Agosto inició con una noticia que puso punto final a una de las novelas más mediáticas del fútbol peruano en los últimos años: Alex Valera fue oficializado como nuevo jugador del Al-Fateh de Arabia Saudita. El exdelantero crema tendrá su primera experiencia en el extranjero en un país con una cultura completamente diferente a la peruana.
Justamente en Arabia Saudita ocurrió un peculiar hecho. Los protagonistas del episodio son Eamonn O’Keefe, un futbolista de la ciudad de Manchester, y Abdulá bin Nasser, entonces presidente de Al Hilal (actual equipo de André Carillo).
Una supuesta insinuación amorosa del también príncipe árabe cuando este y Eamonn compartían el ascensor cambió para siempre la vida del futbolista. En una sociedad en la que la homosexualidad es considerada un delito y lo que implicaba que una de las máximas autoridades del país fuera gay, O’Keefe corría peligro.
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¿Quién es Eamonn O’Keefe?
Eamonn O’Keefe nació el 13 de octubre de 1953 en Manchester, Inglaterra. Fichado por las escuelas de fútbol de la ciudad, estuvo a punto de llegar al equipo juvenil del Manchester United. Sin embargo, una fractura de pierna truncó su sueño de jugar por los red devils en el mítico Old Trafford.
Tras recuperarse de su lesión, fichó por el Stalybridge Celtic. En ese equipo conoció a George Smith, quien se desempeñaba como DT de dicha escuadra. Tras algunos meses juntos, el estratega dejó el club y partió rumbo a Arabia Saudita: dirigiría a Al Hilal.
Fue en noviembre de 1975 cuando una carta escrita en árabe le cambió la vida a O’Keefe. Su exentrenador George Smith le ofreció estar un mes de prueba en Al Hilal. Si cumplía las expectativas del propietario del club, se convertiría en el primer fichaje internacional en la historia de dicho equipo.
La aventura en Arabia
Tras pensarlo, Eamonn vio en Al Hilal la oportunidad para solucionar los problemas económicos que él, junto a su esposa y dos hijos, atravesaban. Hizo sus maletas y partió rumbo a Arabia. Al llegar a Riad, capital saudí, quedó deslumbrado por la riqueza que imperaba en esa parte del mundo.
En el campo de entrenamiento, O’Keefe conoció a Abudlá bin Nasser, el propietario del club. Dos goles en el partido de práctica llenaron los ojos del príncipe saudí, quien pidió al futbolista que vaya al hotel en el que este se alojaba y decida sus requerimientos para firmar contrato.
Dinero, auto, apartamento, vuelos a Reino Unido y escuela privada para sus hijos fueron las exigencias de Eamonn para concretar su llegada a Al Hilal. Cada uno fue aceptado de inmediato por el propietario del equipo. Tras la firma, el jugador partió a Inglaterra para regresar a Arabia junto a su familia.
Rápidamente, Eamonn entabló una estrecha amistad con el dueño del equipo. Abdulá le regaló un auto y constantemente lo invitaba a tomar té. Además, se reunían, con gran frecuencia, con los hermanos del príncipe saudí y otros líderes políticos del país.
En el aspecto futbolístico, el jugador también dejó satisfechos a sus jefes: alcanzaron la semifinal de la Copa del Rey. Al término de la temporada, O’Keefe regresó a Inglaterra de vacaciones. Antes de partir, Abudlá le pidió el número telefónico de su casa y le contó que también realizaría un viaje al Reino Unido.
El inicio del fin
Tras encontrarse en Inglaterra, el príncipe saudí le ofreció a Eamonn realizar un viaje por diferentes países antes de volver a Arabia Saudita. El ofrecimiento era reemplazar al asistente de Abudlá, quien debió regresar a Riad de forma anticipada. Aprovechando que su esposa e hijos irían a Gales, O’Keefe aceptó la propuesta.
El entonces futbolista contó lo que sucedió a partir de dicho viaje a la BBC. El plan era hacer una gira por París, Cannes, Roma, El Cairo y terminar en Arabia. Eamonn y Abdulá asistieron a varias reuniones, fueron a diversos casinos y se hospedaron en lujosos hoteles.
Fue en el Grand Hotel de Cannes en el que todo se derrumbó para el exfutbolista. Tras una noche en el casino, O’Keefe y bin Nasser compartieron el ascensor. Fue en ese momento en el que Adulá se dirigió hacia Eammon y le confesó: “Me estoy dando cuenta de que te amo”.
La revelación sorprendió al exfutbolista, quien de manera nerviosa —y según su relato— respondió: “Quieres decir ¿como un hermano?”. A lo que el príncipe saudí replicó: “No, no como un hermano”. Eammon dejó en claro que no estaba interesado y que lo único que buscaba en Arabia era jugar al fútbol.
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Tras oír su respuesta, Abdulá le dijo a O’Keefe que su relación volvería a ser de “presidente y jugador”. El exjugador tenía claro que no iba a revelar este episodio a nadie, pero empezó a preocuparse cuando fue consciente de que podía ser víctima de represalias por conocer el secreto del príncipe.
Le contó lo sucedido a su entrenador, quien le recomendó abandonar Arabia Saudita de inmediato por su propia seguridad. El problema para dicho cometido fue que el propio Abudlá tenía que firmar la visa de salida de Eamonn.
El entonces futbolista decidió mentir. Le dijo a Abdulá que necesitaba viajar a Inglaterra para ver a su papá enfermo. El príncipe sospechó y se lo hizo saber: “¿Esto es por lo de Francia? No creo que vuelvas”, contó O’Keefe. De mala gana aceptó darle el permiso, pero solo por una semana.
Las represalias
Tras horas de angustia, logró aterrizar en Londres. Sin embargo, todo no estaba resuelto. Para retomar su carrera futbolística, Eamonn debía registrarse en la Asociación de Fútbol inglés. Para eso necesitaba el permiso de Arabia Saudita, es decir, de Abdulá ben Nasser.
Tras comunicarse con la asociación saudí, recibió un fax desde Riad en el que le pedían pagos por romper el contrato, reparar el aire acondicionado del departamento en el que se alojaba, devolver un crédito de Abdulá y un salario menos.
Tras una negociación en la que amenazó con contar lo sucedido en Cannes, la asociación saudí envió la carta de libertad de Eamonn y así podía volver a jugar en Reuno Unido. Ya habilitado jugó por el Mossley, un equipo semiprofesional. Luego fichó por el Everton de la primera división, con el que disputó 40 partidos.
Tras su aventura en la ciudad de Liverpool, recaló en el Wigan. Además, disputó cinco encuentros con la selección de la República de Irlanda, incluso jugó en un amistoso contra Inglaterra que se realizó en el mítico Estadio Wembley.