Una macroencuesta del madridista diario Marca con más de 110 mil sufragantes (seguramente con altísimo promedio de hinchas merengues) arrojó un llamativo resultado: apenas el 17% ve al Real Madrid campeón esta temporada. Debe ser un caso único en los últimos 65 años de liga, por lo bajo. El 24% se inclinó por el Atlético de Madrid y el 55% por el superfavorito: Barcelona, ganador de ocho de los últimos once títulos.
El resultado de la pesquisa resume con bastante certeza el pensamiento general, en España y afuera, de lo que puede deparar el curso 2019-2020 en el torneo de las estrellas. El periodismo madrileño, esa industria incesante, ha instalado la idea de que la liga no es importante, que lo único valedero es la Champions, acaso porque el Madrid ha salvado con ella temporadas que pudieron ser aciagas. Pero Zidane la desmintió por completo: "La liga es el torneo más importante, el del día a día, el más complicado. Será nuestro primer objetivo".
Cuesta creer que el Madrid, con su tremendo plantelazo, genere tan poca confianza en los aficionados; no obstante las razones son bastante conocidas: a) no tiene un esquema de juego; b) pese a haber muchos nombres cuestionados, siguen siendo titulares: Marcelo, Modric, Kroos, Bale, Isco, Lucas Vázquez, el mismo Courtois… c) aún habiendo gastado 305,5 millones de euros, los nuevos fichajes, salvo Hazard, no generan expectativa. Y Hazard, además de haberse lesionado, no ha entusiasmado en la pretemporada; d) se advierte cierta tensión entre el técnico y la directiva por los pedidos que realizó y no le concedieron sobre arribos y partidas. Un combo que la competencia se encargará de desactivar o agravar.
Zidane volvió al Madrid por la promesa de que le darían los elementos para revolucionar el equipo. Había pedido al tridente Mbappé-Pogba-Hazard; sólo le trajeron al último y estaría fastidiado. También en el club hay malestar con el DT por haber expuesto explícita o implícitamente que no tendría en cuenta a Bale y James Rodríguez. “Si quieres que los vendamos, no desmerezcas la mercadería”, le habrían deslizado. Por ello, al final, a falta de ofertas concretas por ambos, los reintegró a la competencia interna y dijo aquí no ha pasado nada.
Todas estas prevenciones fueron desarticuladas, al menos en el inicio, con una buena victoria del Madrid de Zidane ante el Celta de Vigo por 3 a 1 en Balaídos. Un Celta que se salvó del descenso por un pelo en mayo pasado. Como fuera, triunfo vivificante y redentor para algunos crucificados como Bale (al final no sólo se quedó, jugó y fue titular), Kroos, Marcelo… Habrá que dejar correr más aguar para ver más claro.
Siempre que no juega Messi, el Barcelona se empeña en demostrar por qué Leo gana 42 millones de euros netos. Con su abulia, el resto del equipo justifica cada centavo que cobra el crack. En un extraño comienzo de Liga Española, el Barcelona jugó el viernes y, ya desde la alineación se intuía una debacle. Ernesto Valverde no convocó a Arturo Vidal ni a Arthur, dejó en el banco a Sergio Busquets, mandó al Barsa “B” al muy prometedor Riqui Puig, en cambio le dio titularidad al nada convincente Aleñá. No jugó Coutinho pues se va al Bayern Munich a préstamo y sí lo hizo, pésimamente, Dembelé. De acuerdo a la ecuación costo-rendimiento, Coutinho-Dembelé deben componer el negocio más ruinoso de la historia del fútbol. “Trescientos millones tirados a la calle”, diría la abuela italiana. Suárez se lesionó ya en el primer tiempo y Griezmann mostró una blandura y falta de entendimiento inquietantes.
Más allá de lo individual, fue un Barsa timorato, inofensivo, predecible, parece haberse quedado en el toque y en la posesión, le falta intensidad (su gran déficit) y potencia, atacantes que en vez de combinar rompan líneas con pases filtrados o con gambetas. Un extraordinario gol de tijera de Adúriz (increíble acrobacia en un futbolista de 38 años), hundió las ilusiones del Barcelona de empezar ganando. Y le prendió todas las luces amarillas, más alguna roja. Una vez más, Messi necesitará hacer 30 ó 35 partidos brillantes para ponerlo a tiro de campeonato. Sin él, ya en el estreno, aquel 55% de confianza bajó hasta el 40. Lo de Bilbao, el viernes, fue un pequeño anticipo de lo que puede llegar a ser la vida sin Messi en este club el día que se retire.
A fuer de tan pálido debut azulgrana, pero sobre todo por su propio presente, el Atlético de Madrid se perfila como alto candidato a la corona. Tiene todo: pasó a ser un nuevo rico, posee un estadio fabuloso, un técnico que es el emblema del club y cumplirá ocho años en la función, un plan de juego definido y excelentes jugadores. La guinda es João Félix, el joven portugués de 19 años; lo pagó 127,2 M€ y el mediapunta deslumbró en los partidos previos. El Atleti viene de conseguir un título (2014), tres terceros puestos (2015-2016-2017) y dos subcampeonatos (2018-2019). Es una pantera lista para dar el zarpazo. Y si consigue el fichaje de Rodrigo, hábil delantero del Valencia, se potenciará aún más.
Justamente el Valencia es, junto al Sevilla y al Athletic de Bilbao, la clase media acomodada del fútbol español. Los tres pugnan habitualmente por puestos europeos y, con frecuencia, suelen tumbar a los tres grandes. De hecho, el cuadro vasco cumplió con la consigna ya en el estreno. Existe una creencia equivocada de que los equipos chicos de España no son competitivos. Pero son muy bravos… No es inusual que le bajen la cresta al Barsa o al Madrid. Lo que no pueden, por razones presupuestarias, es aguantarles el tren durante 38 fechas. En el campeonato anterior, el Real Madrid perdió 12 partidos, y no jugó doce veces contra el Barcelona, cayó ante el Betis, el Eibar, la Real Sociedad (en Madrid y San Sebastián), el Rayo Vallecano, el Valencia, el Girona, el Levante, el Alavés, el Sevilla... Es una lucha durísima. Además, para coronar, hay que cabalgar treinta y ocho jornadas apareado con el Barcelona, el Madrid o el Atlético. No es fácil, han sido los equipos más fuertes de los últimos diez años.
El otorgamiento de cupos a la Liga de Campeones o a la Liga Europa se basa en un sistema de coeficientes por rendimiento en los torneos continentales de los últimos cinco años. España tiene 106.998 puntos; muy lejos lo sigue Inglaterra con 79.605 y luego vienen Italia (76.249), Alemania (71.427) y Francia (56.415). Sin contar los títulos, esto explica con abrumadora contundencia cuál ha sido el fútbol más potente del mundo. Ya lo tenemos de vuelta.