Esto es América, no Europa. Aquí se juega así”, dijo Messi que trataba de razonarle el árbitro mexicano Roberto García cuando le pidió explicaciones por la excesiva dureza que estaba empleando Colombia con él. Se juega duro en la Copa América, efectivamente, y también es un hecho que la complicidad arbitral ayuda a que así sea. No hay mayor severidad en cuanto a tarjetas que en Europa, cuando las patadas doblan y triplican las del Viejo Continente. Es más, se castigan con mayor rigor las protestas, también incluso de aquellos que reciben dolorosas faltas, que la propia violencia en sí.
La polémica está servida. En América se juega de forma más agresiva, reconocen los propios árbitros, pero el reglamento es el mismo y el número de amonestaciones, sorprendentemente también. Hasta el momento, los colegidos designados por la CONMEBOL han mostrado 106 amarillas y seis rojas en los 22 partidos disputados de la Copa América. Es decir, 4,8 amarillas y 0,27 rojas de media por partido. Muy poco, poquísimo, vista la dureza mostrada.
Europa. El dato es especialmente esclarecedor si se compara con Europa. Esta temporada se enseñaron en la Liga española 2019 amarillas y 105 rojas en 38 partidos, hasta situar la media en 5,31 amarillas y 0,28 rojas. Es decir, mayor que en la Copa América. Con la Champions ocurre igual. En los 125 partidos hubo 518 amarillas y 45 rojas, con una media de 4,24 y 0,36. Números similares a los de estos días en Chile. Lo que para la mayoría diferencia al fútbol sudamericano del europeo, la contundencia y belicosidad, no tiene diferenciación de ningún tipo en cuanto a rigor disciplinario. De ahí las quejas de Messi, James o Neymar.
Los tres se vieron perjudicados en el torneo por la conchabanza de los árbitros con los equipos más agresivos. El episodio de Neymar ante Colombia sirve de ejemplo. El brasileño acabó fuera de sus casillas por el exceso de intensidad con el que le marcaron. Nada justifica su actitud posterior en el vestuario con el colegiado chileno Enrique Osses, pero las cinco faltas recibidas y las otras tantas recibidas pero no pitadas le perjudicaron más que a nadie. A cambio, fue él y no sus marcadores el que vio una amarilla durante el partido por mano involuntaria.
Con Messi la historia se repitió, de nuevo con Colombia enfrente. El argentino sufrió ocho faltas en el partido, la mitad de las que le han hecho en el torneo, pero sin embargo fue él el amonestado casi al final por revolverse levemente ante Murillo. Messi ha sufrido 15 faltas hasta ahora y sólo ha cometido dos, y sin embargo está a una tarjeta de perderse la final. De James se hubiera podido decir lo mismo, en caso de pasar. Le hicieron 12 faltas por las dos que a él le señalaron. Eso sí, la amarilla ante Argentina fue para él por protestar.
“La Copa América debería proteger a jugadores como Neymar”, denunció Mauro Silva con el jugador del Barcelona ya fuera del torneo. Después de tantas temporadas en Europa, el asistente de Dunga en Brasil es el más indicado para hablar del arbitraje de aquí y de allí. “Los árbitros deben hacer lo que se les pide en el reglamento. Aquí vienen los mejores de América”, ha pedido también el Tata Martino como protección hacia sus jugadores. Cualquiera que conozca el fútbol europeo y lo compare con el de estos días entenderá que no hay castigo suficiente para lo que se está pegando sobre el césped. Los árbitros teorizan, pero no sancionan. El fútbol se endurece sin pantalla para sus estrellas.