Hace pocos días, Vasyl Lomachenko, campeón de peso pluma de la Organización Mundial de Boxeo dijo que quiere ser visto como un artista del box, que sea del tipo de boxeo que además de ser contundente sea agradable de contemplar. Doble campeón olímpico, campeón mundial en su tercera pelea profesional… Si algo tiene Lomachenko es tiempo y talento para lograr ser visto de la manera que quiere.
Esta vez enfrentó a Rómulo Koasicha, un mexicano originario de San Luis Potosí con cuatro veces más experiencia que el ucraniano, en su segunda pelea fuera de México (la primera fue en Reino Unido ante el actual campeón pluma FIB Lee Selby). Sin embargo, no estaba en el mismo nivel del campeón pluma.
Esta pelea en particular dejó ver la cantidad de recursos con que cuenta Lomachenko, la velocidad que maneja por el juego de pies que lleva, pasos cortos para tener más movilidad. Una mano derecha poderosa, marcando el paso de la pelea. Cintura elástica como para evadir los golpes que le mandó el mexicano.
Rómulo Koasicha no llevaba más de lo que mostró en el combate, a pesar de que lanzó golpes y trató de cerrarle las salidas a Lomachenko, no pudo conectarlo de poder ni seguir el tren de pelea del ucraniano. Se quedaba algunos pasos atrás y no concretaba los ataques que intentaba encabezar.
En algún momento, la pelea se convirtió en una práctica de tiro para Vasyl, pues sin oposición conectó todos los golpes que le envió a Rómulo, arriba, abajo y con toda la gama de impactos que llevó a la pelea.
Incluso su mejor golpe fue el gancho de izquierda, mismo que estrelló en repetidas ocasiones en la zona hepática. Conectó alrededor de cuatro antes de que Koasicha se fuera a la lona. Con una rodilla al piso el mexicano escuchó la cuenta del réferi completa, pues no pudo reponerse a ese castigo tan repetitivo.
Lomachenko levanta la mano como uno de los mejores para posicionarse en el gusto de la gente y en las grandes carteleras. Así que el paso lógico es que el grado de dificultad que le presenten sus próximos rivales debe ser más alto.