Escribir en el periodismo tiene una finalidad que no se puede obviar: con fundamentos convencer a los incrédulos de que las gestas deportivas las protagonizan los héroes deportivos, que son los que suben al podio para levantar la copa o recibir la medalla. Ellos trascenderán en la historia porque alguien lo contó, lo graficó o escribió lo sucedido, porque el periodismo también suda la gota gorda para perennizar el éxito alcanzado por el deportista. Por eso escribir sobre el periodismo deportivo es homenajear a todos aquellos que ejercitaron el pensamiento y entrenaron el intelecto para contar la hazaña y registrarla para siempre.
Por motivo de celebrarse el Día del Periodista, el 5 de enero pasado, quiero recordar especialmente a todos aquellos periodistas deportivos ecuatorianos, a los narradores, fotógrafos, informadores y sobre todo al cronista, que es el verdadero contador de historias, un ejemplar alquimista de los sentimientos. Hoy me referiré a aquellos periodistas que le ofrecieron también muchas horas al tenis y que durante años se han dedicado a plasmar las hazañas sucedidas a través del tiempo en ese deporte.
A inicios del siglo XX los deportes ocupaban solo pequeños espacios en la información de los diarios, que normalmente aparecían mezclados en las noticias de variedades o sociales. Algo parecido sucedía cuando se comenzaron a poner de moda las revistas, recién en 1912. El Telégrafo publica una crónica deportiva de fútbol, firmada por Sportman, seudónimo del periodista guayaquileño Carlos Noboa Cooke, para referirse al match entre el Club Sport Guayaquil y el Sport Club Quito. En 1916 aparece Turf, una de las primeras revistas deportivas en cuyas páginas, aunque predominaba la hípica, había variada información de otros deportes. Dos años después circula la revista Sport. En 1923 el doctor Francisco Rodríguez Garzón escribía en la edición de los jueves de El Telégrafo ‘Deportes y deportistas’, una sección que copaba todos los deportes. Sus artículos iniciales se dedicaron a ilustrar la vida de un reconocido tenista de esa época: Nelson Úraga Suárez, en 1927.
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La revista sabatina Semana Gráfica, en 1935, publicó el primer artículo dedicado a un pequeño pasabolas que había derrotado a un gigante rubio, campeón de la zona del canal de Panamá. Ese pequeño patizambo, que se negaba a que lo retraten para que no moleste a los señores del club, debió prestar unos zapatos para salir mejor en la foto. Ese pequeño era Pancho Segura Cano. También EL UNIVERSO, por intermedio del Dr. Cristóbal Ibáñez Alarcón, publicó brillantes crónicas sobre los éxitos del portentoso Segura. En las ediciones de 1938 se encuentran notas del enviado por este Diario a los I Juegos Deportivos Bolivarianos de Bogotá, tarea que le correspondió al periodista Miguel Machuca.
En la década del 40 fue importante el papel jugado en la radio por el programa La Hora Deportiva Nacional, por HC2ET, que generó el interés del público y cuyos comentaristas eran Miguel Roque Salcedo y Ralph del Campo. En 1941 radio El Telégrafo hizo la primera transmisión radial de tenis al cubrir la exhibición de los tenistas norteamericanos Don Nc Neill, Jack Kramer y Elwood Coke en el Guayaquil Tenis Club; como comentarista intervino el socio de la entidad Luis Noboa Elizalde.
Con el pasar del tiempo se fueron incorporando al comentario del tenis ejemplares y populares periodistas, como Manuel Chicken Palacios Offner, apasionado en que las autoridades políticas reconocieran los triunfos de Miguel Olvera y Eduardo Zuleta cuando ganaron la Copa Mitre, en 1962. De igual forma lo hizo cuando con Francisco Guzmán en el equipo se derrotó al poderoso representativo de Estados Unidos, por Copa Davis, en 1967.
