Asunción se vistió de gala este fin de semana. Se limpió la Costanera, se escondió a los cuidacoches (bajo la alfombra, pero no molestaron) y hasta los automovilistas respetaron a los peatones. Era imposible imaginar antes que un auto frene en Presidente Franco y 15 de Agosto para dejar pasar a una persona. Y hasta eso se vio.
¿La presencia de los santafesinos nos dio una cátedra de cómo debemos ser o comportarnos? Parecería que sí. Aunque sea por unos días. Nos demostraron que los hinchas, y hablamos de miles de ellos, pueden cantar y farrear juntos sin crear zozobra ni pelearse.
Ver a familias enteras caminar por las calles asuncenas sin sufrir asaltos ni ser atacadas por motochorros nos da la esperanza de que aún podemos rescatar nuestros viejos valores. Que, como decía un amigo y colega, los buenos somos más que los malos y que no pueden ni deben ganarnos esta lucha contra los imbéciles.
Ojalá sea el inicio de un cambio de conducta del ciudadano asunceno. Que esta invasión rojinegra de más de 30.000 almas sea un espejo para nosotros, de que también podemos divertirnos y disfrutar del fútbol y otras actividades, disfrutar de nuestra querida ciudad, sin temores ni complejos.