“Para que tengas una idea de lo que era el fútbol nuestro: solo en el año 66, debutamos en primera. Teófilo Cubillas, en Alianza; Percy Rojas, en la ‘U’; y yo en el Sport Boys. Fíjate”. Enfático, Cachito Ramírez evoca una época en que sin duda Perú generaba talentos en cantidad. Y sin personalizarlo, dimensiona en buena medida a Percy Rojas Montero, delantero clase A, con gol, calidad y juego.
Percy atraviesa un inesperado quebranto de salud y los chicos que escuchan su nombre reiterado en estos días preguntan: “¿Qué tal era…?”. Le trasladamos la pregunta a su compañero más ilustre, Ricardo Bochini, generalmente parco y enemigo de los tonos grandilocuentes, pero en el caso de Percy no escatimó alabanzas: “Un jugador muy rápido, habilidoso, gambeteador, que podía jugar de 9 tirado atrás o de 8 llegando al área rival, también defendía. Tenía mucho temperamento, muy guapo, porque a veces lo buscaban para pegarle y se sabía defender. Reunía personalidad y talento. Tuvimos dos temporadas muy buenas juntos. En el 75 fuimos campeones de América, un año lindo para Independiente, con Bertoni, Balbuena, Ruiz Moreno, Galván, una buena defensa… Y Percy Rojas fue importante dentro de ese equipo. Espero de corazón que salga de este problema de salud”. El corazón, justamente ese rival lo está marcando duro… Bocha tuiteó los mejores deseos para la recuperación de su excompañero y se adhirieron miles.
Percy venía destacando como analista de fútbol en GolTv Perú cuando una afección cardíaca lo puso entre la vida y la muerte. Sigue debatiéndose. Fue un grande de Universitario en tiempos en que la ‘U’ llegó a la final de la Libertadores con un equipo plagado de cracks como Chumpitaz, Cachito Ramírez, Oblitas, Muñante, Bailetti. Para dimensionar: en 1967, por la Copa, la ‘U’ logró una hazaña gigante, en 48 horas venció 1-0 a River y 2-1 a Racing, a ambos en Buenos Aires. Dos meses después, Racing se coronaría campeón de América. Y River venía de ser subcampeón el año anterior. Era de verdad un tiempo de oro en el fútbol incaico. Percy sumó 19 goles por Copa Libertadores y es hasta hoy el único futbolista peruano que marcó en una final. Fue por partida doble: en 1972 para la ‘U’ frente a Independiente; en 1975 para Independiente ante Unión Española de Chile.
¿Por qué llegó al fútbol argentino…? La final de la Copa de 1972 enfrentó a los Rojos con Universitario. Primer chico en Lima, 0 a 0. El segundo, en Avellaneda, 2-1 para Independiente. Percy fue uno de los goleadores de aquella edición pese a no disputar los cuatro partidos de semifinales contra Nacional y Peñarol por estar de gira con la Selección. Y en las finales resultó la gran amenaza que debió solventar Independiente para ser campeón. Incluso marcó el gol crema en Avellaneda. Ahí le pusieron el ojo y en el 75 lo llevaron. ¿Por qué se fue si le iba tan bien…? El estalinismo grondoniano. Nos lo contó el propio Percy sin perder su sempiterna sonrisa. “A mediados de 1976 Julio Grondona ganó las elecciones y asumió como presidente de Independiente. Al poco tiempo me llamó y me dijo: ‘No tengo nada contra vos, pero te trajo Epelboim, te tenés que ir’. Él no se llevaba con Epelboim”. Estaba con 27 años flamantes y tenía tanto para dar…
La delantera roja en 1974 la integraban Balbuena, Bochini y Bertoni. Apareció Ruiz Moreno, gran tocador que sintonizaba con Bochini, por lo cual Bocha pasó de 10. ¿Dónde ponerlo a Percy entonces, que era 9…? De 8, un volante derecho adelantado. Como todo gran jugador, se adaptó enseguida, bajó unos metros y brilló con su fútbol.
–¿Cuál fue el mejor año de tu carrera?–, inquirimos.
–El 75. No solo salí campeón de la Libertadores con Independiente, con Perú nos coronamos campeones de América ganando la final a Colombia.
–Contanos la anécdota genial del retorno tras esa final de América.
–Había ido a jugar el desempate ante Colombia en Caracas. Independiente me autorizó con la condición de que volviera inmediatamente a disputar el clásico contra Racing, que era un jueves. La cuestión es que el avión llegaba a Buenos Aires a las 8 de la noche y el partido empezaba justo a esa hora. José Epelboim, dirigente rojo, un tipo vivísimo, quería a toda costa que yo jugara. Había pedido comenzar el juego una hora más tarde y no se lo concedieron. Lo solucionó de otra forma. Apenas paró el avión en la pista, en Ezeiza, se acercó un patrullero, escoltado por motocicletas. Me estaban esperando. Bajé por la escalerilla y me subieron a la patrulla, y de ahí, a Avellaneda. Por otro lado, Epelboim hizo cortar la luz en el estadio con todo el público esperando que se iniciara el partido…
–Lo recuerdo porque estaba ahí cubriendo el clásico para el diario Crónica y nadie entendía lo del corte de luz.
–Estuvo la gente 40 minutos a oscuras. Yo iba escuchando todo por radio en el patrullero. Los periodistas hablaban de “un desperfecto”. Apenas llegué subieron la palanca de la luz y empezó el juego. Entré al estadio vestido de jugador porque me habían llevado la ropa y me cambié en el asiento de atrás del auto. Al final empatamos a 1, hice el gol de Independiente y El Gráfico me eligió como la figura del partido. Era otra época, hoy no se podría hacer. Ahí me di cuenta por qué nos ganaban muchas veces los rioplatenses a los del Pacífico. No tenían más equipo tal vez, pero se las sabían todas. Nosotros ni imaginábamos esas cosas.
No solo a El Gráfico, esa noche Percy deslumbró a todos. Hizo un gol maradoniano eludiendo a medio equipo de la Academia. La célebre revista argentina tituló: “Por esto amamos al fútbol”.
–¿Cómo fue jugar con Bochini y Bertoni, una dupla fabulosa…?
–Un honor y una ventaja, porque Independiente siempre fue un club de tratar bien la pelota y contrataba jugadores acordes a eso. Por eso me resultó fácil adaptarme y jugar con ellos, pero a la vez era un reto llegar a un club que venía de ganar tres Libertadores consecutivas y una Copa Intercontinental. No quería fallar. En Lima muchos dudaban de mí porque decían que el fútbol argentino era muy fuerte y que yo no podría sobresalir por mi físico, siempre fui muy delgado. Ese fue otro factor al que tuve que sobreponerme. Y lo hice, afortunadamente. Sí que era duro el fútbol argentino, los zagueros trataban de ablandarte de entrada, pero si tú no te achicabas, ya después no pasaba nada, te respetaban. “Tranquilo, peruano, vamos a jugar al fútbol”, te decían.
Arsenio Erico, el célebre Paraguayo de Oro de los años 30 y 40, pronunció casi las mismas palabras: “Al principio te buscaban para ver cómo reaccionabas, si no te achicabas, luego era todo respeto: jugá tranquilo, paraguayo…”.
Percy Rojas sabía mucho de la pelota y triunfó en un medio difícil. Ojalá gane este juego por la vida. (O)
Percy Rojas estaba destacando como analista de fútbol en la cadena GolTv Perú cuando una afección cardíaca lo puso entre la vida y la muerte. Ojalá gane este juego por la vida.