Hace algo más de un año, el Atlético de Madrid ponía fin a uno de los culebrones del verano y anunciaba el desembarco de Vitolo, jugador que días antes había comunicado su deseo de ampliar el contrato que le vinculaba con el Sevilla. Eso sí, como aún pesaba sobre su cabeza la sanción de la FIFA, el combinado rojiblanco tuvo que inmediatamente ceder al futbolista a la UD Las Palmas, club que se mostró encantado de poder acogerle de forma temporal.
En enero de este mismo año, tras apenas poder acumular 11 partidos oficiales con los insulares, el jugador se incorporó al fin a la disciplina de un conjunto colchonero que acababa de dar salida a Yannick Ferreira-Carrasco y que, por tanto, recibía con los brazos absolutamente abiertos a un extremo que, con todo lo que aún quedaba por disputar, estaba llamado a jugar un papel sin duda relevante.
Nada más lejos de la realidad. Ya sea porque nunca terminó de alcanzar su mejor tono físico o porque no terminó de ganarse la plena confianza de Diego Simeone, lo cierto es que el canario alcanzó el final del curso con unas estadísticas más bien discretas (apenas acumuló 8 partidos como titular en Liga) y con la sensación de aún estar muy lejos del nivel que llevó a los del Metropolitano a invertir unos 36 M€ en su contratación.
Lógicamente, tras lo ocurrido en la 2017-2018, la actual campaña se antoja determinante para la carrera profesional de un futbolista que en este tiempo también ha perdido el tren de la Selección Española. Aunque dispone del talento necesario para darle la vuelta a la actual situación, el desembarco de otro dos extremos de la talla de Gelson Martins y Thomas Lemar o la propensión del Cholo a ocupar la banda diestra con un interior son algunos de los obstáculos que deberá sortear Vitolo para consolidarse en la escuadra madrileña y corregir su decadente trayectoria.