Ramón Ramírez nació futbolísticamente en Santos, pero fue en Chivas donde se convirtió en figura en la década de los 90, su educada pierna izquierda lo llevó a ser de los mejores volantes ofensivos que se veían en los campos del futbol mexicano.
Campeón con el Rebaño Sagrado en el Verano de 1997, Ramón también fue pieza clave de la Selección Mexicana en el Mundial de Estados Unidos 1994 y Francia 1998, motivos suficientes por los que el entonces presidente de la promotora Guadalajara, Salvador Martínez Garza, decidió venderlo al América en 1999.
Una noticia que llenó de indignación a todos los aficionados rojiblancos que lo tenían como uno de sus grandes ídolos. No hubo poder humano que cambiara la determinación, su fichaje ayudaría a sanar las finanzas de un maltrecho equipo tapatío.
Así que Ramón se vistió de americanista, era el momento para demostrar su talento en uno de los equipos más demandantes del futbol mexicano. Y la realidad es que no estuvo a la altura de las exigencias, el mediocampista no logró adaptarse a la dinámica de las Águilas y solo pudo estar un año en Coapa y después la puerta de salida se le abrió para mudarse a los Tigres de la UANL, donde su carrera tampoco repuntó.
Con los felinos regiomontanos, Ramón sufrió un accidente automovilístico que lo tuvo varios meses de baja y que lo marcó en lo anímico, aunque regresó a Chivas unos años después no volvió a ser el mismo y después se fue a jugar a Chivas USA en la MLS, donde fungió como una especie de hombre de club. De lo que lo que no hay duda es que su historia cambió cuando pasó de Verde Valle a Coapa.
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