Salvo la serie contra Independiente del Valle, donde cayó estrepitosamente -por algo los ecuatorianos levantaron la Sudamericana-, Melgar se ha entrenado para batirse a duelo. Por si hace falta recalcarlo: no es lo mismo ser el mejor del acumulado que saber jugar finales. Un semifinalista celeste lo padeció.
Pero a diferencia de Sporting Cristal, diezmado para ser justos, Alianza Lima no se dejó doblegar por Melgar, fortalecido por el aliento de una hinchada rojinegra incesante que hizo a un lado sus quehaceres para asistir masivamente al estadio. El ‘Chicho’ Salas planteó el partido, como lo hace Melgar cada vez que juega de visita: resistir, descargar y contragolpear. Algunos lo llaman ‘ratoneo’, término satanizado por Sergio Markarián. Otros pragmatismo. Y otros pocos, inteligencia.
Aunque su tradición se haya forjado con el virtuosismo, los tiempos modernos le han enseñado al hincha blanquiazul a no ser fundamentalista. De lo contrario, no querrían tanto a Pablo Bengoechea. Y no le tendrían gratitud a Carlos Bustos. ‘Chicho’, que recién empieza, anda en esa misma línea, aunque con un sello propio. Consolidó a Aldair Rodríguez como el trabajador del mes. En la nómina figura como delantero, pero la realidad indica que es el obrero más esforzado del equipo. Hoy se sacrificó en la banda para tapar a Paolo Reyna y Luis Iberico, y tuvo nota aprobatoria. Ya son muy pocos los que solo se enfrascan en los goles que no anota (y debería).
Hernán Barcos, que sintió el fragor de Deneumostier en la parte baja de la espalda más de una vez, tuvo por lo menos dos ocasiones para anidar el balón en el arco de Cáceda. Destacado lo de Campos y Cáceda, dos arqueros que pelean acaso el mismo cupo en la selección de Juan Reynoso. Campos exhibió más de una estirada elogiosa y Cáceda encerró en un mano a mano a Lavandeira con astucia.
Quien debió irse expulsado a los 21 minutos del segundo tiempo fue Orzán, el mediocentro mistiano. El argentino al que le habían sacado una tarjeta amarilla por una dura falta contra Concha en el primer tiempo, le tiró un rodillazo a Pablo Lavandeira en la nuca. ¿El árbitro? Bien gracias. Si Michael Espinoza se quitaba las anteojeras, el rumbo del partido hubiese cambiado drásticamente.
Nueve minutos después, Galeano le arrebata un balón a Jairo Concha con rudeza (para muchos fue falta) e inicia un contragolpe mortal que deja a Bernardo Cuesta frente a Pablo Míguez. No había que ser adivino para predecir el desenlace de ese encuentro. Cuesta, un motorcito compacto, le sacó un metro de ventaja al uruguayo y lanzó un centro hacia atrás para que Pérez Guedes forzara el autogol de Yordi Vílchez con una barrida. La jugada más vieja del mundo. La que nos contaron nuestros abuelos. La “puñalada”. Sí, con esa ganó Melgar, dando pie a una arenga simple y volcánica: “Arequipa, Arequipa, Arequipa”.
Al ‘Chicho Salas’ se le puede reprochar que se demoró una enormidad en mover la banca, pero no que planteó mal el partido. Alianza llegará con vida a Matute este sábado. Será la gran final de una hinchada que todo el año se ha regodeado de repletar su estadio en cada fecha. Desesperarse será fatal. A Melgar le queda el corazón, la racha y el coraje. No es poco. Con esa licencia que tenemos quienes describimos las épicas del deporte podemos decir que ambos se jugarán la vida. Que valga la pena.
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