En 1998 no había ningún estrella de la lucha libre más grande que Stone Cold Steve Austin. Su popularidad opacaba a cualquier estrella de WCW, o al Hijo del Santo (el más taquillero de México en ese momento) o al más taquillero de Japón, Shinya Hashimoto, que estaba su legendaria rivalidad con Naoya Ogawa.
Pero a finales de 1999, Austin tuvo que someterse a una operación en el cuello debido a que sus lesiones (en especial la que obtuvo con el martinete de Owen Hart en SummerSlam ’97) se estaban acentuando. Austin estuvo fuera de WWE por nueve meses, y en ese tiempo hubo dos luchadores que aprovecharon la oportunidad para llenar el hueco: Triple H y The Rock.
Para cuando Austin regresó en abril de 2000, encontró que The Rock lo igualaba en popularidad, mientras que Triple H se había convertido en el principal rudo.
Y es por eso que Austin percibe la lesión de Seth Rollins como una coyuntura para que el talento rezagado pueda obtener su oportunidad, y así lo dijo en una entrevista radiofónica en la estación 105.3 THE FAN, del área de Dallas/Ft. Worth, Texas:
“Esos chicos que están en la banca deben estar pensando si obtendrán algo bueno. Ahora es su momento para aprovechar esa oportunidad. Ahora es nadar o hundirse, porque van a tener abierta una oportunidad que normalmente no la hubieran visto venir”.
¿Habrá alguien que pueda aprovechar esa oportunidad? ¿Cesaro, Kevin Owens, Dean Ambrose…?
¿O más bien hay que pensar que no existe realmente esa oportunidad? El mismo Austin ha dicho que el sistema es ahora distinto y que los luchadores no tienen la libertad creativa de antaño, cuando sólo había dos escritores y el enlace con el talento era el bonachón Jim Ross.
Habrá que ver en los próximos meses si alguien de la banca obtiene un lugar que no habría tenido de estar Seth Rollins sano (Roman Reigns no cuenta).