Se dice en “tres y dos” en el momento del partido de béisbol cuando un jugador en su turno al bate, en su enfrentamiento con el lanzador rival, tiene tres lanzamientos malos y dos buenos, es decir, no ha podido conectar y está en la posibilidad de ser eliminado (con el tercer strike) o de seguir con vida.
Esta alternativa en el añejo duelo entre lanzadores y bateador es la que vive en la actualidad el béisbol de las Grandes Ligas, que no ha podido iniciar la temporada 2020 por la pandemia y por la falta de acuerdo entre la organización y el sindicato de peloteros. No se comenzó el 26 de marzo y eso generó preocupaciones y grandes pérdidas económicas; y no podrá completar el calendario de 162 partidos de temporada regular.
En principio se dijo que las acciones arrancarían el 4 de julio, pero falta el detalle de la forma de pagar los sueldos enormes de los jugadores. Mientras la MLB y los dueños de los equipos quieren reducir a solo cincuenta juegos, los peloteros piden 114 partidos.
El problema surge al proponer prorratear salarios para 162 juegos; de ahí sale un coeficiente que se multiplicaría por 50, según el plan de la organización. Eso significa una reducción drástica de los valores a tal punto que, para poner un ejemplo, el jardinero Mike Trout, uno de los mejor pagados (esta campaña debía recibir $33 millones) podría ‘solo’ cobrar algo así como $10 millones. Una notable reducción.
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El sindicato propone usar la misma fórmula, pero con base en 114 juegos. El magnate entre los representantes, Scott Boras, les ha recomendado a sus clientes que rechacen esa alternativa. Tal parece que solo defiende sus intereses y no colabora en hacer girar la rueda de la industria del béisbol para que se instaure la normalidad.
A los dueños de equipos no les temblará la mano de decidir cancelar la temporada. Son fríos a la hora de manejar números; no ven cuestiones emotivas ni sentimentales. Todo gira alrededor de cuáles serán las ganancias y cuánto se podría ahorrar. Se han desprendido de muchos beisbolistas, entrenadores y ejecutivos que se dedicaron con ganas y pasión a sus equipos, cuando estimaron que llegaron a su techo.
Esta falta de acuerdos es una posición egoísta de ambas partes y si alguien no cede habrá riesgo de cancelación de la temporada. El desacuerdo es por menos o más dinero, pero pocos hablan de cómo serán los protocolos de seguridad e higiene. ¿Los juegos serán sin publico? Es fácil suponer que se perderá mucho dinero por la falta de transmisiones, venta de boletos, publicidad externa e interna, parqueaderos, ventas de recuerdos, restaurantes, bares. Todos los ingresos por los conceptos anteriores los genera el público que no tiene ni voz ni voto en esta discusión.
La NBA dio un ejemplo de lo que significa convertir el problema en oportunidad. Adam Silver, el comisionado del mejor básquet del mundo, en medio de la crisis estimó que lo ideal sería jugar en una sola sede. Y lo que parecía una quimera y un sueño al pasar de los días se convirtió en realidad. Los juegos se retomarán desde el 31 de julio con 22 equipos en la etapa de playoffs en el complejo turístico Walt Disney World Resort.
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Nunca antes vimos tanto afán por hundir y perjudicar al béisbol como lo muestran los dueños, el comisionado Rob Manfred y Tony Clark, representante de los peloteros. Es un egoísmo bárbaro, como los parientes de un moribundo se pelean por el dinero de este.
A la luz de los acontecimientos, al calor de las negociaciones y tal como está el tema, hasta el momento de escribir esta columna no hay arreglo en las Grandes Ligas, por lo que volvemos al punto inicial: el mejor béisbol del planeta está en ‘tres y dos’.
La pizarra está en contra, es la última oportunidad de revertir el marcador y en el siguiente envío se puede liquidar el pleito. El pitcher rival es dominante, sus envíos están muy rápidos. Le está desarrollando bien la curva y se muestra muy controlado por lo que esto, el inicio de la temporada 2020, huele a ponche. (O)