Mucho se ha hablado en los últimos días sobre Raúl Gudiño, guardameta mexicano que juega en la Liga de Chipre, olvidando la presencia de Édgar Pacheco, talentoso mediocampista que nunca pudo estar a la altura de las expectativas que generó en los aficionados.
Nacido en enero de 1990, Pacheco maravilló a los simpatizantes del Atlas durante más de tres años, en los que mostró una exquisita combinación de técnica individual, un envidiable golpeo de media distancia y la personalidad suficiente para echarse a los Rojinegros al hombro. Era indudable que sería el futuro del futbol mexicano.
Debido al escándalo de la Copa América de 2011, Luis Fernando Tena decidió convocarlo al Tri Sub-23, recibiendo minutos y posicionándose como uno de los únicos elementos rescatables de aquella delegación.
Tigres tocó a la puerta y se convirtió en el último club en el que Pachequito mostró pinceladas de calidad. León, Mineros, Querétaro y Juárez fueron sus últimos equipos en el balompié azteca, hasta recibir la oportunidad de emigrar al Gangwon de la liga de Corea del Sur.
"La experiencia es bastante buena porque aprendes bastante. Primeramente en lo personal, pues dejando a un lado lo futbolístico, aprendes muchas cosas. Yo en un poco más de un año que estoy fuera de nuestro país he aprendido portugués y el inglés va bastante bien porque puedo tener conversaciones y no necesito de nadie", declaró al Diario Récord en su paso por Gangwon, club al que llegó por una invitación directa.
Bahréin es la liga extranjera en la que mejor rendimiento cosechó, volviéndose un referente del Al-Najma: "Estoy muy feliz, me ha ido bien, son costumbres diferentes, sobre todo por la religión, pero te tratan muy bien", contó a MedioTiempo.
Finalmente, para la temporada 2017-2018 continuó con su tradición de trotamundos y recaló en la Liga de Chipre, exótico destino en el que sigue mostrando genialidades en cobros de media y larga distancia. Al final, lo que bien se aprende nunca se olvida.
Crítico contra la Liga MX, cuestionando el pacto de caballeros y luchando contra el sistema, al considerar que "el mexicano es extranjero en su propia liga", Édgar Pacheco es el ejemplo perfecto del futbolista que sale del molde, el políticamente incorrecto, ese que pudo ser... pero no quiso.