Polo Carrera, agudo analista del fútbol nacional, con una experiencia de seis décadas en el balompié (como jugador, técnico y comentarista), lo anticipó el anterior 22 de noviembre en charla con EL UNIVERSO: “Con todo el respeto que merece, a (Francisco) Egas le ha quedado grande la presidencia de la FEF”. La opinión se sustentó, hace cinco meses, en aspectos como la falta de liderazgo del dirigente capitalino, la ausencia de un unánime “respaldo de los miembros de un directorio dividido” y en “haber dejado pasar mucho tiempo” para contratar al director técnico de la Tricolor.
Tras soportar dos décadas de la polémica y autoritaria administración de Luis Chiriboga (1998-2015), llena de los más escandalosos líos legales al mando de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (la FIFA lo suspendió de por vida por corrupción y aquí la justicia ordinaria lo sentenció por lavado de activos), y de un par de años (2016-2018) de errática y fracasada gestión de Carlos Villacís, se esperaba un cambio radical con la elección de Egas.
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Prometió “transparencia”, ofreció “un cambio y a eso apuntamos”, “nuestra propuesta es mejorar y transformar. Vamos a cumplir nuestras promesas”. Habló de “una nueva FEF” cuando fue elegido presidente el 31 de enero de 2019. Pero el tema de la “transparencia” fue una de las promesas iniciales que rompió. Egas, hasta hoy, encubre a los seleccionados que quebrantaron la disciplina en la Copa América de Brasil 2019. Nunca reveló quiénes armaron una fiesta con bebidas alcohólicas luego de la eliminación. ¿Transparencia?
De antecedentes discretos como dirigente de Universidad Católica, Egas olvidó que el directorio de la FEF es un cuerpo colegiado al que, como presidente, debía brindar información. Especialmente porque al ser elegido aseveró querer “que se sepa lo que pasa, cómo pasa y por qué pasa. Todos tendrán información de lo que suceda”. Sin embargo, su tendencia al secretismo minó la confianza de sus pares en él. Fue causa de las primeras discrepancias y resquebrajamientos internos y también uno de los motivos principales de seis miembros para conseguir su remoción.
“Si nos preguntan ¿dónde está en este momento el señor Jordi Cruyff?, respondo: No sé. Si me preguntan sobre el contrato con Cruyff y los términos del mismo, digo: No sé. Sobre el tema del contrato con el técnico, nosotros hemos recibido una información absolutamente general; al presidente (Egas) se le dio la autorización para que realice las negociaciones y acuerdos; sin embargo, el directorio debe conocer los términos de los acuerdos que tiene este contrato (de Cruyff) y eso es lo que estamos pidiendo”.
La declaración y el lamento son de Amílcar Mantilla, miembro del directorio. Las hizo en febrero en radio Caravana.
Recién en marzo Egas decidió darles detalles sobre el acuerdo económico con Cruyff. Y en la comunicación en la que se anunció la “reestructuración” seis vocales aseguran que Egas “abusó de sus facultades” presidenciales al rebasar la cantidad aprobada ($4 millones) para fichar al holandés, con el que la Ecuafútbol en realidad habría acordado, según los denunciantes, por $6 millones.
También ante la opinión pública la credibilidad, seriedad y capacidad dirigencial de Egas quedaron en entredicho. “Se le fue la lengua” varias veces, aunque después aceptara que cometió “una equivocación”: entre julio del 2019 y enero anterior dio trece fechas distintas para la llegada del reemplazante de Hernán Gómez. Sin el rodaje de directivos de más trayectoria y peso tuvo “casi” firmado a Jürgen Klinsmann, quien le hizo un desplante: ya ni el celular le contestaba.
La “nueva” FEF de Egas duró 14 meses y 24 días y dejó, entre otros hechos tragicómicos, una sentencia sobre quien fue su octava opción como DT de la Tri: “Jordi Cruyff nos convertirá en potencia mundial”. (D)
Con todo el respeto que (Francisco) Egas se merece, creo que le ha quedado grande el cargo de presidente de la Ecuafútbol
Polo Carrera, noviembre del 2019