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Es importante mencionar la calidad periodística, en la vertiente histórica, de Ricardo Vasconcellos Rosado, que ha sabido recopilar en archivos de su autoría importantes testimonios de la historia deportiva de nuestro país. El tenis no podía ser ajeno a esa gran bodega de información que él representa. Otro personaje en el periodismo le dio gran importancia al tenis desde su posición de director de la revista Estadio, me refiero a Guillermo Valencia León (Valenciano). Alberto Sánchez Varas, importante cronista guayaquileño, es un especialista en contar grandes historias del tenis. Don Víctor Manuel Mestanza Pacheco llenó de artículos sobre tenis los diarios por los que transitó; también lo hizo por varias radios. Víctor Mestanza fue uno de los impulsadores del torneo barrial de tenis en Guayaquil, acompañado en la organización del brillante periodista Jaime Díaz Marmolejo.
Hay que reconocer que también en Quito han existido importantes periodistas que se enfocaron en el tenis, como Alfonso Lasso Bermeo, en el diario El Comercio; y con su compañero Blasco Moscoso Cuesta, por más de 25 años en radio Quito, le dedicaron mucho espacio al tenis.
En la capital también conocí a Pepe Suárez, quien incursionó en el comentario del tenis gracias a la invitación de su amigo Carlos Efraín Machado. Se lucieron transmitiendo los Grand Prix de tenis de Quito por Nueva Emisora Central.
Pero en Guayaquil estaba el movimiento tenístico y lucía, en las transmisiones de la Copa Davis, José María Tucho Guerrero, con gran talante. Era uno de los preferidos, con comentarios de Pedro Pablo Gómez y Carlos Espinoza Miranda, otro periodista que hizo una tradición escucharlo hablar de tenis. También Arístides Castro y Leonardo Montoya (Leomón), y el estilo crítico, veraz, y a veces polémico de Mario Chausón Valdez, hicieron capote cuando opinaban del deporte blanco. Jorge Delgado Guzmán, quien tenía amistad con Francisco Segura, incursionó en el periodismo del tenis. Su estilo coloquial y sus interminables anécdotas lo hicieron lucir.
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Andrés Mendoza Paladines, especializado en tenis, por muchos años mantuvo una columna en EL UNIVERSO y también hizo transmisiones radiales cubriendo la Copa Davis. A él lo encontré en muchos lugares del mundo. Capítulo especial merece Miguel Martín Ycaza, cuya narración para radio Caravana y para la televisión ecuatoriana creó un estilo de transmisión del tenis por la velocidad, exactitud y su gran improvisación. Con Miguel Martín transmití muchas series de Copa Davis por todos los continentes. Siempre recuerdo una anécdota en Sao Paulo, en 1987. Miguel Martín fue entrevistado por la TV brasileña para que explique la fórmula para transmitir durante diez horas consecutivas y él les contestó: “Mucha limonada, miel y, de vez en cuando, un whisky en las rocas”. También hay que reconocer a periodistas que transmitieron tenis en la época dorada de Andrés Gómez, como Jacinto Landázuri, Gerardo España, Paco Álvarez, y comentarios como los de Diego Puente, Tyrone Flores, Doris Alcívar, Manuel Adolfo Varas, Tyrone Florencia. En la narración del tenis, recuerdo el estilo de Boby Bermúdez Tello, con gran imaginación para detallar el momento. Con él compartí cabina y transmisión en una cadena de radios de Guayaquil, cuando Andrés Gómez se despidió oficialmente en el Guayaquil Tenis Club.
En este recorrido de reconocimientos no puedo olvidar a Francisco Doylet Peñafiel, distinguido periodista guayaquileño; a Darío Miranda, de nacionalidad chilena, especializado en tenis y que en Quito fue director de la revista Arcilla. También mi reconocimiento para Kenny Castro González, quien no solo me acompañó en el programa y en la revista Match Point, sino también como parte de las muchas transmisiones de la Copa Davis para radio Caravana. Un gran colaborador en la investigación de muchos temas que están en el libro de mi autoría Los 100 años del tenis ecuatoriano.
Es posible que al recorrer esta lista me haya olvidado de alguien que debió comparecer en esta columna. Para ellos mis públicas excusas, hubiera sido justo incluirlos. (O)