmatice a la cultura árabe. Durante la Copa del Mundo, ella le pide a los 60 mil connacionales que estén en el país con el ánimo de respetar.
“Los invito a que respeten porque ellos se están abriendo demasiado con el Mundial, están mostrando mucha apertura y la manera cómo podemos ser agradecidos es respetando; venir, disfrutar, les va a gustar mucho el país, pero sí bajo la convivencia del respeto. Independientemente si viene gente de la comunidad LGBT, aquí son muy básicos y conservadores y su religión se basa mucho en el respeto, en los principios, incluso para las parejas heterosexuales no están permitidas las muestras de respeto; al principio es difícil, pero te acostumbras porque no quieres que te llamen la atención, o meterte en un problema porque alguien puede sentirse ofendido… como dicen: a donde fueres haz lo que vieres”.
De todo el mundo
La plática con Paola concluye en una carpa situada en el Aspire Zone, un parque muy cercano del estadio Al Khalifa. Dos personas de Libia, que ahí tienen su negocio de renta de camellos, permitieron que se realizara en su tienda para no sufrir las altas temperaturas. Hablan árabe y muy poco inglés.
La comunicación es más por señas que por palabras, pero la cordialidad prevalece. Les intriga saber en dónde está México y como agradecimiento por la explicación ofrecen unos dulces típicos y té. Ellos, al igual que la mayoría, están en una nación que no es la suya, pero que los ha acogido con los brazos abiertos. Así, la otra cara de Qatar, el país de los migrantes.
FCM