Cuando la Secretaría General de Comunicación publicó el anuncio en el que informó “que el presidente de la República, Lenín Moreno, propuso a sus homólogos de Colombia y Perú, Iván Duque y Martín Vizcarra, respectivamente, organizar el Mundial de Fútbol 2030 entre los tres países”, lo releí varias veces para estar seguro de que lo que estaba leyendo era real y así medir el alcance y trascendencia de esa información.
Por cierto, muy pocos directivos del sistema deportivo nacional reaccionaron en el momento y otros, recién con el pasar de los días, empezaron a valorar la magnitud de este interés del Gobierno por pedirle a la FIFA la sede compartida del Mundial 2030.
Entiendo que para hacer un anuncio de tremenda naturaleza se realizaron antes profundos y diversos estudios y análisis de varios órdenes. Se habrán establecido fines, objetivos, recursos disponibles, costos, cronogramas, evaluaciones, financieras, etcétera.
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El antecedente inmediato respecto que los elevados costos de los mundiales son de Rusia 2018 y Brasil 2014. El primero costó $ 14.000 millones y debieron modificar el presupuesto original más de 35 veces. Ahora hay muchas dudas sobre la utilidad de varios de los estadios que se construyeron y se teme que se conviertan en edificios vacíos, decadentes y subutilizados, dicen estudios especializados.
El Mundial de Brasil le costó al Gobierno algo más de $ 11.000 millones, dinero gastado pese a los problemas sociales de ese país. Dudo mucho que el campeonato Mundial del 2030 haya estado incluido en el plan anual, quinquenal o decenal de la Secretaría del Deporte.
Cuando alguna federación ecuatoriana o provincial debe organizar un torneo internacional o una delegación necesita recursos para trasladarse a un certamen fuera del país lo primero que le preguntan desde la Secretaría es si acaso está dentro de su planificación.
Sin embargo, al promediar los gastos de los dos últimos mundiales y compartir costos entre los tres países que Ecuador les ha pedido que sean coorganizadores, se podrían redondear que son entre $ 4.000 y $ 5.000 millones lo que el Gobierno Nacional debería gastar (ya la Secretaría del Deporte dijo que gestionará la entrega de $ 4.000 millones con el Ministerio de Finanzas para dicho fin).
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Con el anuncio oficial las redes sociales se colapsaron y el 99% de los usuarios dijeron que no están de acuerdo con la idea del Gobierno ecuatoriano. Y le recuerdan al presidente los déficits que hay en otras áreas tan sensibles y colapsadas como salud, seguridad, trabajo, educación y en el propio deporte.
Es conocido que el deporte ecuatoriano se debate en una crisis terrible de la que será muy difícil salir. Las deudas que tienen los organismos por la falta de pago de la energía eléctrica y agua potable las agobian –por la herencia terrible de la década pasada, que es muy triste recordar– causada por una ley que le quitó la exoneración del pago a los escenarios dedicados a la práctica deportiva pública.
A esto se suma que los presupuestos cada año se recortan, en vez de aumentar, con la funesta consecuencia que debieron cancelarse planes, concentraciones y participaciones internacionales, se dio de baja a entrenadores y se cerraron escuelas deportivas. Por estas razones todo el sistema deportivo nacional debió aplicar aquello tan cruel y excluyente llamado “deporte priorizado”, que es darle apoyo a unos y a otros nada.
Mientras se sueña con el Mundial 2030, el presidente de la Federación Ecuatoriana de Sóftbol anda tocando todas las puertas para poder realizar el torneo sudamericano.
Los mundiales de fútbol ahora se realizarán con 48 selecciones y son más complejos. Por eso surgió la idea de que el del 2026 lo hicieran Estados Unidos, México y Canadá. Argentina y Uruguay, en junio del 2018, le solicitaron a la Conmebol su apoyo para ser sedes del Mundial 2030, proyecto al que luego se unieron Paraguay y Chile.
En el remoto caso de ganar el derecho a organizar la Copa del Mundo del 2030, Ecuador tendrá que remodelar o construir aeropuertos y estadios y ampliar y mejorar en otras áreas como la de alojamientos, de transporte público, comunicación, tecnología y seguridad.
Fátima Navarro, destacada maestra de cultura física y entrenadora de atletismo de reconocida trayectoria, sobre el pedido del presidente de compartir la sede del Mundial 2030, declaró: “Qué vergüenza que el principal gobernante de la nación no tenga claras las prioridades deportivas del país. Que no tome en cuenta la masificación deportiva y la priorización de deportes que tienen excelentes resultados. ¿Por qué no mejor dota de infraestructura y profesores de deportes a las escuelas y colegios fiscales, que no tienen ni siquiera un espacio para realizar actividades deportivas? Esta es una de las razones por la que las drogas hacen daño entre niños y jóvenes”.
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Coherente con lo que siempre he sostenido, creo que el Estado ecuatoriano debe administrar con equidad los recursos y entregar el presupuesto requerido a todos los niveles del sistema deportivo del Ecuador por igual. También se le debe devolver el estatus de ministerio a la Secretaría del Deporte. Ya no habría la excusa para no apoyar a todas las disciplinas y sus especialidades y habría suficientes recursos para aprobar todos los planes operativos anuales.
Por lo pronto Cuenca, por medio de su alcalde, ha solicitado al Comité Olímpico Ecuatoriano la sede de los próximos Juegos Sudamericanos.
En esta circunstancia del Mundial 2030, debo de entender que la petición cuencana tendrá la misma acogida. Y mientras se sueña con la Copa del Mundo de la FIFA, la Federación Ecuatoriana de Sóftbol recibió el encargo de organizar un sudamericano femenino y su presidente anda tocando todas las puertas para poder realizar el torneo.
¿Todo mejorará si Ecuador es sede del Mundial de fútbol 2030? ¿Será un gran cambio para el deporte nacional o será más de lo mismo? Es la gran interrogante y para lo cual habrá que esperar el devenir de los días.
¡Amanecerá y veremos! (O)