Un apretón de manos entre un mapuche fornido y un afroperuano macizo. Colo Colo, un club fundado por obreros y profesores sin muchos recursos y Alianza Lima, un club erigido por adoberos, ebanistas y choferes. Raíces similares. Propósitos iguales: honrar a sus barrios, y alegrar a sus pueblos. Una historia que comenzó con un amistoso en 1929, y que escribió su página más memorable en 1987, con un gesto inolvidable que aun hoy, casi 35 años después, nos sigue dando lecciones.
La tragedia la conocemos de sobra. Es una herida con una costra muy delgada. Alianza Lima perdió a su equipo en el mar de Ventanilla. Una generación entera que, seguramente, habría hecho menos catastrófica la década de los noventa. En medio de la desesperación por no tener cómo afrontar el torneo de aquel entonces, el Colo Colo de Chile cedió a cambio de ningún pago a cuatro futbolistas de su plantilla.