Por MARTÍN CABRERA
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No había que saber mucho de fútbol para imaginar un partido así de Estudiantes. Los suplentes (nueve cambios en total respecto a los que ganaron la semana pasada) adentro de una cancha, en posiciones poco frecuentes, sin ideas y con las mismas carencias que los titulares. Una imagen parecida a la de Chacarita, dolorosa y preocupante. Belgrano, con nada, le ganó 1-0. Un llamado de atención que alguien deberá atender. Por lo pronto, los hinchas genuinos ya mostraron su disconformidad con el técnico Lucas Bernardi, que si bien tiene el respaldo de la dirigencia parece haber perdido el rumbo.
De esta manera, aunque todavía le queden opciones matemáticas, el Pincha resignó sus chances de meterse en la próxima copa Sudamericana, un objetivo que –evidentemente- quiso sacarse de encima viendo lo de anoche. Cuesta creer lo contrario. Sólo le queda en el horizonte pasar a octavos de la actual Libertadores, un objetivo que no es menor ni mucho menos, pero que no puede justificar de ninguna manera una temporada que asomaba más ambiciosa de lo que finalmente es.
En el primer tiempo Estudiantes jugó muy mal. Nunca, en esos 45 minutos, sorprendió a su rival. Tuvo pocos desbordes por la izquierda porque Dubarbier estuvo controlado y desde la derecha cada vez que Ruiz Díaz llegó al fondo tiró un mal centro. Esta problemática ya se empieza a convertirse en un laberinto sin salida para este equipo que no sabe utilizar la pelota parada, que no sabe dejar un balón en el punto del penal y que no sabe cómo atacar de manera colectiva.
¿Y por el medio? Nunca se lo propuso. Bautista Cascini arrancó con manejo pero se fue apagando como la lluvia. Pero lo más paradigmático resultó el rol de Fernando Zuqui, que jugó para atrás la mayoría de las pelotas recuperadas o cedidas por un compañero. Por eso, y porque tampoco encontró soluciones el equipo con Jacob Murillo y Pablo Lugüercio, Estudiantes fue un compendio de impotencia y desazón. El público hizo un esfuerzo sobrehumano por levantarlo, pero no hubo aliento ni grúa capaz de semejante tarea.
En ese primer tiempo el Pincha tuvo una aproximación a poco de comenzado que Murillo no supo conectar con precisión y una aparición por derecha de Zuqui, que demoró tanto en su resolución que al momento de hacerlo encontró un defensor delante suyo. Poco y nada para un equipo con pretensiones.
¿Y Belgrano? Un equipo que a pesar de lo que indica la tabla pareció más preocupado en sumar pensando en el año que viene que en jugar una copa internacional. Fue tan apático e irresoluto como el León. Claro, no tenías tantas expectativas y en la medida que fueron pasando los minutos se sintió más a gusto con la cosecha. Ni hablar cuando llegó el final.
Si el primer tiempo fue pobre, lo del complemento fue para el olvido. Impreciso, sin ideas y frágil de temperamento. En la medida que fue cayendo en su juego el rival empezó a oler sangre, como un tiburón en el agua. Por eso un avance y un córner fueron suficientes para marcar. Por el segundo palo, con floja respuesta de los defensores y un error casi amateur de Murillo, apareció Guevgeozian para hacer lo que parecía imposible: el gol.
No tuvo reacción el Pincha aunque quedaron casi 30 minutos por delante. Pudo ser en un desvío de Lugüercio, en una demora del colombiano Escobar y en una mala definición del pibe Apaolaza cerca del final. La suerte estaba echada y por eso el final marcó una nueva derrota como local, la cuarta consecutiva sumando la de Santos por la Libertadores. Habrá que buscar en las peores rachas para encontrar semejante dato negativo.
La derrota, además, mostró lo mal que se reforzó el plantel en los últimos mercados de pases. Porque buena parte de los jugadores que estuvieron dentro del campo llegaron hace pocos meses o en el anterior mercado. Por diferentes razones ninguno rindió y la pregunta cada día hace más ruido en la Ciudad: ¿Quién los trajo? ¿Por qué llegaron? ¿Es casualidad que ninguno se haya afianzado?
Otra postal de lo que fue Estudiantes se vio en el primer tiempo, cuando Dubarbier y Murillo hicieron al mismo tiempo un saque lateral, dejando a las claras que estuvieron dentro del campo con las mejores intenciones pero ningún concepto táctico. El ecuatoriano, para colmo, fue uno de los máximos responsables del gol de Belgrano, por no saber dar el paso adelante.
Final con derrota. Sabor a nada, o mejor dicho, sabor a bronca. Con la mochila pesada deberá viajar a Brasil para conseguir un buen resultado. Y después otro en Perú. Y la clasificación. Luego, vender bien y comprar mejor para que la imagen del presente sea un poco mejor.