Estando presente en simposios de entrenadores antes del arranque de los mundiales de 1998 y 2002, se dieron conceptos y testimonios sobre el valor que implica la preparación física en una plantilla. Sin vacilaciones, todos argumentaron que el entrenamiento técnico y el trabajo de la preparación física no son intercambiables; se complementan y son vitales, una realidad visible en las ciencias aplicadas en el deporte y perfectamente direccionada hoy al fútbol total.
Ecuador en su segundo partido por las eliminatorias entró al gramado del estadio Casa Blanca para conseguir un triunfo contundente frente a Uruguay. El marcador vale recordarlo: 4-2; en esta emblemática victoria se cumplieron ciertos rasgos y recomendaciones expuestos, sin ser un erudito en materia futbolística, en nuestra columna del martes pasado. Haber estado por más de 40 años inmersos en cuerpos técnicos nos califica en avizorar lo que puede darse en un partido.
Y cuáles fueron esos pincelazos que enriquecieron y demostraron los muchachos: juramento en el vestuario de vencer a su rival; anímicamente estaban ponderados y fortalecidos por la actuación que cumplieron en su primer lance contra Argentina, de visitante; el profesor Gustavo Alfaro no se amilanó en alinear a los jugadores base en el debut de la Tricolor; entendió que para conseguir los tres primeros puntos la receta única era jugar con un alto nivel ofensivo y así se cumplió.
El esquema táctico estableció con orientaciones precisas; en instantes, la polifuncionalidad, las genialidades y las creatividades asustaron a los charrúas; los jugadores sustituyeron las tensiones y los nervios por concentración en cada jugada; el medio campo tuvo un solo propietario: nuestra Tri; los defensas laterales en los 90 minutos del encuentro tuvieron vías libres, se fueron encontrando las sociedades y las rotaciones en el bloque ofensivo y con gran producción de goles; se explotó la ventaja de los 2.850 metros de altura sobre el nivel del mar.
Todos estos factores que podemos evaluar de óptimos son producto, en un 50 %, del gran trabajo que en el campo desarrolló la Selección en cuanto a la velocidad y resistencia física, dos armas letales muy bien coordinadas y que en el balompié son fulminantes. Ecuador no tan solo sorprendió por su juego, sino porque cada jugador trabajó segundo a segundo como obrero en la cancha.
Debemos por honor erigir nombres de los que edificaron tal histórica victoria: Domínguez, Preciado, Arboleda, Arreaga, Estupiñán, Palacios, Mena, Gruezo, Caicedo, Noboa, Romario Ibarra, Franco, Valencia, Plata, Estrada y Campana. Elogios por su actuación. Jamás pierdan la humildad y cuidadito con trasnochar en pisos altos.
Y como dato recordatorio, nueve jugadores que actualmente visten la sagrada camiseta ecuatoriana salieron de la cantera del Interbarrial de Fútbol de Diario EL UNIVERSO. (O)