La suspensión del partido amistoso de fútbol en el que se iban a enfrentar el sábado en Jerusalén la Selección de Argentina e Israel, antes del Mundial Rusia 2018, ha causado polémica el país de Medio Oriente y en los Territorios Palestinos.
La razón oficial
La Selección Argentina, que se prepara para jugar el Mundial Rusia 2018, se vio involucrada en una polémica apasionada ya que el partido debía celebrarse en Jerusalén, para alegría de los israelíes y molestia de los palestinos. Originalmente estaba programado en Haifa, al norte de Israel.
Sin embargo, las tensiones en la zona luego de la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel e instalar allí su embajada, en ruptura con el consenso internacional, generaron preocupación en el equipo albiceleste. El presidente de la Federación argentina de fútbol (AFA), Claudio Tapia, mencionó las "amenazas" a las que se refirieron los argentinos, sin dar más precisiones.
Entre dos fuegos
La ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, ídolo de la derecha israelí y ardiente defensora de la soberanía de su país en Jerusalén, abogó para que este partido previsto en Haifa tuviera lugar en la ciudad santa. Para atraer a Lionel Messi, Paulo Dybala o Angel di María, los organizadores israelíes pusieron en la mesa entre dos y tres millones de dólares, según medios de prensa israelíes y argentinos.
En respuesta, los palestinos denunciaron una operación política en detrimento de su reivindicación de Jerusalén Este, de la que quieren hacer capital del Estado al que aspiran. El presidente de la Federación palestina, Jibril Rajub, había exhortado a Messi a no jugar, y pidió a los admiradores de la estrella "en los países árabes y musulmanes" a "quemar" su camiseta si lo hacía.
Amenazas
La polémica no se limitó a la Tierra santa. El martes, frente al campo de entrenamiento de la selección argentina en Barcelona, militantes esgrimieron una camiseta de Argentina manchada con pintura roja color sangre y criticaron a los jugadores. Para Regev no hay duda de que esas camisetas ensangrentadas fueron amenazas de muerte contra Messi, su familia y otros miembros del equipo argentino. Subrayó con insistencia el carácter "terrorista" de esas amenazas según ella.
"Las amenazas bajo forma de camisetas con sangre" pesaron en la balanza, explicó el ministro argentino de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie. Sin embargo, ninguna precisión fue dada sobre la naturaleza de esas amenazas. Los medios israelíes subrayaron que Messi ya había sido amenazado, como otras estrellas, por la organización yihadista Estado Islámico (ISIS), lo que no lo disuadió de jugar el Mundial.
Pertinencia deportiva
El partido contra Israel debía ser el último partido preparatorio antes de la Mundial para Argentina, que iniciaría su competición contra Islandia el 16 de junio (grupo D). Comentaristas pusieron en duda el interés del partido, con la fatiga del viaje y las polémicas, frente a una selección que figura en el 98º lugar del ránking FIFA, detrás incluso del equipo palestino (96º). Además, existía el riesgo de sufrir alguna lesión.
Sin embargo, muchos equipos calificados para el Mundial se preparan enfrentando a equipos de países no clasificados. Los entrenadores están entre dos fuegos: efectuar últimas pruebas y practicar los automatismos, pero sin presionar mucho a sus jugadores luego de una larga temporada. Para el viaje, el equipo de Argentina, que estaba en España, pasar por Israel para llegar a Rusia no era en principio un inconveniente mayor.
¿Superstición?
La ministra israelí de Deportes, muy criticada por haber trasladado el partido a Jerusalén, afirmó el miércoles que fue Messi quien lo quiso. Según medios de prensa israelíes, el padre de Messi habría presionado para la celebración del partido en Israel para que su hijo pudiera ir a los lugares santos de Jerusalén, como lo hizo el ilustre argentino Diego Maradona en 1986, quien enfrentó a Israel en partido amistoso antes de ganar la Copa del mundo en México.
AFP