24/11/2024

Para Gimnasia, fue una despedida a toda orquesta: triunfo y aplausos

Martes 15 de Mayo del 2018

Para Gimnasia, fue una despedida a toda orquesta: triunfo y aplausos

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Por WALTER EPÍSCOPO
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Los sucesivos empates contra Independiente, en Avellaneda, y frente al campeón Boca Juniors, le dieron una mayor significación al partido que anoche marcó el punto final de Gimnasia, ante Newell’s, en un campeonato oficial de Primera, que estuvo plagado de matices.

La designación de Darío Hernán Ortíz al frente de un equipo que a lo largo de la temporada pasó por las manos de Mariano Soso y Facundo Sava, con más penas que alegrías, modificó un estado de ánimo que de la cancha, con juego, se contagió a las tribunas, a través del aliento.

Por más que se registraron movidas en lo que tiene que ver con el esquema, la idea fue la misma que se planteó en oportunidad de las dos presentaciones anteriores, y aunque la intensidad del trámite no fue la misma, los minutos evolucionaron en dirección a los arcos, y los ataques terminaron desembocando en la apertura.

El uruguayo Dibble, entrando por la derecha, no encontró el espacio para cruzar el derechazo, y un rebote lo frustró en la siguiente; Faravelli probó desde afuera, y la pelota se le fue por arriba...

Pero cuando el Lobo apretó el juego contra el arco de Nelson Ibáñez, un par de réplicas dejaron ver debilidades en la última línea. Un cabezazo de Leal, que pegó en la base del palo izquierdo de Martín Arias, y una tapada del arquero, también en un tiro libre cruzado desde la izquierda, salvaron el cero.

Estos intentos no terminaban de significarle altura al partido, pero antes del cierre, un nuevo tiro libre, en este caso ejecutado por Faravelli, desde la derecha, le permitió a Gimnasia ponerse en ventaja a través de Nicolás Ortíz, quien apareció libre por el segundo palo.

Un gol al que le sobraron emociones, ya que para empezar tuvo como autor al hijo de entrenador interino, quien lo hizo debutar con todos los riesgos que eso podía significarle. Y en medio partido, logró lo que su padre no pudo a lo largo de más de 200 partidos: el gol.

Otro golpe de efecto, a medida de Pedro Troglio, quien se hará cargo del equipo tras el receso y anoche miró el partido desde un palco, porque sirvió para revitalizar a una formación que en estos términos, con el técnico menos pensado, completó en ascenso un ambicioso proyecto futbolístico que se puso en marcha, con bombos y platillos, con Soso como abanderado.

Newell’s salió a jugar el segundo tiempo con un cambio dirigido a fortalecer su ataque, aunque en principio de ninguna forma pudo imponer condiciones frente a un Gimnasia que, por el contrario, antes de completarse el primer cuarto de hora le llegó a fondo, y con posibilidades ciertas, cuando Faravelli, por izquierda, se hizo cargo de una jugada de pelota parada, que en definitiva conectó Gómez, de cabeza, llegando por detrás.

El sacrificio, con orden, le permitió a los albiazules afirmar una actuación que transcurrió por los carriles empleados en el empate con Independiente, cuando viajaron hasta Avellaneda con todo en contra, y la igualdad ante Boca, otro partido en el que aparecieron en condición de “punto”.

Una recuperación que servirá de cara al futuro, pues esta última versión del Lobo, modelo Darío Ortíz, da lugar a imaginar una nueva temporada con argumentos suficientes como para dar pelea en un verdadero torneo reducido en el que deberá sumar para alimentar el promedio de puntos que le permita afirmarse en Primera.

La ventaja mínima retenía la euforia que al final bajó de las tribunas cuando Bonifacio llegó por la derecha, encontrando el camino libre, y sacó un derechazo alto que se metió en el primer palo de un arquero que zafó de la goleada cuando un minuto después Contín levantó desde posición favorable.

Final con triunfo y aplausos, ¿quién lo hubiera dicho no?

 

 

 

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