En más de un sentido, el caso del curuguateño Roberto Búfalo Ovelar (1985) es llamativo y ejemplar. Es uno de los pocos futbolistas en haber vestido en Paraguay, hasta ahora, solo los colores de los más grandes clubes de este país, Cerro Porteño y Olimpia. “Me considero un afortunado en poder vestir las dos camisetas”, confiesa el delantero desde Manizales, Colombia. Ni en el equipo de Barrio Obrero (primero con Gustavo Costas, luego con Valdir Espinosa), ni en el de Mariscal López de Daniel Garnero, Ovelar tuvo las suficientes oportunidades para afianzarse y persistir en el equipo.
Entre esas dos experiencias, distantes doce años entre sí, el Búfalo del Departamento de Canindeyú registró su carrera en varios equipos de ciudades importantes de México, Perú, Chile y Colombia. En donde mejor le fue es en el país de Gabriel García Márquez y el vallenato, sobre todo en Barranquilla: la ciudad del popular Júnior, de esa música multitudinaria que tanto se baila en Paraguay y donde el más conocido de los escritores colombianos se hizo hincha del equipo rojiblanco a los 23 años.
Espina o no. Luego de su experiencia en Olimpia, Ovelar ha vuelto a Colombia, esta vez en el Once Caldas. ¿Es una espina para el delantero su experiencia en los grandes del fútbol paraguayo? “Espina al principio”, responde, “pero hoy por hoy diría que es una experiencia que ya pasó. En un momento tomé la decisión de volver a mi país a un grande, como lo es Olimpia. A todo trato de sacarle una enseñanza y así lo hice”, da vuelta la página el Búfalo.
Decíamos que llamativo y ejemplar en más de un sentido. El otro puede ser su faceta pública, ciudadana. Ovelar no desaprovecha la oportunidad de emitir sus opiniones sobre hechos sociales del Paraguay como no se acostumbra demasiado entre los futbolistas, hasta llegar a encontrarse frente a históricos del fútbol paraguayo. Como cuando discrepó agriamente con José Luis Chilavert en torno a un desalojo violento de sintechos en Luque.
Además, Ovelar se ha mostrado lector de libros en torno al fútbol, a la historia o de ficción. “Lastimosamente se ve como raro, no debería ser así. Siempre me gustaron las historias. Cuando llegue aquí a Colombia conocí a un amigo que empezó a recomendarme libros que acrecentaron mi pasión por la lectura, así iba visitando bibliotecas, librerías y lo tomo como una parte importante de mi día a día”.
“La mayor parte de mi infancia pasé en Curuguaty, en una típica casa de campo”, cuenta acerca de su vida. “En mi familia somos ocho hermanos, yo ocupo el cuarto lugar, el menor entre los varones. En ese tiempo mi papá tenía sus animales, sus plantaciones de mandioca, maíz, verduras; no nos faltaba que comer”.
Oriundo de la zona en que tuvo lugar la masacre de Marina Kue en 2012, en ese tiempo se encontraba jugando en la Universidad Católica de Chile. “Me causó tristeza e impotencia, no solo porque fue en mi ciudad natal, sino porque fue con una parte de gente tan vulnerable de nuestro país, un caso que quedó allí, como muchos otros sin resolver”, asevera.
Roberto Ovelar es un jugador que emite opiniones y se forma de manera autodidacta.
Colombia: Segundo hogar
“Paraguay es mi país y primer hogar, Colombia es el país que llevaré en el corazón toda mi vida. Adopto a su gente, a su cultura. Mis hijas están creciendo aquí. Sin lugar a dudas, Colombia marcará un antes y un después en nuestras vidas”.