Arranca la temporada 2018 del Descentralizado y también los problemas. Ahora resulta que hasta anoche nadie podía afirmar con exactitud si, tal como estaba previsto, el Torneo de Verano empezará este viernes con el UTC vs. Cristal programado en el Mansiche, pese a que este escenario no estaba habilitado. ¿La razón? “Es una cancha impresentable”, explicó el presidente cervecero Federico Cúneo. Otro ejemplo de la anarquía que se vive en nuestro deporte rey que acá subsiste como mendigo.
A nuestro fútbol, qué duda cabe, le queda enorme el traje mundialista. Repartir a los clubes el mérito de la clasificación a Rusia 2018 es un acto demasiado generoso. Aunque suene poco creíble fuera de nuestras fronteras, el retorno a la Copa del Mundo no es la consecuencia lógica de un trabajo a consciencia a todo nivel, no es un proceso ejecutado a través del tiempo para dotar a nuestras selecciones y hacerlas más competitivas. No son 36 años de sufrimiento, aprendizaje y lucha incansable por encontrar las soluciones adecuadas. Más sentido tiene pensar en el alineamiento de las estrellas que se conjugaron en el año del ‘Tigre’ que, eso sí, se sostuvo sobre las bases allanadas por la FPF para transitar por el camino correcto y seguro.
Sin embargo, de este nuevo y cómico episodio veraniego son parte todos nuestros dirigentes. No se escapa nadie. Hace tres semanas hubo un anuncio alentador desde la Videna: la creación de la Comisión de Fútbol Profesional que, según la propia federación, “deberá liderar los cambios necesarios para alcanzar la profesionalización, transparencia y fortalecimiento institucional del fútbol peruano”. El sentido común indicaba que, en resumen, serviría como supervisor de una ADFP acostumbrada a hacer de nuestro campeonato un circo lleno de despropósitos. La idea, suponemos, era eliminar el folclorismo imperante para formalizar a los clubes acostumbrados a administrarse como equipo de barrio. Nuestro Descentralizado ahora sí le haría honor a nuestra nueva y flamante condición mundialista.
Repasar los nombres de los integrantes de esta comisión nos daba tranquilidad. Todo nuestro fútbol estaba ahí representado. La FPF, ADFP y la Agremiación. Pero todo quedó en una suposición. El gran cambio sigue esperando porque, al parecer, todavía no entra en funciones.
La creación de la Comisión de Licencias de la FPF ya había sido un gran primer paso. Con algunos defectos por pulir (pudo ser un poco más flexible a la hora de castigar a la ‘U’ por pecados de la administración anterior, por ejemplo), los requisitos pedidos significaron un gran avance que se aplaudió en su momento. Ahora seguimos esperando el segundo paso que ha quedado en el papel nada más.
Una sugerencia: ¿la Comisión de Licencias o la propia federación no podría exigir la profesionalización de los dirigentes –con cursos de gestión deportiva, al menos los que deben ejercer funciones administrativas– así como se lo pide a los jugadores y a los entrenadores, que las cabezas pensantes realmente lo sean? ¿Sería demasiado pedir? Ello evitaría despropósitos generados por gente incompetente.
Creer en una temporada sin partidos postergados, sin puntos ganados en mesa, sin comisiones de justicia tardando una eternidad para emitir un fallo… parece ser de ilusos. El Mundial no nos ha cambiado la vida como debería.