25/11/2024

Bélgica y Francia, espejos donde mirarse

Lunes 09 de Julio del 2018

Bélgica y Francia, espejos donde mirarse

Bélgica, con 12 millones de habitantes, viene desde 1998 trabajando con un plan nacional de desarrollo de aptitudes diseñado por su federación de fútbol.

Bélgica, con 12 millones de habitantes, viene desde 1998 trabajando con un plan nacional de desarrollo de aptitudes diseñado por su federación de fútbol.

Por segunda vez en la historia, Bélgica alcanzó las semifinales de una Copa del Mundo (la otra fue en 1986). Hoy buscará la final ante Francia en San Petersburgo. Los dos tienen chances similares: se pueden ganar. Pero está claro que llegan a esta instancia dos de las mejores escuelas de formación de talentos de Europa. Francia hace años viene nutriendo de figuras a las grandes ligas, desde los tiempos de Zidane joven. Hoy se da el lujo de poner sobre el campo un once con abrumadora mayoría de excelentes jugadores: Lloris, arquerazo sólido siempre; los laterales Pavard (revelación del Mundial) y Lucas Hernández (del Atlético de Madrid, quien dejó en el banco nada menos que a Mendy, el Hombre Nuclear). La Hormiga Atómica Kanté; Pogba, que ha levantado muchísimo; Griezmann, cada día más brillante, ahora como conductor; Mbappé, la sensación; Varane y Umtiti, formidable dupla de zagueros; N’Zonzi, el dueño del mediocampo del Sevilla; Lemar, el zurdito que dibuja en el Mónaco; Kimpembe, otro central buenísimo del PSG… Nombramos a doce buenos-buenos. Francia es un centro de producción de cracks del que se sirve todo el continente.

Bélgica, un país de apenas 12 millones de habitantes, viene desde 1998 trabajando con un plan nacional de desarrollo de aptitudes diseñado por su federación de fútbol. Trabajan con chicos escogidos desde infantiles. En estos días se difundió la página de un diario belga de 2003, en la cual se presentaba a 15 promesas reclutadas de distintos puntos del país, a los cuales se sometía a una capacitación para mejorar sus virtudes. Está una pequeña reseña de cada uno y la foto de los niños. Son Eden Hazard, Kevin De Bruyne (ambos con foto grande, pues ya se los destacaba del resto), Vincent Kompany, Dries Mertens, Axel Witsel, Romelu Lukaku, Jan Vertonghen, Moussa Dembelé y Simon Mignolet. Los siete primeros son titulares en el equipo que eliminó a Brasil y es la sensación del Mundial ganando los cinco partidos que disputó. Los otros dos son suplentes, aunque Dembelé ingresó en algunos partidos. Los seis elementos restantes, aunque no están en Rusia 2018, llegaron todos a Primera División e incluso los 15 integraron el equipo nacional en otras oportunidades. Son Christian Benteke (hoy en Crystal Palace), Guillaume Gillet y Kevin Mirallas (ambos en el Olympiacos), Sebastien Pocognoli (Standard Lieja), Nicolás Lombaerts (Ostende) y Timmy Simons (ex Brujas, el único ya retirado).

O sea, la llamada Generación de Oro belga no es producto del destino ni del Espíritu Santo, sino del desarrollo, de un programa (denominado Foot-Elite) bien concebido y, fundamentalmente, de la paciencia. También de la extraordinaria visión del ojeador, que acertó con todos. Bon Browaeys, técnico de la Federación y uno de los artífices intelectuales del nuevo fútbol belga, le comentó al periodista español Jesús Gallego: “No hay nada de casualidad, es el trabajo decidido de casi veinte años. En Foot-Elite solo pueden entrar los jugadores de las categorías inferiores de Bélgica y los que pasan unas pruebas de selección que se hacen en cada región”, explica Browaeys. Hay ocho academias a lo largo del país donde solo llegan los 300 más prometedores de Bélgica”.

No forman equipos por edad, trabajan personalizadamente con cada chico en base a las fortalezas y debilidades de su juego. Para evaluar el progreso de cada uno hay objetivos medibles que se analizan por sesión, semana, segmento y año. Desde luego, les veían condiciones, pero no es que llegaban siendo los fenómenos que son hoy, “Tenía que explicarles lo más básico cuando llegaban a la selección. El ABC del fútbol”, dice Browaeys.

Cambiaron el fútbol de 7 contra 7 por el de 8 contra 8. La entrada de un jugador más lleva a que prevalezca la técnica en lugar del físico. Hay menos espacios, la banda la ocupan dos jugadores y una buena habilidad individual desnivela por sobre la fuerza y la potencia. “Hasta los siete años buscamos muchos juegos de uno contra uno para que el niño aprenda a manejar el balón lo mejor posible”, vuelve Browaeys. Los menores seleccionados siguen en su club, pero tienen cuatro sesiones extra por semana con los técnicos de la Federación, lo cual les garantiza 250 horas extra de alta formación al año. Ayuda que Bélgica es un país pequeño, casi diez veces más chico que el Ecuador, y resulta fácil llegar a los centros de entrenamiento. “Además de haber buenos entrenadores están los mejores de cada edad. Eso crea un ecosistema que te ayuda a ser mejor porque cada día estás exigido” finaliza Browaeys.

Esto es lo que determina el éxito de su participación en la Copa Mundial. Todos esos chicos que fueron puliendo y moldeando casi científicamente arrasan hoy en Rusia 2018. Tal grado de preparación explica en buena medida por qué Sudamérica ha sufrido en este torneo un golpe durísimo a su autoestima: en nuestro continente estamos a años luz de esto.

Inglaterra es otro ejemplo en el mismo sentido: es el actual campeón mundial Sub-20 y Sub-17. Y podría dar un triplete histórico si consigue el título en mayores ahora. No es que haya miles de chicos jugando en las calles de Londres y que los talentos broten de debajo de las baldosas. Tampoco es que fabriquen cracks, nadie lo hace, pero buscan a los de mejores aptitudes y les dan las herramientas para destacar, los desarrollan, les hacen seguimientos. No todo es dinero, sí mucho trabajo.

Este es un Mundial de equipos, no de estrellas solitarias. Los cuatro que han llegado a la semifinal son eso: un colectivo. Las individualidades juegan al servicio del conjunto. No hay Maradonas, sí muchos excelentes futbolistas. Por eso es simpático que en Argentina pretendieran ser campeones solo por tener a Messi. Sacando a Leo, si alguien preguntara por un jugador destacado de Argentina en la Copa, nadie sabría responder. O sí: ninguno. Fracasaron todos. ¿Cómo se podía aspirar a ser campeón…? ¿Cómo esperar el éxito de un proceso nacido de la improvisación y el desorden…? ¿Y Ecuador, que hace nueve meses no juega un partido y ni siquiera tiene entrenador nacional…? La FEF hizo un negoción: se ahorró nueve meses de sueldo de un cuerpo técnico, que seguro va a llegar a un año, pero también habrá perdido un año de trabajo.

España ya tiene nuevo DT (Luis Enrique), Alemania acaba de renovarle a Joachim Löw, que está desde 2004 en la selección. Tropezaron, se pusieron de pie y vuelven a correr. ¿Y nosotros…? Cada vez más lejos… (O)

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